A SECOND CHANCE

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Abrí los ojos, en un instante recupere la conciencia y me quede como una piedra. ¿Cómo me había despertado? ¿Cómo que no había muerto? Quizás fue suerte o desgracia, pero estaba viva. Estaba en una cama que no era la mía, que tampoco reconocía. Intente levantarme, pero no podía, el dolor me recorría por las entrañas, mientras mi mente se nublaba. Me seguía cuestionando como estaba viva, a menos de que esto fuese una pesadilla. ¿Por qué alguien me salvaría? ¿Quién se tomaría esa molestia? ¿Y por qué debería? Si tampoco era importante para nada, estaría mejor muerta que viva, ¿esto sería como una segunda vida? ¿Una segunda oportunidad?

Pero no era posible.

No comprendía nada.

Había caído de 10 pisos, incluso recuerdo ver los demás edificios con las luces encendidas, todo tan maravilloso.

Justo en ese instante, el sonido de una puerta sonó, mis latidos se comenzaron a acelerar, ¿quién sería el que me hubiese salvado?

—Veo que te has despertado... he visto todo lo que ocurrió y como los científicos te querían llevar y he querido salvarte, he supuesto que tu poder es de alto riesgo.

Mierda.

—Eh, n-no se dé que hablas, m-mi poder es muy normal, t-tampoco es que sea peligroso y eso.

—Ya veo... en mí puedes confiar... tranquila que no pensaré que eres rara ni nada por el estilo.

Ya claro, todo el mundo decía eso, pero en ese instante, note algo en su mirada, no sabía lo que era, pero me dio mucha confianza, algo me decía que confiara en él, pese a su vestimenta negra, rota y con manchas rojas, parecía normal, y si fuese una amenaza, no lo sería para ella.

—Mi poder es que puedo copiar el de la otra gente y lo puedo utilizar todo lo que yo quiera, no hay límites, creo, bueno, eso es lo que dijo el pediatra, ya que yo no los he probado.

—Comprendo... ¿Por qué una chica tan joven ha saltado de un edificio alto? Supongo que ya sé los motivos, pero los quiero comprobar.

No quería seguir contándole cosas a alguien que no conocía, pero no tenía a nadie presente en mi vida, ahora mismo me daba igual todo.

—Toda mi vida me han dicho que soy una villana por el hecho de que ese sea mi poder, pero no solo los niñatos de mi clase, sino también mis familiares, mis padres, hermanos... ayer, llegue del instituto y me dirigí hacia mi casa, cuando llegue golpe la puerta y me abrieron unos desconocidos diciendo que habían vendido la casa, mis padres no me habían avisado, había sido de un día para el otro, además nadie me escribió en el móvil, lo mire y me habían bloqueado todos. Entonces no tenía sitio para dormir, ni comida, ni familia, todo se había desmoronado en un segundo, además yo no quería vivir más, cada día es más difícil seguir con todo, se pasa más lento todo.

Es como si me ahogara en mi propio vaso de agua y no pudiera salir, no quiero vivir, he intentado sentirme feliz conmigo misma, pero por más que lo intento menos lo logro, más me odio, pasan las horas y no puedo dejar de batallar con mi mente.

—Entiendo, lo que necesitas es venganza, venganza a todo el mundo que te ha hecho daño, pero eres demasiado pequeña, ¿cuántos años tienes? ¿15? ¿16?

—Tengo 15 años, pero no creo que la venganza sea lo mejor para desahogarme.

—Dicen que hay 5 etapas del dolor, negación, ira, negociación, depresión y aceptación y yo quiero agregar una más... venganza.

—Pero yo no quiero ser así....

—Te he dicho que eres muy pequeña, pero te diré algo, incluso los villanos podemos ser más héroes que los propios héroes, ¿quién te vino a salvar cuando te intentaste suicidar?

Tenía sus puntos, encima, era todo verdad, no había sacado trapos sucios inventados, ni me lo pensé y respondí.

—Acepto. Quiero venganza. O por lo menos convertirme en algo que la gente se arrepienta al verme. Que tengan razón. A la mierda. —dicho esto, una sonrisa apareció en mi rostro.

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