Bianco

Capítulo 8: Un regreso

Blanca Martínez

Había sido ignorada toda la semana. Bianco no me había dirigido la palabra en todos estos días, cada vez que intentaba acercarme para disculparme él se apartaba como si tuviera lepra.

Eso hacía que mi sangre hirviera. No tiene el derecho de tratarme de esa manera, su dinero no le da derecho, tampoco su posición.

Aún más cuando había robado otro de mis lápices, esta vez era uno rojo sencillo, pero eso no le restaba importancia, era mío.

El lunes si o si recuperaré ambos, promesa.

Decido bajar a la cocina para ver qué postre delicioso decidió hacer mi mamá.

Desde mi adolescencia he tenido que tener fuerza de voluntad para no comer todo lo que hacer.

Cuando llego encuentro a mi mamá hablando por teléfono con un gesto afligido. Presto oído para entender su rostro.

-Qué tragedia, entonces ¿piensan regresar? - hace una pausa para escuchar la respuesta - Entiendo, bueno, cualquier cosa puedo ayudar mientras regresan.

Dejo de escuchar porque es obvio con quien habla. Debe ser su mejor amiga, quién vive en Francia, con su esposo e hijo.

Ambas se conocieron en la academia de repostería y nunca más se separaron.

Ella cuelga y me presta atención.

-Hija me asustaste - exclama.

-¿Hablabas con la tía Ximena? ¿Qué pasó?

-Ay, una tragedia. Doña Carmen enfermó, le diagnosticaron cáncer, así que decidieron regresar - dice con gesto triste.

Entiendo a mi madre, doña Carmen ha sido más una madre para ella que su propia madre.

-Qué mal, una pena, Alex debe estar triste, ama a su abuela.

-Tendrás que consolarlo - levanta las cejas de manera coqueta.

Mamá siempre ha querido verme con el hijo de su amiga, una pequeña obsesión qué nació desde que se dieron cuenta que tendríamos la misma edad.

-¿Nunca te rendirás?

-Nop - reventó la p para recalcar su convicción.

-Mamá, Alex es mi amigo y siempre lo será.

-Ya verás - dice apuntándome con una cuchara de madera.

Giro mis ojos a las ocurrencias de mi mamá.

~~~

Decido hablarle a mi amiga para contarle las nuevas noticias.

Al tercer tono contesta.

-Hola mi corazón, no habías llamado, traidora. Tan ocupada te tiene ese muchacho - por segunda vez giro mis ojos.

-Tú también puedes llamar - digo.

-Si, perdón, pero he tenido mucho trabajo, ¿Qué cuentas?

-Tengo noticias interesantes - hago una pausa.

-Vamos, vamos, dime - dice rápido.

-Alex regresa - es inevitable la sonrisa que se pone en mi rostro.

Nunca hemos tenido problemas, no somos amigos íntimos, pero nos llevamos bastante bien.

¿Cómo estará? No lo veo desde que tenía 15 años.

-O-M-G - responde deletreando lentamente la palabra - esto se pone bueno. Si era lindo, ahora será bellísimo.

-No era lindo, no era feo, pero no era lindo.

-Eso es porque tu lo has visto con ojos de amiga, jamás lo has visto como algo más.

-Obvio - lo pongo en altavoz para poder peinarme.

-Yo creo que debe estar precioso, ya verás, estoy segura que tuvo una transformación - se ríe.

-Ya veremos. ¿Salgamos? Necesito ropa nueva.

-¿Para su regreso? - vuelve a reír.

-Tonta, no - ahora yo rio.

-Bien, vamos, nos vemos en dos horas en la heladería qué nos gusta.

Dos horas más me encuentro en la heladería "Sabores" esperando por mi amiga, siempre llegando tarde.

Cuando aparece llegó vistiendo un vestido rosado pálido con unas sandalias del mismo color, parecía una barbie con ese cabello rubio ondeando a cada paso elegante que daba.

-Por fin llegué, no sabía qué vestido elegir, al final me decante por el de siempre. Las prisas, me avisas muy tarde.

-De todos modos te ves hermosa, como siempre.

-Dice la reina que tiene un pantalón entallado que hace que se le vea más grande de lo que ya lo tiene.

Okey, no me esperaba ese comentario.

-No lo niegues, de seguro eso hizo que tuvieras tantos admiradores en el colegio.

-Gracias por eso, me encanta saber cómo me cosificaban.

-No quise decir eso, perdón. Tienes muchos puntos a tu favor amiga, eres hermosa, en todo sentido, pero tienes buen cuerpo. No se puede ignorar.

-Bien, no lo niego, pero odio que me vean solo por eso. Tengo más que entregar.

-Si, apoyo la moción. ¿Qué ha pasado con tu jefe?

-Mal, me ha ignorado toda la semana, ninguna palabra.

Pensar en eso hacía que una rabia que apoderara de mí, odiaba que la gente me hiciera eso. ¿A quién no?

-¿Y cómo te sientes con eso? - preguntaba mientras hacíamos la fila para comprar. El negocio siempre estaba lleno.

-Mal, obviamente, no tiene derecho. Ya le pedí perdón y él aún así actúa de esa manera.

-¿Y cómo lo hiciste?

-Normal, le dije perdón por llamarlo señor, pero él me preguntó "qué más" - hago comillas con mis dedos.

-¿Qué más hiciste? - su mirada era acusatoria.

-Quizás lo haya llamado pretencioso.

Tal vez no debí decirle eso a mi jefe, pero primero, no sabía que lo era, segundo, lo tiene bien merecido.

-Ay Blanca, siempre metiéndote en problemas. Debes disculparte bien, tus problemas se solucionarán.

¿Disculparme, aunque no lo sienta? ¿Haría eso?



#2444 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 20.02.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.