Bianco

Capítulo 7: Despejarme

Alessandro Bianco.

Mi cabeza me iba a explotar.

¿Por qué lo hice?

¿Por qué fui por otro de sus lápices?

Estoy demente.

Siento la necesidad de estar cerca de ella aún cuando la detesto, detesto sentir esto, detesto que mi piel se erice cuando está cerca, odio que me trate con desdén.

¿Cómo quisiera que me trate?

Ah...

Debería dejar de pensar en ello, se acerca fin de mes y necesito mantener la mente fría.

El teléfono sonó.

Odio el sonido.

Y tenía que ser.

-Amigo mío - grito como todas las veces - conseguí dos mujeres hermosas, ¿Me acompañas esta noche? No te pido que estés con una, las quiero a las dos.

-Podrías dejarme primero que yo hable antes de comenzar a exponer tu plan y si no era yo contestando.

-Ni qué tuvieras novia para que te vea el teléfono - rio.

Suspiré.

-¿Estás bien? No te oyes bien - preguntó con la voz más calmada.

-No, anoche no dormí prácticamente nada.

No quería contarle que me tenía en vela, sería mi fin, comenzaría a creerse cupido igual que mi tía.

Los pensamientos me abrumaban, el recuerdo de su rostro, en cómo camina.

Me tenía cautivado.

-¿Y eso por qué? - cuestionó Lorenzo.

Medite mucho antes de hablar.

-Puede que haya estado pensando demasiado.

-Por eso necesitas ir de fiesta y comerte a alguien. Okey no, pero si salir a tomar algo con dos bellas señoritas. Así la olvidas.

¿Era tan obvio?

-No sé de qué hablas, pero seré parte de tu absurdo plan sólo para ayudarte en tus verdaderas intenciones mientras - dije más fuerte - seas claro con ellas.

-Siempre amigo, bueno, nos vemos esta noche. Lleva tu auto - colgó dejándome con las palabras en la boca.

Al llegar la noche mi dolor de cabeza había disminuido, de la misma manera, mis ganas de salir. Pero se lo había prometido.

Me coloqué una camisa blanca abierta en los primeros botones y un pantalón negro de jeans junto a unas zapatillas a juego.

No sabía si era buena idea, pero esperaba poder distraerme esta noche.

Saqué mi auto y conduje al bar acordado, ahí estaba sentado mi amigo con dos mujeres, cada una a un lado de él.

Es un puerco, pero buen amigo.

-¡Llegaste! Eso campeón, por fin te sacaste el traje. Ya te pareces a mi papá - una risa brotó de él - te presento a María Ignacia y Renata.

-Un gusto señoritas - dije de forma casual.

-Igualmente dijo una de ella.

~~~

Tomamos por horas y yo estaba comenzando a marearme, ¿Cómo me iría? Tal vez debería irme en taxi.

Se supone que no tomaría, pero su recuerdo no me abandona.

Mientras conversaban mi mente estaba en mi cabeza, en el primer día que la vi, en el día de la fiesta, en hoy y su actitud.

-Me retiro, no me siento bien Lorenzo. Te pido que cuides de estas señoritas.

Ambas se sonrojaron. Pasarían una noche interesante.

Agradezco no tener el contacto de Blanca.

-Bien, amigo, pídete un taxi, espero que descanses.

Salí de ahí como alma que lleve el diablo directo a mi casa, no quería que nadie conocido me detuviera.

El trayecto fue pesado, el movimiento sólo me mareaba más.

¿Qué estará haciendo ella?

¿Dormirá con la boca abierta?

-¿Usará ropa o pijama?

¿Estará con otro hombre en un bar?

Esos pensamientos hacían que mi pecho doliera.

Quiero arrancarme el corazón y dejar de sentir esto.

Te odio por lo que me has hecho.



#2444 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 20.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.