Escampó, Demetrio y yo salimos de la casa de la señora Rocío con nuestro perro luego de un largo rato. En el camino, vimos a papá salir de su lugar de trabajo, acompañado de los bomberos. Todo, absolutamente todo estaba envuelto en llamas.
Vi a mi hermano enojarse, pero mi padre lo estaba aún más. Cuando mi madre llegó, le conté lo sucedido. Los compañeros de papá estaban desesperados, muchos no tendrían ingresos y no podrían alimentar a sus familias.
—¡Tú tienes la culpa, Demetrio!— dijo papá.
— ¿Yo? acabo de salir de la casa de la señora Rocío junto a Virginia en busca de Tyson— contestó Demetrio
—Te volviste a acercar a Bianca, ¿verdad?
—No, sabía que ella haría esto, es por eso que no volví a mirarla, hasta hoy en la cafetería. —luego añadió—Ella fue quien se acercó a nuestra mesa
Al parecer Bianca comenzó a revelarse, en ese entonces y más que nunca estaba asustada pues no tenía idea de cómo defenderme, ni defender a mi familia de ella. No sabía cómo proteger al pueblo y a sus inocentes habitantes de las fechorías que tenía Bianca en su mente.
Papá nos acompañó hasta la casa después del incendio, no hubo muertos ni heridos. A la mañana siguiente, papá y mamá salieron a caminar. Demetrio y yo nos quedamos solos una vez más. Todo marchaba bien hasta que escuchamos un sonido salir del sótano. Era exactamente el llanto de una niña.
Mi hermano y yo bajamos a ver, para evitar cualquier tragedia, decidimos llevar a Tyson con nosotros. En fin, cuando estábamos ahí, me acordé de aquel día en el bosque, cuando me dejé llevar por el llanto de un niño acompañado del sonido de un cascabel.
Al decirle a mi hermano que ya había estado en una situación similar, decidimos subir, pero todo se vino abajo en el sentido de que la puerta se cerró justo en frente de nosotros, ¡Extraño! ya que no había brisa, las ventanas estaban cerradas y yo dejé una enorme piedra sujetando la puerta.
Estando allí, oscuros., la misteriosa niña rompió en llanto pidiendo auxilio. Mi hermano encendió la linterna y al hacerlo había un horrible ser parado en frente de nosotros. Era gris, de cabello negro y ojos azulados, alto y su boca estaba llena de sangre. Demetrio y yo gritamos, Tyson se alteró. Esa cosa desapareció y la puerta se abrió.
Salimos y corrimos hasta el jardín, vimos a Bianca pasar del otro lado, con una sonrisa burlesca. Demetrio y yo nos llenamos de ira hasta tal punto que llevamos a Tyson a la casa de la señora Rocío y regresamos a la nuestra. Ese día, todo comenzó, pero nada sería fácil de lograr.
Para acabar con Bianca tuvimos que vivir muchos momentos de zozobra, amargura, suspenso y terror. Estuvimos al borde de la locura pues Bianca jugaba con nuestras mentes. Estuve a punto de correr tras ella y arrancarle su asqueroso cabello, pero Demetrio me detuvo.
No le reclamé, pues supe que lo hizo por nuestro bien. Bianca nos miraba y caminaba. Se burló de nosotros en nuestras narices, y lo peor es que no podíamos hacer nada en contra de ella. La única forma de defendernos era ir con el sacerdote del pueblo. Él podía ayudarnos a resolver todo esto. Buscar protección divina era la única forma de vencerla y liberar al pueblo de su oscuridad.
Al sentirnos más calmados, fuimos al templo para hablar con el padre Felipe. Nos dijo que sería peligroso para nosotros, fue entonces cuando le dije que nos acompañara, pero nos propuso algo que podía ser una solución.
Hacer que Bianca llegara al salón de eventos del pueblo para terminar con esto. Le dio agua bendita a mi hermano y a mí un collar con el santo rosario, así estaríamos protegidos de ella. Nos dijo que tuviéramos cuidado y que creía en nosotros. Luego nos dio otro frasco con agua bendita para rociarla sobre Bianca y liberar su alma de todo mal. Así, llevarla a la iglesia para que el padre Felipe hiciera el resto.
Salimos dispuestos a luchar, protegidos con el agua bendita y la bendición del padre Felipe. Atravesando la calle de las flores, vimos al señor Samuel, aquel que nos trajo a mí y a los chiquitines al pueblo, asustado y con el rostro pálido, lleno de desesperación. Rápidamente se acercó a nosotros y nos pidió ayuda. No es necesario decir quien le hizo daño, ¿verdad?
—Fue ella, esa maldita mujer—Dijo — intentó matarme
—Calma, a nosotros también intentó hacernos daño. —Dijo Demetrio.
—Debo hablar con el señor Thomilson— añadí—¡él puede ayudarnos!
—¡No! sería riesgoso!— Respondió mi hermano.
Luego el señor Samuel intervino diciendo:— solo hay dos personas que conocen bien a Bianca, y uno de ellos se fue de aquí.
—Queda el señor Thomilson, y nos tomaría una hora en llegar hasta él. —Dijo Demetrio. —No es necesario viajar a la ciudad querido hermano—comenté
—¿Por qué?
—Lo estoy viendo ahora
Corrí hasta él, Demetrio se quedó del otro lado para acompañar al señor Samuel. Cuando le expliqué lo sucedido, el señor Thomilson observó detenidamente lo que ocurría alrededor. Era más que evidente que lo sabía todo. Luego de un corto silencio, caminó hasta el otro lado, fui tras él y dijo:
— ¿quién encontró a los niños en el bosque?
— fui yo— respondí.
— Y supongo que Samuel los condujo de regreso al pueblo, ¿no es así? —¡Correcto! Pero... ¿Qué tengo que ver yo? — dijo el señor Samuel.
—Es una cadena. Virginia los encontró, los protegió, y tú los guiaste aquí. Les hiciste un favor, o más bien los ayudaste.