Bianca

capitulo 10

Bianca salió dejándonos atrapados en su casa. Vi por una ventana hacia qué dirección se dirigía, fue un poco difícil, pero alcancé a ver que iba hacia el este. La gente rápidamente entró a sus casas, evitando cualquier contacto con Bianca en las calles. Estando allí, sin ánimos de nada, con la mirada anclada en un punto fijo de la carretera, sentí como Demetrio se acercaba bruscamente con una enorme silla de madera. 

Shanelle me tomó por el brazo y Demetrio arrojó la silla contra la ventana, allí escapamos y seguimos hacia la misma dirección en que se dirigió la malvada mujer. Caminamos por varios minutos hasta llegar al cementerio, en ese momento vimos a Bianca entrar y decidimos seguirla. A escasos pasos de la entrada del cementerio, mi teléfono sonó y contesté lo más rápido posible. Mi madre preocupada se preguntaba en dónde nos encontrábamos, al explicarle, sentí que mi padre le arrebató el teléfono de las manos y comenzó a gritarme que desistiéramos y dejáramos a Bianca en paz. 

Le dije que debía acabar con todo esto, y que no descansaría hasta derrotar a Bianca así muriera en el intento. Mi padre al escuchar esas palabras colgó y yo sin darle importancia decidí continuar con la búsqueda. Caminamos unos diez metros y vimos una silueta femenina transportarse de un lado a otro desesperadamente como si buscara algo. 

Estando allí, escondidos detrás de un árbol, fuimos sorprendidos por aquella sombra que nos habló en el bosque. Al verla justo en frente de nosotros, quedamos inconscientes. No sé qué ocurrió en ese tiempo, pero despertamos atados en unos troncos rodeados de paja. Por la forma en cómo nos encontrábamos, era evidente que las intenciones de la mujer era freír nuestro pellejo, vulgarmente hablando. 

Los tres decidimos no mover un músculo, hasta que Bianca se alejó unos metros. Shanelle, en medio de su esfuerzo logró soltarse y liberarnos, salimos corriendo del cementerio tan rápido como pudimos para evitar ser alcanzados por Bianca o por su fiel servidor, esa espantosa sombra. Lo bueno era que teníamos varios minutos de ventaja. 

Al llegar a la calle de las flores tomamos un atajo hasta la iglesia, ahí nos encontramos con el señor Samuel, el señor Thomilson, los padres de Shanelle y nuestros padres. Nos dimos un fuerte abrazo grupal y luego Demetrio le dijo a Shanelle que se quedara con el resto. Shanelle se negaba una y otra vez, hasta que mi hermano dijo con firmeza: 

—No quiero que Bianca te haga daño, no quiero que nada malo te ocurra porque te amo. 

Shanelle, consternada, no pronunció una sola palabra. Demetrio la miró fijamente y le repitió: "te amo". La dulce y tímida enfermera, se acercó a él, lo abrazó y le

dijo:

—Prométeme que volverás con vida 



 

Demetrio, la abrazó fuertemente y le respondió que lo haría. Antes de salir Shanelle le dio un beso en la mejilla y nos deseó suerte. Salimos hasta la casa de Bianca, en el lugar, ella nos estaba esperando. La puerta principal estaba completamente abierta, las luces encendidas y ella estaba sentada en un sofá en el mismo lugar en el que minutos antes estaba la vela. 

— ¡Adelante! —Decía la mujer con esa mirada cínica y esa maldita sonrisa diabólica en su rostro. 

—¿Quién nos garantiza que no nos lastimará, Bianca?— contestó Demetrio y la miró de tal forma como si quisiera matarla. 

—No me mires así, jamás te hice nada— contestó Bianca evadiendo la pregunta que hizo mi hermano. 

—¿Por qué hace esto? ¿por qué los niños? —pregunté 

—Porque su sangre y sus almas son puras y son perfectas para lo que necesito. Debo entregar almas inocentes a cambio de una vida eterna— habló Bianca. 

Demetrio, tan rebelde, le preguntó de manera sarcástica: — ¿ha escuchado hablar de la palabra reencarnación? ¿o al menos la ha buscado en el diccionario, abuela? 

—No me llames abuela, no estoy vieja— contestó enfurecida. 

Desafiando su magia negra y haciéndola enojar aún más le dije: 

— ¿Entonces por qué acaba con los niños si no lo está, Matusalén? ¿Quién lo diría? ¡Me haré joven y eterna a costa de almas inocentes! —y dejé salir una carcajada despertando la furia de Bianca. 

Al ver que ya no teníamos ni una pizca de miedo, se levantó y con un brusco movimiento de manos nos arrojó al sótano dejándonos encerrados. 

—Otra vez este apestoso lugar— dijo Demetrio entre dientes. 

 

—Hermano, ¿recuerdas cuando me daba pánico bajar al sótano de nuestra casa? —dije —Si— respondió— ¿por qué? 

—Volví a esa época— respondí 

De la nada, el sótano comenzó a arder las llamas, quedaba claro que Bianca insistía en incinerarnos, pero no lo lograría. Como ella estaba en la casa era posible abrir la puerta y salir, pero antes tuvimos que luchar contra el fuego. Bianca al percatarse de lo sucedido, caminó hasta la cocina y tomó un cuchillo. Demetrio agarró una botella de vidrio y yo una navaja, apuntándole a mi hermano, decía que de esa noche no pasaríamos porque nos

enviaría directo al infierno como lo hizo con sus víctimas anteriores. 



 

¡Claro! Que, de una forma especial, porque nos mataría ella misma. Corrió hacia Demetrio e intentó clavarle el cuchillo en el pecho. Yo le arrojé la navaja logrando herirla, mi hermano hizo trizas la botella en su cabeza y Bianca, tambaleándose cayó en el sótano. Aterrorizada me refugié en los brazos de mi hermano. Bianca gritaba, era horrible la forma en que lo hacía. 

Cuando sus gritos dejaron de escucharse salimos ya que el fuego comenzaba a consumir toda la casa. Al salir, la gente del pueblo consternada veía lo que estaba sucediendo. Vimos cómo entre la multitud nuestros padres se acercaban para abrazarnos nuevamente. Sonará algo incómodo pero la muerte de Bianca tuvo un sabor dulce para el pueblo, era un momento glorioso para nosotros y un estado de éxtasis para los padres y muchos niños que sabían lo que pasaba. 




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