Fue una semana larga y cansada, el restaurante había estado a reventar debido a las vacaciones de verano. Muchos familiares llegaban a convivir y a charlar de todo lo ocurrido en el tiempo que se habían dejado de ver.
Cuando llegó el domingo, ella supo que la multitud se duplicaría, y no se equivocó. No habían pasado ni quince minutos desde que Beyza había llegado al restaurante y las personas comenzaron a entrar por ambas puertas de cristal.
Ella corría de un extremo a otro, con sillas, manteles, cubiertos y comida. Sólo tuvo cinco minutos para darle un par de mordidas a un hotdog.
-¡Beyza! ¡Beyza!, trae la orden 8 - gritaba su papá desde la barra del mostrador.
-¡Voy! – respondía mientras tomaba la charola y la colocaba en la ventana.
-¡Disculpa! -dijo la voz de una niña de cabello largo, tan negro cómo el de Beyza.
Beyza no escuchó en el momento.
-¡Disculpa! - habló más fuerte.
-¿Sí?, ¿Qué pasa?
-¿Te molestaría darme un vaso de leche?
-¿Qué?- Ella se detuvo en seco y volteo a ver a la pequeña de ojos saltones - No puedes estar aquí
-¡Claro que sí! - la niña dio un brinco y se sentó en una de las sillas altas de la cocina.
-No, no puedes, ¿Tus papás están allá afuera? - Beyza intentaba asomarse por la ventana esperando ver una pareja sentados con la silla de su hija vacía.
-No, no lo están - comenzó a juguetear con los cubiertos que estaban en el lavabo.
-¿Entonces? ¿Te perdiste?
-Jajaja - río la niña en son de burla - no - dijo sin siquiera mirarla.
-Oye niña tienes que salir de aquí - comenzó a caminar pero ella se impulsó y bajo de un brinco al suelo, asustando un poco a Beyza.
-Está bien, me iré, pero tendré que volver si sigues actuando de esa manera.
-Llamaré a la policía y te entregaré para que te lleven a tu casa - dijo nerviosa.
-Ash - torció los ojos - por esto debería recibir un salario digno... - y refunfuñando, la pequeña extraña salió por la puerta trasera de la cocina.
-¡Oye, no! - intentó hablarle.
Se quedó anonadada, con la orden número 11 en sus manos.
Editado: 27.11.2020