Bianco

Capítulo 12: No es una cita (Parte 2)

Blanca Martínez

Íbamos camino a un restaurante, asumo de cinco estrellas, para almorzar y lo agradecía. Estaba hambrienta.

-¿A dónde iremos? - pregunto curiosa.

-A mi lugar de confianza, espero que te guste la comida italiana.

-Era de esperar - respondo.

-Obviamente, soy italiano...

-Y gustarte las hamburguesas - lo interrumpo - una cosa no se corresponde con la otra.

-Bueno, yo soy un fiel amante de la comida italiana - habla mientras maneja con una mano en el volante y la otra en la palanca de cambio. No se puede negar, se ve atractivo haciéndolo - así que espero que te guste.

-Si, si lo hace. Pero prefiero la comida chilena si me preguntas - me saboreo pasando la lengua por los labios.

Él me mira fijamente.

-Mira para adelante, hombre - no quiero morir tan pronto.

Tan pronto él vuelve su vista al frente gira el auto para entrar a un estacionamiento de un elegante restaurante.

Pero por elegante que sea, tiene algunos toques hogareños, buena combinación.

Se baja del auto para abrir mi puerta. Eso no me lo esperaba.

-Eso no era necesario - digo ignorando el palpitar de mi corazón - podía sola.

-Se dice gracias.

¿Es que no podíamos estar sin pelear?

Caminábamos hacia la entrada uno al lado del otro. Alessandro tenía un aspecto serio como siempre mientras lucía ese elegante traje gris.

-Señor Bianco, bienvenido - dice un hombre de mediana edad vestido de negro con una tierna pajarita. Alessandro saluda con un simple buenas tardes - Pase por aquí.

Él hombre nos dirige a una mesa al lado de una pecera, pecera que se encuentra al medio del establecimiento. Por lo tanto todos pueden vernos y recién ahora siento como la vergüenza llega a mi.

Espero que esto sea rápido.

-¿Por qué este lugar? - indago.

-¿Te interesa mi vida? - dice burlándose cuando en su cara aparece una sonrisa ladeada.

-Olvídalo - digo mirando la carta que nos han entregado.

-Este lugar me trae paz, supongo que es por la pecera. Ver a los peces nadando plenamente. Simplemente me relaja - termina mientras su vista se pierde en el agua cristalina.

No me imaginé que tendría una respuesta tan sensible, pensé que diría que es el mejor calificado y cosas así.

-Tienes razón, es pacífico.

No iba a negarlo, él lugar era impresionante, por eso estaba preocupada.

Era obvio que él lugar sería caro, lo asumí desde que llegamos, pero la carta es una cachetada de realidad.

-Alessandro, no sé qué piensas de mí, pero el trabajo de asistente no me permite pagar estos precios.

Él se congeló en su lugar.

-¿Cómo me dijiste? - pregunta con un hilo de voz - repítelo.

-No entiendo, ¿Dije algo mal?

No es que tenga mala memoria normalmente, pero ahora mismo no recuerdo cómo lo nombré.

-Me llamaste por mi nombre. Repítelo, por favor - dice tragando saliva.

¿En serio había hecho eso?

Es que acaso estaba demente, como se me ocurre llamar por su nombre a mi jefe.

-Perdón joven Bianco, no se volverá a repetir.

Chasquea la lengua.

-Sólo te estoy pidiendo que me repitas lo que dijiste, no estoy molesto.

-¿Quiere que lo llame Alessandro?

Él volvió a tragar saliva.

Justo en eso llegó el mesero preguntando por nuestros pedidos.

Yo elegí una ensalada caprese y de postre un Bonet, una especie de pudín.

Se veía delicioso en la fotografía.

Mientras esperábamos Alessandro volvió a hablar.

-¿Por qué me desprecia tanto? - preguntó.

No me esperaba esa pregunta, no sólo porque la lanzó sin pensarlo mucho, sino porque yo no lo desprecio.

-No se que a que se refiere exactamente, yo no lo desprecio -simplifico.

-Claro que lo hace, lo hace desde que llegó. Sólo quiero que sea honesta.

Qué se supone que le responda.

No lo desprecio, pero es verdad que he sido algo dura con él, pero no lo hago con intención.

-No sabría decirle joven.

El chasquea nuevamente la lengua.

-Dime por mi nombre mientras estemos aquí - hace un silencio - por favor.

Ahora soy yo quien queda en silencio.

-Está bien, Alessandro - digo mirándolo tragar saliva. Ha estado haciendo mucho eso.

-Y Blanca, invito yo. Debió pedir algo más que una simple ensalada, o es qué está a dieta - ríe.

-No lo estoy - aclaro - pero era lo más llamativo de la carta.

-¿Es una broma? - su rostro se coloca serio - la frittata siempre será la mejor opción - dice con un aire de superioridad, que detesto.

El almuerzo pasó de manera tranquila, con conversaciones ocasionales, descubrí cosas interesantes de él. Como por ejemplo que lleva cinco años en el país y que aún no se acostumbra a ciertas cosas.

Y qué ama su país más de lo que debería ser sano. Qué hombre más extraño.

~~~

-¿Cómo te fue? - pregunta mi jefa.

-Bien, normal. Ahora tengo muchos nuevos lápices - digo mirando uno de los lápices que Alessandro me compró.

-Ay niña - me mira como si hubiera cometido el peor error de mi vida - bueno, que vamos a hacer - se encoge de hombros - a trabajar.

Paso las siguientes horas organizando papeles y viendo cuales tienen mayor urgencia.

-Señora, ¿Cree que deba darle algo a cambio por los lápices?

Esperaba que me dijera que no, que no era necesario, pero no podía alejar de mi cabeza la sensación de estar haciendo algo mal.

No quería aprovecharme de él y tener todos estos lápices, es aprovecharse.

-Yo creo que sí - su sonrisa se vuelve maliciosa - un beso por ejemplo.

Ahí estaba, no desaprovecha oportunidad.

-No haré eso. Hablaba de comprarle alguna cosa, aunque no creo que mi dinero alcance - murmuro.

-Si tu dinero no te alcanza, como dices, lo último que te queda hacer, es devolver con amabilidad. Deja de pelear con él Blanca, él no es un mal sujeto.



#2444 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 20.02.2025

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