Alessandro Bianco
Su presencia ha trastornado toda mi vida. Desde que llegó toda mi atención ha sido para ella, es como un huracán.
Y saber que tuvo una cita hizo que se me acabara la poca paciencia que le tenía. ¿Por qué tenía que hacerlo? ¿Por qué tenía que saberlo?
No debería importarme, pero lo hace y no soporto la sensación de descontrol.
Me siento ahogado.
Mi puerta vuelve a sonar con dos pequeños golpes. No quiero ver a nadie.
Otro dos golpes.
-Sé qué estás ahí Alessandro, abre, hay trabajo que hacer - odio que tenga razón.
-Adelante - solo espero que venga sin compañía.
-Te ves terrible - es lo primero que dice al entrar.
-Gracias - respondo con sarcasmo.
-¿Qué pasó? - ella me mira con ojos compasivos.
-Nada, sólo olvídalo - muevo la mano quitándole importancia - dime , ¿Qué pasó?
Ella se mantuvo en silencio sopesando mi respuesta.
-Dos cosas. Tenemos que organizar la reunión con los inversionistas, debemos dar registro de los números - respiro pesadamente.
-¿Y el otro asunto?
-Mañana vendrá un reportero a hacerme una entrevista, ¿tienes algún inconveniente?
-No, mientras no moleste a mis trabajadores.
Ella se queda en silencio.
-Claro, no hay problema.
-¿Eso es todo?
Ella vuelve a hacer un silencio.
-Sé qué discutiste con Blanca - lo que me faltaba - Sólo te diré, que si no haces un cambio luego te vas a arrepentir.
Ella se da media vuelta y abandona mi oficina dejándome con una confusión.
¿Un cambio?
Lo único que quiero es volver a ser lo que era antes. ¿A eso se refiere? No puede ser otra cosa. He dejado mi trabajo de lado sólo por estar pensando en ella.
Es cierto, no tengo tiempo para pensar en una mujer, nunca lo hice, eso no debe cambiar.
~~~
Término de firmar los últimos papeles antes de irme a mi casa, tenía mucho trabajo acumulado.
Mi teléfono suena.
¿Roxana?
-¿Qué sucede? - esto es extraño.
-Te llamo para recordarte que no te martirices y no te quedes hasta tan tarde trabajando.
-Tía, no soy un niño ¿Sabes? - rio suave.
-Niño insolente, agradece que eres mi jefe.
Vuelvo a reír.
-Ya estaba por irme a mi casa, no te preocupes.
-Muy bien, que descanses - ella cuelga sin dejarme terminar.
-No cambia - su personalidad es única.
Camino hasta el estacionamiento en modo automático.
Debería ir unas horas al gimnasio, hace tiempo que no voy. Creo que me hará bien.
~~~
Ahora recuerdo porqué dejé de venir. Odio estas miradas.
Camino con mi confianza de siempre vistiendo mi ropa deportiva adecuada, sencilla y recatada. No me gusta hacer las rutinas semi desnudo y no encuentro el sentido en ello.
Elijo correr en la cinta, para comenzar a calentar.
-Miren quien vino por estos lados, ¿por qué no me avisaste? Mal amigo - dice Lorenzo subiendo a la caminadora a lado mío.
-No tenía pensado venir, fue decisión de última hora.
-¿Adivino la razón?
-Sólo cállate y corre - digo al borde del colapso.
Al menos llegó mi escudo frente a las mujeres.
-Está bien Romeo - dice riendo de mi desgracia.
Luego de unos minutos pasamos a las pesas bajo la atenta mirada de las mujeres. A diferencia de mi Lorenzo hace ejercicio casi desnudo. Su necesidad de la aprobación femenina es exagerada.
-Tuvo una cita - suelto sintiendo que me ahogaba.
-¿Qué? - dice dejando las pesas al lado.
-Blanca tuvo una cita con ese pelirrojo, tiene que ser él.
-A ver, me estoy perdiendo. Explícate.
-No sé qué más quieres saber. Esa mujer tuvo una cita y debe ser ese pelirrojo que la fue a buscar esa vez. Tiene que ser él.
Agarro mi cabello lleno de ira.
-Espérate, espérate - dice poniéndose de pie frente a mí - ¿Estás teniendo un ataque de celos?
Debí cerrar la boca.
Me levanto para dejar esta conversación en el pasado.
-Ah no, Alessandro Bianco tu no vas a hacerme esto. Detente - vuelve a ponerse frente a mi - ¿Te gusta esa chica en serio? Pensé que era sólo un capricho.
-No sé, no - respiro pesado - No se que es lo que siento. Sólo sé que quiero quitarle cada uno de sus feos cabellos pelirrojos por cada abrazo que le dé .
-Si, estás celoso. Jamás pensé que vería a Alessandro Bianco enamorado.
-No lo estoy.
-Claro que sí, lo estás. Y no es nada malo.
Me quedo en silencio procesando sus palabras.
-Vamos a las duchas, necesitas un trago.
~~~
Lorenzo ya va por el tercer vaso, parece que sólo era una excusa para tomar. En cambio yo no llevo ni la mitad de el primero. No deseo tomar, no tengo ánimo.
-Vamos, amigo, arriba el ánimo. No es el fin del mundo.
Tomo lo que me queda del vaso hasta el fondo.
Él respira profundamente.
-Si tanto te duele haz algo al respecto.
-¿Cómo qué? ¿Despedirla?
-Tú eres idiota, hablo de conquistarla.
Él se volvió loco.
-No haré tal cosa, ¿Qué estás pensando? - me sirvo otro trago. Pero no lo tomo.
Esta situación se salió de control. No debería estar conversando con mi amigo sobre una mujer. Ella no es nada mío, no significa nada para mí, solo debo repetírmelo.
-No lo pienses tanto, así es el amor.
-¡Yo no estoy enamorado! Deja de repetirlo - grito perdiendo el control - Ella sólo es un capricho, tu mismo lo dijiste.
Él respira fuerte otra vez.
-Bien, pero tranquilízate - Lorenzo termina su vaso - que ganas de estar con una linda chica.
-Idiota.
Él ríe fuera de control.
-¿Lo soy por disfrutar a una buena señorita? No le hago mal a nadie, ellas saben a lo que van.
-Ahora bebe como si no hubiera un mañana.
Me quedo en silencio.