Bianco

Capítulo 1: ¿Señor?

Blanca Martínez.

Estaba cansada de no encontrar trabajo, llevaba un año postulando a cada agencia o empresa como diseñadora. No quise escuchar a mis padres cuando dijeron que me moriría de hambre y ahora estoy siendo un parásito.

También he postulado a otros trabajos, pero nada ha pasado, no entiendo como puede ser que ni siquiera tenga una simple entrevista.

Por eso cuando una señora de unos 60 años me ofreció ser su asistente no me lo pensé dos veces y acepté aún cuando no tengo ninguna experiencia.

Ella dijo que no habría problema si tenía buena memoria y según sus palabras "una persona que recuerda todo lo qué debe hacer su amiga en la semana está preparada para trabajar conmigo. Aparte me volveré loca si no consigo una luego".

Pues resulta que la señora escuchó la conversación que mantenía con mi amiga por teléfono donde le recordaba una y otra vez que el miércoles tenía dentista, que el viernes tenía una entrevista y que el sábado, una cena familiar.

Por eso ahora estaba de pie afuera del edificio de los Bianco, una sucursal de la famosa empresa de alimentos italiana.

-Buenos días, soy Blanca Martínez, la nueva asistente de la señora Roxana Zoza - dije con una voz firme.

-Ah si, te esperábamos. Ella está en el último piso, su nombre está en la puerta así que no te costará ubicarla - me respondió con una sonrisa amplia.

-Muchas gracias.

Mis zapatos resonaban por el piso del último piso. Había silencio, había llegado bastante temprano, así que había muy pocas personas.

Toqué dos veces la puerta de madera con el nombre de mi jefa en ella.

-Adelante - gritó desde adentro con su característica voz ronca, asumo por tanto fumar.

Abro la puerta y entro con todo el ánimo para dar lo mejor de mi.

-¡Querida! Que bueno que llegaste, estoy muriendo. ¡¡No ha dejado de sonar el teléfono!! - decía mientras me abrazaba - ¿Cómo estás? Ven siéntate, conversaremos primero.

-Estoy bien señora, emocionada - la miré mientras se acercaba a su cafetera.

-¿Quieres? - asentí - Yo necesito uno para enfrentar este día. No puedo creer que hoy faltara, justo hoy.

-Puedo saber quién señora - pregunté con una latente curiosidad.

-Alessandro Bianco, ya lo conocerás. Un amor, lo conozco desde que era un poroto.

Solo emití un sonido afirmativo. La verdad no tenía mucho conocimiento sobre esta empresa, más lo poco que investigué luego de conversar brevemente con la señora ese día.

-Bien, veremos. Debes firmar los papeles para hacerlo oficial. Aunque al principio debo decirte tus obligaciones.

Debes ayudarme a organizar citas y reuniones, gestionar la correspondencia y los correos electrónicos, realizar arreglos para viajes personales o de negocios y tomar notas en las reuniones. Fácil - sus palabras me marearon, pero creo que podré con ello - El sueldo sigue siendo el mismo que te dije antes. $900.000 más bonos y beneficios. ¿Te parece todo bien?

-Si, es un excelente sueldo, para ser el primero y creo que podré con todas las obligaciones.

-Genial. De todos modos firmaremos mañana para que tengas un día de prueba. ¿Te parece?

-Claro - sonreí

-Me alegro - estiró su mano y yo la estreche - un placer señorita Martínez

-Un gusto, señora Zoza.

Él día pasó sin problemas, la secretaria me pasaba las notas con los recados, con las nuevas reuniones, yo las anotaba en mi agenda y en la aplicación oficial de la empresa. Se los comunicaba a mi jefa y ella me decía cuando y si debía llamar de regreso para suspender.

Al mismo tiempo revisaba su correo profesional como personal. Era agotador, pero era divertido. Me sentía poderosa aún cuando no recaía en mí ninguna decisión importante.

-Hora de almuerzo Blanca - me dijo la secretaria, Karina, amable, a diferencia de mi ella tiene la tez más oscura al provenir de un país caribeño. Su cabello es crespo y tiene un cuerpo delgado a pesar de los grandes estereotipos.

-¿Y tu? Podríamos ir juntas - ella negaba

-No, yo debo seguir aquí hasta que ustedes vuelvan. Tu siempre debes buscar un restaurante bueno para la señora y vas con ella.

No podía creerlo.

-¡Por qué no me avisaste antes linda!

-Pensé que sabías, perdón.

-¿Blanca, estas listas? Tengo hambre - dijo Roxana al salir de su oficina.

Empezamos mal.

-Señora, no sabía que buscar yo y aún no tengo lugar para usted.

-Oh, no te preocupes por eso, siempre voy al mismo lugar, así que debes acostumbrarte a comer ahí.

Espero que no sea caro.

La comida era exquisita. Aunque me fui por algo clásico, mi jefa me miró como si me hubiera salido otra cabeza.

-Jamás pidas arroz con pollo al lado del jefe, le dará una crisis.

-¿Y eso por qué? - reí, no creía que alguien pudiera alterarse por una elección de comida.

-Es bastante elegante y exclusivo. Suele comer en restaurantes con comidas italianas.

-Qué pretencioso - dije sin poder evitarlo.

-¿Alguien que conozco? - preguntó un hombre de pie junto a nosotras.

Dios mío, era bellísimo, su acento italiano resaltó su poderosa aura. Era alto, podría asumir fácilmente que mide un metro ochenta. Cabello oscuro, ojos color miel. Su piel lechosa resaltaba en su traje negro.

-Qué haces aquí Alessandro, pensé que no vendrías hoy, ya que siempre llegas antes que yo.

-Tuve un problema

-¿Problemas de falda?

-Jamás.

-¿Cuando presentaras a alguien a tu familia? Si no quieres que te obliguen a casarte debes apurarte.

-Todas son unas interesadas.

No pude evitar reírme.

Gran error.

-¿Quién eres tú? - hundió sus cejas al volver a prestarme atención.

-Mi nueva asistente, se llama Blanca, no niegues que no vienes a verla, sabias que llegaba hoy.

-Pero qué dices, vengo a buscarte ya que no contesta y no tenía el número de tu asistente.

-¿Quieres su número? - volvió a interrumpir.




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