Me acerque a Sabrina y ella me dijo:
—Nadine el es mi hermanastro, Stephen Black.
—Hola, eres muy bonita.—dijo y me sonroje, él es algo alto, cabello castaño y tenía aire de ser chico malo.
—Hola gracias.
—Bueno, ahora que ya se conocen vamos a comer.
Fuimos a un restaurante cerca, ellos fueron el auto de Sabrina, y yo los seguí en mi moto. Al llegar pedimos hamburguesas con papas, y él empezó a hablar:
—Nadine, ¿a qué te dedicas?—preguntó.
—Estudio comunicación en la misma universidad que Sabrina—dije.—Y tú a qué te dedicas.
—La verdad es que yo tengo muchos trabajos, paso de un lugar a otro porque todavía hay personas que no confían en mí—confesó.
—¿A qué te refieres?—preguntó.
—No lo digas—dijo Sabrina.
—Yo no me avergüenzo, me culparon de lanzar la bala que mato a una persona, pero al final encerraron al verdadero culpable.—confesó y yo me sorprendí.
—Bueno eres inocente—dije algo asustada.
—Sí soy inocente y ahora llevo una vida relativamente normal—dijo con una sonrisa.
Después de aquella charla incómoda empezamos a comer, hasta que Sabrina se retiró por un momento para ir al baño.
—¿Tienes novio?—negué.—Eso es genial los dos podríamos conocernos mejor, la verdad es que me gustas mucho.
—Recién nos conocemos—dije nerviosa.
—Lo sé linda, pero porque no apresuramos un poco las cosas—dijo y se acercó a mí.
—Qué te parece si me das mi espacio y luego lo pienso—dije molesta alejándolo de mí.
—Una chica ruda, me gusta.
—Deja de coquetear con mi amiga—dijo Sabrina.—Tranquila, él siempre se comporta así pero ya no lo va hacer, ¿cierto?—preguntó dándole una mirada fulminante.
—Si, lamento mi conducta Nadine.
—Esta bien, mejor cuéntenme como se encontraron.
—Estaba en Milán, y me pareció verlo cuando por fin confirme que era él, me acerqué y nos volvimos a hablar.
—Así es y como la quiero mucho, me convenció de que volviera a casa, aunque no estoy viviendo con mis padres porque tenemos una mala relación.
—Cuando me vas a dar tú dirección—dijo Sabrina golpeando levemente su hombro.
—Muy pronto, no te preocupes primero debo arreglar unos asuntos pendientes que tengo aquí—dijo con una media sonrisa.
—Solo no te metas en problemas—dijo Sabrina.
—No lo haré, ahora sí me disculpan debo ver a alguien, adiós Sabrina y Nadine tú y yo tenemos una cita pendiente—me guiño el ojo.
Él se fue y Sabrina me miró sorprendida.
—Vas a salir con él—negué.
—Le dije que lo pensaría, pero si no quieres que salga con él, no lo haré.
—Nadine, es mi hermanastro se que ha cambiado,pero no te conviene—confesó.
—¿Por qué lo dices?—pregunté.
—Él tomo decisiones equivocadas, cuando su padre se casó con mi mamá, porque que sintió que lo abandonó.
—Tranquila, además yo sigo pensando en Theo, no entiendo porque rompió conmigo tan repentinamente si estábamos bien—dije triste.
—Simplemente es un tonto, que no supo apreciar lo que tenía.
—Hoy el quiso hablar conmigo pero no lo deje—confesé—. A partir de ahora, yo soy quien decide mi vida.
—Solo no pierdas tú camino—dijo Sabrina preocupada.—Vamos a casa.
—Te alcanzo después.
—¿Qué vas a hacer?—preguntó
—Ya lo verás.
Fuimos a la salida, me subí a mi moto y empecé a ir sin rumbo alguno, hasta que me alejé un poco de la ciudad, paré por un momento, me saqué el casco y empecé a sentir el viento en mi rostro, realmente es una sensación de libertad asombrosa.
Cuando decidí que era momento de regresar, me volví a poner el casco y en el camino pare en un lugar de tatuajes, simplemente lo ví y sentí que necesitaba uno.
Entre y empecé a ver modelos y escogí una media luna, le pedí al tatuador que me la pusiera en el antebrazo.
Me la hice porque siempre sentí que tuve una conexión con la luna, además ella brilla hasta en la oscuridad. A pesar de que era algo pequeño, me dolía mucho.
Cuando por fin acabo, me enseñó el diseño final quedó genial, me puso el vendaje y me dijo que tuviera mucho cuidado.
Pagué en la caja y me subí a mi motocicleta, a pesar de que me dolía, logré conducir hasta casa y estacionar mi moto.
Subí al departamento, entré y vi a Sabrina en la sala viendo televisión, cuando me miró preguntó:
—¿Qué te pasó?
—Me hice un tatuaje—ella abrió sus ojos como platos.
—¿Enloqueciste?—negué con mi cabeza.
—A partir de ahora, empieza una nueva generación para Nadine Miller—dije sintiéndome poderosa.
Lo que no sabía es que a partir de éste día mi vida iba a cambiar mucho, hasta el punto de llegar a meterme en problemas.