Bianco

Capítulo 27: 16 Horas

Blanca Martínez

Pensé qué estaba preparada para este día, pero me desperté con los nervios a flor de piel. Hoy es mi viaje junto a Alessandro y eso me tiene alterada; no hemos tenido muchos momentos agradables, siempre discutiendo - mayormente por mi culpa - y ahora; todo es confuso.

Recordando, creo que desde el principio he sido desagradable. Siempre criticando. Es verdad, he proyectado a aquel hombre en Alessandro y no tenía la culpa. He estado cegada por el resentimiento que no he visto más allá de mis narices. Él solamente ha sido una víctima de mi estupidez.

¿Cómo voy a solucionar esto?

No tenía idea. Él no quiere escucharme, con suerte me dirige la palabra. Será un viaje incómodo.

Ayer hice mi maleta guardando todo lo necesario. Aparte de las sugerencias de Bianco, revisé el tiempo que habrá en Italia y hará bastante frío. El calentamiento global está haciendo estragos en el mundo y hará más frío de lo normal. Moriré. Está bien que sea amante del frío, pero esto será exagerado.

Reviso todo, procurando que no olvide nada.

Mi madre entra en mi habitación y me repite todo lo que debo llevar como si fuera una lista viviente.

-¿Llevas todos los documentos?

-Sí.

-¿Llevas bastante ropa interior?

-Sí, mamá - repito mientras mi cabeza sube y baja.

-¿Llevas maquillaje y joyas suficientes? Mira que estarás con personas elegantes. Ay, sabía que debíamos ir a comprar más joyas. No sólo vestidos.

-Tengo suficiente ¿Para qué más?

Ayer, luego del almuerzo partimos al centro comercial con mi amiga y mamá. Ellas me ayudaron a elegir dos vestidos que fueran acorde con la situación. Largos, bellos; qué me salieron un ojo de la cara.

Ella suspira.

-Bien, al menos los que tienes son hermosos y combinan...

-Que eso es lo importante, tranquila.

-Bien. ¿A qué hora pasarán por ti? - pregunta cambiando el tema.

-A las once, deben estar por llegar y yo sigo sin estar preparada, así que por favor, retírese - río.

Ella ríe conmigo.

-Está bien.

Término de colocar un poco de labial burdeo cuando tocan el timbre de la casa. Supongo que son ellos, la gente de por aquí nunca lo toca.

-Hija, ya llegaron- dice mi madre - ¿Te bajo las maletas?

-Te lo agradecería - tomo mi bolso negro que combina con mi pantalón de tela negro y una polera del mismo color de tirantes; llevo un blazer grueso color burdeo para cuando baje del avión.

Iremos en un avión privado, por lo que me di el lujo de llevar dos maletas con suficiente ropa para todo lo que haremos.

Al salir veo que Alessandro no está por ningún lado, supongo que no iremos en el mismo auto, eso me relaja.

-Adiós mi niña - se despide mi madre y yo le doy un abrazo apretado antes de subir al auto.

El viaje en auto fue incómodo, ninguno hablo y yo solo pienso en las maneras en que puedo solucionar esta guerra.

Se que podría obligarlo a escucharme, pero eso sería anular sus emociones. Otra vez.

¿Cómo será su familia? ¿Sabrá de mí? Su padre estaba bastante alegre y sé que por mucho tiempo le han buscado asistente, tal vez ya todos estén al tanto.

¿Pero qué digo? No creo que sea tan importante.

Al llegar veo a Alessandro apoyado en el auto con un aura que emana sensualidad. Bianco siempre me pareció atractivo, pero estaba tan cegada que nunca había notado que podía ser sexy; esto se está saliendo de control.

-Hola Alessandro - digo sin querer al llegar a él.

Él se tensa, pero luego vuelve a su actitud seria.

-Te pido que no llames por mi nombre - dice y un recuerdo llega a mi.

-Alessandro, no sé qué piensas de mí, pero el trabajo de asistente no me permite pagar estos precios.

Él se congeló en su lugar.

-¿Cómo me dijiste? - pregunta con un hilo de voz - repítelo.

-No entiendo, ¿Dije algo mal?

No es que tenga mala memoria normalmente, pero ahora mismo no recuerdo cómo lo nombré.

-Me llamaste por mi nombre. Repítelo, por favor - dice tragando saliva.

¿En serio había hecho eso?

Es que acaso estaba demente, como se me ocurre llamar por su nombre a mi jefe.

-Perdón joven Bianco, no se volverá a repetir.

Chasquea la lengua.

-Sólo te estoy pidiendo que me repitas lo que dijiste, no estoy molesto.

-¿Quiere que lo llame Alessandro?

Él volvió a tragar saliva.

Me doy cuenta, sé que lo he arruinado cuando noto que las cosas se han invertido y él no piensa bajar ese muro que puso entre los dos y lo único que deseo es calmar esa ira guardada que tiene.

-Perdón joven Bianco, fue mi error - él asiente.

-No perdamos más el tiempo y vámonos de aquí - ahora es mi momento de asentir.

Una vez adentro puedo ver lo lujoso que es, tiene dos grupos de cuatro asientos mirándose entre ellos y un sillón para dos personas. Dos mesas están entre los asientos, perfectos para apoyar una bandeja de comida y el computador; me será útil, tengo mucho trabajo.

-Te sentarás lejos de mí - dice mientras miro todo con detenimiento.

-Pero joven, tengo muchas preguntas que hacerle. No puedo llegar siendo una ignorante con respecto a su trabajo, eso quería mal.

Veo como tiene un debate interno, después de unos segundos abre sus ojos y suspira.

-Bien, pero luego de eso te cambiaras de asiento, no me interesa estar cerca de ti - algo en mi interior se rompió, dolió y no debería.

Tomamos asiento y me ubiqué frente a él. El asiento era tan cómodo que fácilmente podía dormir aquí, pero tenía que trabajar.

Pasé las siguientes dos horas poniéndome al día con algunas cosas de la empresa que desconocía y me puso al corriente de algunas cosas que pasarían en la primera semana. Al parecer necesitaban evaluar su desempeño para ver si estaba en condiciones de ser el director de todas compañías. ¿Eso significa que debía volver a Italia?



#712 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 03.08.2025

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