Blanca Martínez.
Había estado conversando con mi jefa sobre cada persona que había en el salón - mi jefa es una chismosa - cuando Alessandro y otro joven se acercaron a nosotras.
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-Qué infantil eres - me burlé de él.
¿Su venganza es robar mis lápices? ¿Por eso me quitó el rosado con el corazón? Eso es muy infantil.
-¿Alguna queja pequeña? - dijo imitándome, diciendo ese estúpido apodo.
-Te dije que no me dijeras así.
-Y yo te dije que no me dijeras señor.
-Qué gracioso son - dijo el muchacho.
Era alto, casi de la misma altura que Alessandro. Tenía el cabello rubio corto y unos ojos verdes qué alumbraban todo el lugar, parecía modelo.
-parecen un matrimonio viejo.
-¿¡Pero qué dices!? - dije
La vergüenza tiño mi rostro, podía sentir el calor subir por mi cuerpo.
¿Por qué mi mente fue tan rápida al imaginarme casada con él?
-Cállate tonto - escuché que le decía.
Después Lorenzo me invitó a una fiesta en su hogar. Por supuesto me negué, las fiestas no son lo mío. Jamás lo fueron, prefería mil veces quedarme en casa viendo alguna buena película.
Luego de retirarme a mi casa me fue inevitable recordar la conversación que él tuvo con aquella joven. Ahora pienso que fue para mejor, no serviría de nada ilusionarla. Pero no quita que sienta lastima.
-Qué bueno que llegaste hija - dijo mi madre saliendo de la cocina - ¿Cómo te fue?
-Bien, aunque fue extraño estar en ese ambiente, lleno de gente refinada - le comente.
-Bueno, siempre es bueno tener nuevas experiencias.
-Supongo. ¿Papá? - pregunté.
-Durmiendo, no fue capaz de esperarte, aunque morían por saber todo - ella rio - estaba ansioso.
-Me imagino, mañana le diré todo, ahora quiero quitarme estos zapatos y dormir.
-Claro hija - besé su frente y subí al segundo piso.
Dormí luego de recordar aquellos ojos color miel. Algo en mí se removió.
-Hija, despierta - habló mi papá.
-Papá es domingo, déjame dormir - me tapé hasta arriba con el cubrecama.
-Vamos hija, tienes mucho que contar.
No puede ser, ¡por eso me está despertando!
-¿Papá no puedes esperar una hora más? - reclamé - Son las ocho de la mañana, quiero dormir.
-Claro que no, anoche no pude dormir de la preocupación.
Claro, preocupación.
El vive por el chisme, siempre lo ha hecho.
-Papá, déjame lavarme la cara al menos y luego te cuento todo.
-Está bien, está bien - caminó fuera de mi habitación.
Este hombre, me da vida.
Al bajar los encontré comiendo en la mesa del comedor.
-Buenos días papás - salude dando a cada uno un beso en su mejilla - ¿Cómo amanecieron?
-Bien hija - dijo mamá - ¿Y tú? Me imagino que cansada.
-Si, cansada, quería dormir más, pero bueno, no se puede todo en la vida.
-Si, sí, muy interesante. Pero dime cómo te fue.
Suspiré pesadamente, no me dejaría en paz hasta saberlo todo.
-Me fue bien, todo era muy elegante, garzones bien vestidos, comida refinada, aunque era todo muy pequeño. Ahora entiendo como son tan delgados todos.
-¿Algún muchacho? - dijo mi madre levantando y bajando sus cejas.
-No realmente. Habían varios hombres atractivos, pero no lo vi con las intenciones que tu piensas, ellos eran como modelos, sobre todo el amigo del señor Bianco.
-¿Un joven y alguien mayor como amigos? - preguntó mi papá.
-En realidad el señor Bianco es joven papá, tiene 29 años.
-¿Entonces por qué le dices señor? - volvió a preguntar.
-Porque es mi jefe - simplifique.
-Entonces dile joven Bianco - mamá habló - no creo que le guste qué le digas así.
Puse mis labios en una línea.
-¿Qué hiciste Blanca?
Volví a suspirar.
-Él me pidió que no lo llamara señor, pero yo aún así lo hice. En mi defensa me dijo que le dijera joven amo - dije rápido.
-Seguro estaba bromeando Blanca Martínez, me sorprende que no te hayas dado cuenta.
Okey, tenía un punto. Yo no había pensado en esa opción, en realidad no pensé en nada.
-Puede que tengas razón mamá.
-Claro que lo tengo - dijo sonriendo.
-Ahora que hemos resuelto eso, dime, ¿Es atractivo? - cuestionó mi papá mientras tomaba su té.
Pensé un momento antes de responder. Era atractivo, mucho a decir verdad, su nariz pequeña era proporcional a su rostro y sus ojos miel parecían decir mucho. Sus labios rojos no eran tan gruesos, ¿besables? No lo sé.
-Es atractivo, parece modelo. Italiano hasta la médula - reí por mi propio comentario.
-Ah - dijeron ambos al mismo tiempo.
¿De qué me perdí?
-En fin, ya que me desperté temprano aprovecharé de ir a correr un rato.
Llevaba semanas sin correr, específicamente desde que comencé a trabajar, algunos fines de semanas tenía horas extras y los otros estaba muy cansada para despertar temprano.
¿Cómo será trabajar como diseñadora con un sueldo? Mi práctica laboral fue una estafa, era sin remuneración. Aunque aprendí mucho, pero eso no sirvió a la hora de encontrar trabajo.
Espero luego tener la vida que siempre quise. No la pasó mal trabajando como asistente, no es lo que quiero, no es mi sueño.
Terminé de arreglarme: unas calzas, una polera corta y zapatillas adecuadas, no con plataforma como las que siempre uso.
Correr me hacía liberar estrés, era muy agradable.
Mientras corría pensaba en el día de mañana, tendría que ver de nuevo a mi jefe. ¿Debería decirle “joven Bianco”? Tal vez mamá tenga razón y yo he estado haciendo mal. Aunque le quitaría lo gracioso a la vida.