Bianco

Capítulo 11: No es una cita

Blanca Martínez.

Había estado en la oficina de mi jefa toda la mañana ayudándole a terminar con todo el papeleo; había comenzando la locura de fin de mes.

-Tienes que ponerle el sello a todo papel que te pase, ¿Bien?

-Sí señora - respondí mientras continuaba con el trabajo que me había dado.

¿Dónde está la creatividad en esto? Extrañaba diseñar ya que como freelance no había tenido suerte.

Al menos había podido asistir a una reunión de diseñadores como asistente de Roxana. Aunque no haya podido aportar nada.

-Me dijo un pajarito que vas a salir con Alessandro - mencionó mi jefa.

¿Quién fue el soplón?

-No sabía que era el trabajo de secretaria informar eso.

-Algo así. Pero no me dio mucha información por eso quiero que me lo cuentes tú.

-No es nada del otro mundo, sólo iremos a una librería por algunos lápices, que es probable me termine robando - murmure.

-Qué cita más extraña.

¿Qué?

- ¡¿Pero qué dice jefa?! ¿Por qué iría a una cita con él? - hablé fuerte, al borde del colapso.

-¿Qué tiene? ¿Tan mal te cae?

-No es que me caiga mal, es que él no es mi tipo. Eso es simplemente.

-¿Y cómo es tu tipo? ¿No será que estás siendo prejuiciosa? Alessandro es un buen chico, sólo que no lo conoces. No dejes que el prejuicio te aleje de las personas, hoy conócelo.

-Está bien.

No prometo nada.

Alessandro Bianco.

Toda la mañana ha sido un tormento pensando en "nuestra no cita". No puedo negar qué la idea me atrae, pero se qué ella no lo piensa igual y eso me indigna.

Cualquiera que me viera estaría encantado conmigo, soy un buen partido; eso quiero creer.

Me arreglé y toqué dos veces la puerta de la oficina de Roxana y me di cuenta de mi error, nunca lo hago.

¿Se notan mis nervios?

-Pase - se oyó decir después de una risa.

-Hola Roxana - dije luego de entrar - vengo por tu asistente.

Fui directo al punto.

-Así supe.

¿Ella le contó?

-Te la devolveré pronto.

-No hay prisas - aguantaba la risa, eso era evidente.

-¿No quiere ir con nosotros? - dijo ella.

Algo en mi se rompió. ¿Tanto me desprecia que no podría estar conmigo a solas?

-No querida, vayan solos y sigue mi consejo - le cerró un ojo.

Raro.

-Ven, iremos a una librería que conozco.

–Está bien - se encogió de hombros.

Ella salió de la oficina y caminó directo al ascensor. Yo aún estaba de piedra en la oficina.

-No pierdas esta oportunidad - dijo mi tía antes de hundirse en el trabajo, declarando, "no quiero una respuesta". Y no se la daría, ¿Qué espera que diga?

Blanca esperaba de pie frente al ascensor, era evidente que quería terminar con esto lo antes posible.

Siento el pecho apretado.

El traslado en mi auto ha sido silencio sólo con la melodía de la radio, ella no ha emitido ninguna palabra, ni siquiera para quejarse o insultarme.

Pagaría lo que sea para saber que piensa, saber qué piensa de mi.

-¿Esta librería es como tu? - rompió el silencio.

-¿A qué te refieres?

-Ya sabes, elegante y exclusivo.

¿Ella cree que soy exclusivo?

-¿Por qué dices eso? No soy exclusivo, sólo soy selectivo, que es diferente. Y elegante, eso es obvio.

-Ah - ¿Ah?

-¿Qué significa eso?

Esta niña siempre sabe cómo alterarme. Es obvio que está pensando algo malo de mí, podría jurarlo.

-No significa nada, sólo que... nada.

-Dime - exigí.

-Me parece algo engreído que digas que eres selectivo y elegante, como si fueras la última coca cola del desierto.

Y aquí vamos.

-Pequeña, alto ahí, no soy engreído es sentido común. ¿Por qué dejaría que cualquier persona se me acerque?

-Eso suena muy engreído - volvió a repetir - y no me digas pequeña.

-Yo te digo como quiero - ya me estaba enojado.

-Yo dejé de decirte señor, lo mínimo que puedes hacer es dejar de hacer lo mismo. No me digas así, es indignante.

-¿Y te digo amor o algo así?

No lo creo.

-¿Amor?

¿Qué acabo de decir? Ahora como me salvo.

-Olvídalo, no dejaré el apodo.

Ella estuvo en silencio un momento considerable.

-Está bien - dijo en voz baja.

Estaba en shock, podía verlo, yo estaba igual.

~~~

Ella miraba todo el local con los ojos muy abiertos, estaba impresionada. Recuerdo estar igual la primera vez que entré.

Sostenía una canasta con alrededor de 10 lápices. Es una aprovechadora.

-No tienes muy pocos lápices ahí - dije con sarcasmo.

-Tengo pensado volver a decirle señor, ya que me llamará pequeña, por lo que me dejará sin lápices nuevamente.

-No tiene chiste robar algo que compre yo. Tendré que buscar otra opción, como labiales o algo así.

-Entonces tendrá que comprarme otros para recuperar los robados.

-No tengo problema con ello.

-Había olvidado de todo su dinero, pero no tiene por qué alardear de él.

-A estas alturas no me importa qué decir, siempre me vas a criticar, sin importar que sea.

Lo cual no era mentira, desde que supo de mi me ha juzgado como si fuera la dueña de la verdad. Su aspecto dulce se contradice con su personalidad. Totalmente.

-No te crítico, sólo digo lo que pienso - dijo mientras tomaba un lápiz elegante de color rosado y lo miraba con atención.

-Pero resultan ser palabras críticas, es lo mismo. No me conoces, no puedes ir por la vida así.

-Bien, ya podemos ir a pagar.

Ella me ignoró sin vergüenza.

-¿No necesitas nada más? - pregunté.

-No, ahora vamos, tengo hambre.

-Ven, vamos. Iremos a un restaurante. Mi tía me mata si no lo hago - la miré de lado y la vi arrugar el ceño - Sin quejas.

Haría caso a mi tía e iba a aprovechar el día, haría que deje de juzgarme.



#2473 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 20.02.2025

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