Blanca Martínez
El silencio es asfixiante.
Está muy cerca, ¿Por qué se puso tan cerca? No hay nadie más en el ascensor más que nosotros dos.
- Así qué Blanca, ¿Qué te pareció este servidor? - Tenía una sonrisa amplia.
-¿Qué quieres escuchar? - pregunto evadiendo la respuesta.
-¿Qué soy el amor de tu vida? Es un buen ejemplo de respuesta.
-¿Por qué esa obsesión? Es la primera vez que nos vemos - no lo entiendo.
-No necesito saber mucho más, tu voz lo dice todo.
-¿Mi voz? - pregunto confundida.
Qué sujeto más extraño.
-Tú voz es dulce, pero firme. Eso dice más que cualquier palabra.
-Eso no tiene sentido.
-Sí lo tiene - mira su reloj - creo que ya me retrasé, espero qué el ascensor no se detenga - cierra un ojo en mi dirección.
-No es gracioso, tengo mucho trabajo qué hacer.
Las puertas se abren cortando cualquier imaginación que él pudo tener.
Ambos salimos de ese pequeño espacio y lo acompaño a la puerta.
-Señorita, seré claro con usted- su rostro mostró seriedad - Me interesa, no sólo por su voz, claro está - rio suave - la primera impresión lo es todo, ¿Sabía? Vendré otro día, tenga eso claro, y no por su jefa.
Mostró una sonrisa dulce, y sus ojos reflejaban sinceridad.
-Hasta pronto - hizo una pequeña reverencia y caminó fuera del edificio sin esperar respuesta de mi parte.
Necesito llamar a mi amiga, necesitamos una conversación.
Al cuarto tono contestó.
-Linda estoy muy ocupada, no puedo conversar en este momento - dice Lety al otro lado de la línea.
-Será corto. Necesito contarte muchas cosas - digo suspirando, últimamente lo hago mucho.
-¿Chisme? Te mandaré la dirección de una cafetería que encontré en las redes sociales, nos vemos a las veinte y me cuentas de tu jefe.
-¿Quién dice que tratará de él? - me rio de sus locuras.
-¿Alex? - pregunta.
-Te contaré más tarde, ahora trabaja.
-No se como lo haré sinceramente con esta ansiedad que ya siento - exagera, como siempre - bien, nos vemos.
-Adiós - cuelgo.
Es momento de seguir trabajando.
Al llegar a mi puesto de trabajo, me encuentro a Karina sentada tocando las flores con mucha concentración. Parece aburrida.
-¡Por fin llegas! ¿Y? ¿Te invitó a salir? Es guapo. Bien, dime.
-No, no lo hizo - respondo mientras cambiamos de asientos.
-¿Qué?
Yo también estoy sorprendida, pensé que lo haría.
-No lo hizo - guardo, silencio mordiendo las palabras.
-Pero hizo otra cosa, ¿Verdad?
-Dijo que vendría otro día a verme.
Alessandro Bianco
-¿En serio estás espiando a tu asistente? - pregunta Lorenzo.
-No es mi asistente - respondo en susurro.
-No niegas que las estás espiando - se ríe en mi cara.
-Ahí llegó, guarda silencio.
-Yo también quiero - se acerca y ambos nos colocamos en la pequeña abertura.
-¡Por fin llegas! ¿Y? ¿Te invitó a salir? Es guapo. Bien, dime.
Bien, sabía que ella preguntaría.
-No, no lo hizo.
-No tiene pinta de no haber pasado nada amigo - dice arruinando ese pequeño momento de paz.
-¿Qué? - pregunta la secretaria.
-No lo hizo - ella guarda un largo silencio.
-Pero hizo otra cosa, ¿Verdad?
Esto me está poniendo los nervios de punta.
-Dijo que vendría otro día a verme.
-Fuertes declaraciones - dice Lorenzo.
Siento muchas ganas de estrellar mi puño en su rostro. Su amistad es muy extraña.
-Amigo, yo que tu, hago algo.
-¿Hacer qué? Lo único que deseo hacer es dejar de sentir esto. Es insoportable. Tengo que recordarte que desde que nos conocimos ella sólo me ha tratado con desdén.
-¿No hiciste nada para lograr eso? Es extraño - me mira con tristeza.
Odio eso.
-No hice nada, no recuerdo.
Lorenzo se sienta en el sillón y lo palmea para indicarme que lo imite.
-Amigo ¿Y si ella también siente algo por ti? Y no se te ocurra negarlo - me regaña - qué no te guste sentirlo, es diferente.
-No lo creo Lore - bajo mi cabeza sopesando la respuesta que acabo de dar - Ella parece sólo odiarme.
-¿Lore? ¿Es un nuevo apodo?
-¿Te molesta? - mi ánimo se eleva un poco.
-No, yo te diré "Alesa" - se ríe en mi cara.
-No es nombre por favor - golpeo mi frente recordando la insistencia de esa rubia.
Blanca Martínez
Al salir del trabajo camino a la cafetería apoyada por el mapa. Es una zona por la cual nunca he andado, es necesario para no perderme.
Cuando llego veo un lugar precioso; las paredes son celestes con algunas nubes blancas pintadas. El interior tiene un bello mural de una ciudad en el cielo. Entiendo por qué la cafetería se llama " Reino".
-Hola, ¿Tiene reserva? - pregunta una mujer vestida completa de blanco con un delantal azul con celeste. ¿De dónde salió el azul?
-SÍ. A nombre de Leticia Reyes.
Ella mira su cuaderno confirmando el nombre.
-Adelante, por aquí.
-Gracias - la sigo a la mesa, lugar donde mi amiga ya se encuentra.
El chisme para ella es vida, tanto, qué llegó temprano.
-Un cappuccino de vainilla, por favor -digo a la chica.
-Enseguida.
-Muchas gracias - respondo.
-De nada - dice sonriendo.
-Por fin llegas querida mía - dice Leticia.
La miro, está ansiosa. Viste una polera blanca con hombreras y puedo ver que lleva un pantalón rosa, se ve tan delicada como siempre.
-¿Muy ansiosa? - juego con ella.
-No seas mala. ¿Cómo estás? - pregunta de pronto.
-Cansada, muerta, mucho trabajo.
-Eso lo imagino, pero emocionalmente - dice.
-Cansada, Bianco me cansa, siempre con sus rabietas
Me desahogo con ella. Estar en esa empresa me está haciendo envejecer demasiado rápido.
-¿Qué pasó? - Lety apoya su rostro en una de sus manos y es la señal para poder hablar sin parar. Ella escuchará.