"Recuerdo haber estado sola durante mucho tiempo. Sobreviviendo de lo que sacaba e la basura, o del dinero que recaudaba junto a otros niños, haciendo pequeños trabajos o pidiendo limosna. Aun que no tenia ningún amigo. Ni nadie con quien hablar. No recuerdo que edad tenia en aquel entonces, lo que si se, es que fue en aquella época donde te conocí. O mas bien, donde me encontraste.
No recuerdo que hacia en aquel basurero. Quizás buscando comida entre la basura, o buscando algo para protegerme del frió del invierno. Y entonces, desde el otro lado del callejón, apareciste tu."
─Hola, ¿Que haces aquí afuera en la nieve?─Pregunta un chico de cabello negro con algunos mechones como de plata.
La niña rubia, casi entrando a la pre-adolescencia, se sobresalto al oír la voz de aquel chico, vestido con una vieja gabardina de invierno, la cual tenia algunos agujeros. Contrario a el, ella solo vestía un abrigo que apenas la cubría del frió, y una falda roja que ya le estaba comenzando a quedar chica.
─¡Nada!, yo ya me iba─
Caminando obligada mente hacia donde estaba el chico, la rubia, pasa por a un lado de el, pero este la sujeta e la mano.
─Estas fría. ¿Quieres que te preste mi gabardina?─Ofrece el chico con un tono amigable.
─No hace falta. Solo me iré, ¿De acuerdo?─
─Tonterías─Quitándose la gabardina, se la pone a la rubia como si fuese una capa.─Parece que no has comido durante días. Veré que te consigo. Tu solo quédate aquí─
Tras esas palabras, el chico sale corriendo, dejando atrás a la rubia, quien solo observa como aquel chico desaparece al dar vuelta en una esquina.
"Y ahí te espere bajo la nieve, cubriéndome usando gabardina con la que me arropaste par protegerme del frió. Después de tanto tiempo volvía a sentirme caliente, y sin nada de frió, aun que no se porque me quede esperando por ti.
Ya estaba anocheciendo y yo seguía esperando. Normalmente me iría a buscar algún lugar para pasar la noche, pero decidí esperar un poco mas, y ahí estabas, corriendo hacia mi con una bolsa de papel entre tus manos."
─¡Ya volví!─
"Avisaste tu llegada con una sonrisa en tu rostro. No se por que sonreías, pero de igual forma de agrado. Te de tuviste delante mio y me mostraste lo que conseguiste."
─Mira, traje pan dulce, pan de chocolate, y un poco de leche. Suficiente para dormir con el estomago lleno─
─¿De donde sacaste todo esto?─Pregunta la rubia tratando de ver el interior de la bolsa.
─Lo robe de la panadería, y ahora soy un fugitivo─
─¡¿Que?!─
─Como sea, vayámonos que ya viene los guardias─
Volviéndola a sujetar de la mano, el chico obliga a la rubia a seguirlo mientras corriendo por las calles casi oscuras del pueblo.
─Por cierto niña, mi nombre es Red─Comenta.
─Yoto. Mi nombre es Yoto─Responde de igual forma.
─¿"Yoto"?, ¿Como el material de la tabla periódica?─
La rubia solo lo ve confundida al no entender lo que quiso decir con eso ultimo, y solo asiente para no verse ignorante.
"Desde entonces hemos estado juntos durante un tiempo, consiguiendo dinero y comida, a la vez que nos metíamos en problemas. Bueno, tu te metías en problemas. Vivíamos bien, he incluso, nos unimos con un pequeño grupo de niños callejeros que también se ganaban la vida como podían.
Pero un día, apareció aquel hombre, vestido de negro y con una especie de mascara, o casco de acero, con una linea vertical de color violeta que se encontraba en la mitad. Y desde ese momento, nuestras vidas cambiaron.
Muchos niños lo siguieron, segados por sus promesas de darnos una mejor vida a cambio de ser usados para unos experimentos. Aun no entiendo por que lo seguiste, y por que yo fui contigo, pero lo hizo, cumplió con su promesa.
Sus experimentos no eran nada malo, solo era consumir unas especies de pócimas, y si alguien tenia efectos negativos lo trataba de inmediato, haciendo hasta lo imposible para salvar al niño. Pero todo cambio cuando una noche, cuando comenzó a implantarnos partes metálicas en nuestros cuerpos. Desde eso momento ya no pude verte, y te tenia en una habitación, aislado del resto.
Fueron dos largos meses de tortura. Varios niños murieron, y otros fueron asesinados por desobediencia. De un de repente, los niños que quedaban, se revelaron contra aquel hombre y el personal que trabajaba con el en aquel laboratorio de la quinta capa.
Logre escapar junto a otros, y desde entonces te había estado buscando. Y te encontré..."
...
Unos hilos de aire caliente comenzaron a aparecer entre el ligero espacio de la mano de Akira, y el abdomen de Yoto. El agua alrededor de los hilos se evaporaba, aumentando el tamaño de dichos hilos de aire.
"Me siento decepcionada... Te he buscado por tanto solo para enterarme que me has olvidado. Y ahora, moriré por tus propias manos. Que envida me das. Olvidaste todo lo malo del pasado y ahora vives una mejor vida. Quizás, algún día... Vuelvas a reencontrarte con "ella" "
Aquellos pensamientos se sumergieron en ella al mismo tiempo que una potente ráfaga de aire caliento comprimido, con un diámetro de casi dos metros, fuese disparado desde la palma de la mano del chico, envolviéndola por completo.
Una esfera de fuego apareció en el interior de la ráfaga de aire. El fuego estaba siendo alimentado por algo, pero sea lo que sea, desapareció junto con sus llamas, sin dejar ni rastros de cenizas a su paso.
La ráfaga comenzó a perder potencia acabo de 20 segundos hasta convertirse en un delgado hilo de aire que desapareció de un momento al otro. Los ojos carmesíes de Akira regresaron a su tono natural, al mismo tiempo que su mano expulsaba unos delgados hilos de humo.
Un silbido, algo familiar para el, resonó desde lo alto del cielo. Al alzar la vista se encontró con una luminosa estela roja, y detrás de ella, dos mas le siguieron, casi saliendo al unisono desde atrás las copas de los arboles. Entre ellas, una estela verde resaltaba por ser la única en el cielo.