Bianco

Capítulo 20: Una conversación

Blanca Martínez

El silencio es asfixiante.

Está muy cerca, ¿Por qué se puso tan cerca? No hay nadie más en el ascensor más que nosotros dos.

- Así qué Blanca, ¿Qué te pareció este servidor? - Tenía una sonrisa amplia.

-¿Qué quieres escuchar? - pregunto evadiendo la respuesta.

-¿Qué soy el amor de tu vida? Es un buen ejemplo de respuesta.

-¿Por qué esa obsesión? Es la primera vez que nos vemos - no lo entiendo.

-No necesito saber mucho más, tu voz lo dice todo.

-¿Mi voz? - pregunto confundida.

Qué sujeto más extraño.

-Tú voz es dulce, pero firme. Eso dice más que cualquier palabra.

-Eso no tiene sentido.

-Sí lo tiene - mira su reloj - creo que ya me retrasé, espero qué el ascensor no se detenga - cierra un ojo en mi dirección.

-No es gracioso, tengo mucho trabajo qué hacer.

Las puertas se abren cortando cualquier imaginación que él pudo tener.

Ambos salimos de ese pequeño espacio y lo acompaño a la puerta.

-Señorita, seré claro con usted- su rostro mostró seriedad - Me interesa, no sólo por su voz, claro está - rio suave - la primera impresión lo es todo, ¿Sabía? Vendré otro día, tenga eso claro, y no por su jefa.

Mostró una sonrisa dulce, y sus ojos reflejaban sinceridad.

-Hasta pronto - hizo una pequeña reverencia y caminó fuera del edificio sin esperar respuesta de mi parte.

Necesito llamar a mi amiga, necesitamos una conversación.

Al cuarto tono contestó.

-Linda estoy muy ocupada, no puedo conversar en este momento - dice Lety al otro lado de la línea.

-Será corto. Necesito contarte muchas cosas - digo suspirando, últimamente lo hago mucho.

-¿Chisme? Te mandaré la dirección de una cafetería que encontré en las redes sociales, nos vemos a las veinte y me cuentas de tu jefe.

-¿Quién dice que tratará de él? - me rio de sus locuras.

-¿Alex? - pregunta.

-Te contaré más tarde, ahora trabaja.

-No se como lo haré sinceramente con esta ansiedad que ya siento - exagera, como siempre - bien, nos vemos.

-Adiós - cuelgo.

Es momento de seguir trabajando.

Al llegar a mi puesto de trabajo, me encuentro a Karina sentada tocando las flores con mucha concentración. Parece aburrida.

-¡Por fin llegas! ¿Y? ¿Te invitó a salir? Es guapo. Bien, dime.

-No, no lo hizo - respondo mientras cambiamos de asientos.

-¿Qué?

Yo también estoy sorprendida, pensé que lo haría.

-No lo hizo - guardo, silencio mordiendo las palabras.

-Pero hizo otra cosa, ¿Verdad?

-Dijo que vendría otro día a verme.

Alessandro Bianco

-¿En serio estás espiando a tu asistente? - pregunta Lorenzo.

-No es mi asistente - respondo en susurro.

-No niegas que las estás espiando - se ríe en mi cara.

-Ahí llegó, guarda silencio.

-Yo también quiero - se acerca y ambos nos colocamos en la pequeña abertura.

-¡Por fin llegas! ¿Y? ¿Te invitó a salir? Es guapo. Bien, dime.

Bien, sabía que ella preguntaría.

-No, no lo hizo.

-No tiene pinta de no haber pasado nada amigo - dice arruinando ese pequeño momento de paz.

-¿Qué? - pregunta la secretaria.

-No lo hizo - ella guarda un largo silencio.

-Pero hizo otra cosa, ¿Verdad?

Esto me está poniendo los nervios de punta.

-Dijo que vendría otro día a verme.

-Fuertes declaraciones - dice Lorenzo.

Siento muchas ganas de estrellar mi puño en su rostro. Su amistad es muy extraña.

-Amigo, yo que tu, hago algo.

-¿Hacer qué? Lo único que deseo hacer es dejar de sentir esto. Es insoportable. Tengo que recordarte que desde que nos conocimos ella sólo me ha tratado con desdén.

-¿No hiciste nada para lograr eso? Es extraño - me mira con tristeza.

Odio eso.

-No hice nada, no recuerdo.

Lorenzo se sienta en el sillón y lo palmea para indicarme que lo imite.

-Amigo ¿Y si ella también siente algo por ti? Y no se te ocurra negarlo - me regaña - qué no te guste sentirlo, es diferente.

-No lo creo Lore - bajo mi cabeza sopesando la respuesta que acabo de dar - Ella parece sólo odiarme.

-¿Lore? ¿Es un nuevo apodo?

-¿Te molesta? - mi ánimo se eleva un poco.

-No, yo te diré "Alesa" - se ríe en mi cara.

-No es nombre por favor - golpeo mi frente recordando la insistencia de esa rubia.

Blanca Martínez

Al salir del trabajo camino a la cafetería apoyada por el mapa. Es una zona por la cual nunca he andado, es necesario para no perderme.

Cuando llego veo un lugar precioso; las paredes son celestes con algunas nubes blancas pintadas. El interior tiene un bello mural de una ciudad en el cielo. Entiendo por qué la cafetería se llama " Reino".

-Hola, ¿Tiene reserva? - pregunta una mujer vestida completa de blanco con un delantal azul con celeste. ¿De dónde salió el azul?

-SÍ. A nombre de Leticia Reyes.

Ella mira su cuaderno confirmando el nombre.

-Adelante, por aquí.

-Gracias - la sigo a la mesa, lugar donde mi amiga ya se encuentra.

El chisme para ella es vida, tanto, qué llegó temprano.

-Un cappuccino de vainilla, por favor -digo a la chica.

-Enseguida.

-Muchas gracias - respondo.

-De nada - dice sonriendo.

-Por fin llegas querida mía - dice Leticia.

La miro, está ansiosa. Viste una polera blanca con hombreras y puedo ver que lleva un pantalón rosa, se ve tan delicada como siempre.

-¿Muy ansiosa? - juego con ella.

-No seas mala. ¿Cómo estás? - pregunta de pronto.

-Cansada, muerta, mucho trabajo.

-Eso lo imagino, pero emocionalmente - dice.

-Cansada, Bianco me cansa, siempre con sus rabietas

Me desahogo con ella. Estar en esa empresa me está haciendo envejecer demasiado rápido.

-¿Qué pasó? - Lety apoya su rostro en una de sus manos y es la señal para poder hablar sin parar. Ella escuchará.



#4291 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 16.07.2025

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