Blanca Martínez
Qué hombre más insoportable.
Ha pasado un día desde nuestra última discusión. Un día en donde me demostró lo horrible que puede ser. ¿Cuál es la necesidad de meterse en mi vida, de mandar en ella? Parecía que se preocupaba por mí, por mi padre, pero resultó ser una ilusión. Es un controlador. Creo que haber nacido en una cuna de oro le trastocó la cabeza.
-Hija, dime, ¿En qué piensas tanto? - dijo mi padre acostado en su cama. Tenía muchas hojas dispersas por ella.
A pesar de estar enfermo, no podía dejar de trabajar, tenía que ganar este caso. Esa niña no podía quedar impune.
-Nada, olvídalo - respondí - tú deberías estar descansando.
-Bueno, a veces hay cosas más importantes. Tú más que nadie debería apoyarme, eres mujer. ¿No sientes impotencia?
Claro que sí.
Mi teléfono sonó y pude ver el nombre de mi jefa en el.
-Dígame - dije luego de contestar.
Mi padre dejó su trabajo para prestar oído.
No cambia.
-¿Cómo estás? ¿Cómo está tu padre? - habló al otro lado.
-Bien, mejor, gracias por preguntar. Y gracias por darme este día.
-De nada, te mereces un día - sonó su risa en la línea - Te vinieron a ver - dice misteriosa.
-¿Quién? - pregunto dudosa.
-Aquel periodista. Pensé que venía por las fotos, pero no las mencionó. Sólo preguntó por ti. Me lo topé en la entrada - aclara.
-Ah - pude decir.
-Está bastante interesado, dijo que vendría mañana.
-Ah - ¿Qué debería hacer? -¿No puedo faltar?
Ella ríe al otro lado.
-Claro que no. Tampoco puedes ocultarte toda la vida, se ve bastante interesado. ¿No tienes curiosidad? Él podría ser el amor de tu vida - vuelve a reír.
-No estoy interesada. Es verdad que encaja en mi tipo de hombre, pero no, no gracias.
-¿Él es tu tipo de hombre? - se oye sorprendida.
-Tía, emergencia - se oye al otro lado - Mi papá me dio un ultimátum. Necesito encontrar pareja o una asistente para el viaje sino me deshereda - ella no cuelga y yo tampoco lo hago.
Mi papá me hace señas para que lo ponga en alta voz.
-¿Y qué quieres que haga yo? - Roxana habla.
-Convéncelo - dice firme, como si fuera una orden.
-Y si mejor consigues una, Alesa es buena opción.
-¡Estás de broma! - se oye más cerca.
Debe haberse acercado.
¿Cómo no se da cuenta de la llamada?
-Sí hago eso ella no me dejará en paz, convéncelo, él no puede obligarme a tener una novia.
-Pero no es tu única opción - le recuerda Roxana.
-¿Qué?
-Blanca - dice de repente. Y yo no estoy entendiendo.
-¿Qué tiene que ver ella aquí? - dice alterado.
-Te la presto - dice - llévala a Italia como tu asistente. De todos modos necesitas una para todo lo que tendrás que hacer allá y yo tengo a mi secretaria. Problema resuelto.
-¿Qué? - dice Alessandro.
¿Pero qué está diciendo?
-No. Yo no haré eso.
-Piénsalo. Yo lo hablaré con ella.
La llamada se corta y no puedo oír más.
-¿Qué pasó? - dice padre al borde del colapso.
-No se por donde empezar - respondo en shock por tanta información.
Alessandro Bianco
-¿Por qué la odias tanto? - responde mi tía.
-Yo no la odio, es ella quien parece despreciarme - digo agarrándome el cabello - desde que la conozco ella ha hablado de manera despectiva de mi persona. No puedo tener nada que ver con alguien así.
¿Ir con ella a Italia? Ni loco.
Estoy seguro que me avergonzaría. No por quien es, sino por lo que sería capaz de hacer.
No, me rehúso, pero si no encuentro otra solución...
Tampoco es como que ella fuera a aceptar.
-Alessandro, escúchame con mucha atención - Roxana se quita los lentes. Está sería - Si no haces algo, perderás más que sólo dinero y posición.
-No se a que te refieres - me hago el tonto, aunque algo dentro de mi sabe que quiere decir.
-Crees que no me doy cuenta cómo la miras. Que no entiendo esos ataques de ira. ¿Crees que nací ayer? - pregunta - ¡Despierta hombre! Los lobos tienen forma de hombre.
Se a lo que se refiere.
¿Qué debería hacer?
Por más que decida hacer algo, su corazón jamás se abrirá a mi.
-Saldré un momento - me doy vuelta y la oigo suspirar.
"Los lobos tienen forma de hombre".
El periodista, su mejor amigo.
Ellos están ahí, listos.
Una copa. Sólo una.
~~~
Han pasado horas y podría jurar que ya se ha hecho de noche.
-¿Quieres que te haga compañía? - dice una mujer vestida con un sugerente vestido - Toca mi brazo y siento unas enormes ganas de vomitar.
-Suéltame - digo molesto.
-Sólo quiero hacerte compañía - Donde está Lorenzo que aún no vuelve - Un hombre tan hermoso no debería estar tan sólito.
-Sólo déjame en paz.
El trago que me prometí se volvieron dos. Luego del quinto decidí que era buena idea llamar a mi fiel amigo, pero me dejó para ir al baño. Eso fue hace media hora. Creo saber que pasó.
-Ven, vamos a una de las piezas - dice en tanto toma mi mano - te vas a divertir.
-No le haré esto a Blanca, así que suéltame - tengo ganas de llorar.
-Así que tienes novia. Mucho mejor.
Los diez vasos han hecho su efecto, ya que mis fuerzas han disminuido y me dejo arrastrar por ella. Pero mis ojos se llenan de lágrimas, no quiero hacer esto.
Cuando ella abre la puerta veo a dos personas unidas sin ropas, pero puedo distinguir a una de ellas antes de que la mujer se disculpe y cierre la puerta.
-¡Ey! ¡Alto ahí! - dice Lorenzo, saliendo sin ropa afuera de el cuarto - ¡¿Qué haces idiota?! - grita metiéndome a la habitación.
La mujer con quien estaba Lorenzo comienza a vestirse en silencio.
-¡¿En serio ibas a hacerlo?! Después de haberte guardado tanto tiempo, ¿Sólo por una mujer? - me zamarrea.