Bianco

Capítulo 28: Un mal entendido

Alessandro Bianco

Estaba en casa.

La última vez que vine fue hace unos meses.

El día que conocí a Blanca.

Si no hubiera ido ese día al restaurante nada de esto estaría pasando, tal vez las cosas entre nosotros no estarían tan densas.

Aún duele, recordar su actitud, arde, como una llama intensa. Quería su consuelo, un abrazo cálido de parte de ella. Pero que obtuve. Frialdad. Indiferencia hacía lo que yo estaba sintiendo.

Pensé que era parte de ella, no ser tan emocional, pero veo que no es así y que ella puede ser tan sensible como una niña pequeña.

Cuando la vi llorar, me preocupé, olvidé todo mi enojo y corrí a ella. Tenerla tan cerca me erizó la piel, sentir su calor a través de mis manos; su aroma me embriagó y aparecieron mis deseos más primitivos. Pero debía centrarme en ella. Pero luego sale con eso...

No la juzgo, mi hermana ha llorado a mares por libros y ahí he estado yo brindándole chocolates. Pero me enfureció que no tuviera la sensibilidad hacía mi. ¿Qué le hice? No podía entenderlo. ¿Por qué me odiaba tanto? Pero algo tenía claro, ya estaba cansado de este juego. No iba a estar a su disposición, esperando que algo pase. Porque sí, en el fondo me gustaría al menos pasar una tarde caminando tomados de la manos, pero eso no pasará, ya debo hacerme la idea.

Ella tenía una sonrisa en los labios, suspirando, pero su suspiro era alegre, como cuando uno tiene un placer tan grande que el aire corre de manera irregular.

-Joven - dice ella mirándome con esos ojos brillantes -Gracias por permitirme venir a este hermoso país.

-¿Era tu sueño? - pregunto intrigado.

-¿A quién no le gustaría conocer Italia. Este es un país bello. Si te gusta el arte este es el lugar que tienes que visitar - sonríe.

Se ve linda sonriendo, feliz.

-Bien, es hora de partir. Mis padres deben estar ansiosos - camino al auto de la familia que está esperando con ella siguiéndome.

El viaje es tranquilo, ella no quita la mirada del paisaje. Las edificaciones se muestran brillantes ante el sol matutino. Las personas caminan con prisas a sus trabajos. Y eso me recuerda que yo igual debo hacerlo.

Al llegar el conductor baja nuestras maletas y nosotros nos dirigimos a la entrada, donde una empleada nos recibe.

-¡Hijo querido! - grita mi madre caminando de prisa hacía donde nos encontramos. Ella como siempre estaba bastante arreglada. Un pantalón verde y un chaleco de lana negro grueso, lo suficiente para no pasar frio; a pesar de la chimenea.

Ella a diferencia de mí tenía el cabello bastante rubio, pero tenía mis ojos color miel - Por fin llegaste amado de mi corazón - me abraza con fuerza - te ves estupendo.

-Tu también madre, hermosa como siempre - digo devolviéndole el abrazo.

-¿Esta es tu bella novia? - dice esta vez en español, lo que logra que Blanca le de un ataque de tos.

¿Tanto le sorprende?

-Ella no es mi novia madre, ¿De donde sacaste eso?

Ella me mira interrogante.

-¿No lo es? ¿Entonces por qué la traes? - yo suspiro.

-Es la asistente de Roxana, ella estará trabajando conmigo en este viaje - me sincero - mi padre me dio un ultimátum, debía venir con una novia o con una asistente - digo apuntando con la mano abierta.

-Ay, ese hombre, está bien que quiera un heredero, pero no te puede obligar. En fin - dice ahora dirigiéndose a Blanca - un gusto conocerte, siéntete como en casa estas semanas, no mordemos.

-¿Y mi papá? ¿Está en su oficina o en la empresa?

-Está aquí, iré por él, espera.

Ella camina a la oficina de mi padre que está en el primer piso y yo miro a Blanca que mira todo asombrada. Mis padres tienen muchas colecciones de artes y ella está maravillada con todo.

La guio a la sala para esperar a mi padre, donde hay más cuadros.

-Perdón por eso, mi padre, él, cree que somos novios. No sé de dónde sacó eso, mi hermana me lo advirtió, pero olvidé decirte.

-Oh, entiendo - ella se coloca un mechón de su cabello detrás de su oreja - espero que eso no te genere problemas.

-No te preocupes, estaré bien - digo esforzándome en no mostrar emociones - es probable que mi familia sobre reaccione. Nunca traje a una chica, les parecerá extraño.

-Ya veo - no alcanza a decir más porque mi padre entra al salón con los brazos abiertos directo a la mujer que me acompaña.

-Querida, querida, aquí está mi nuera preciosa.

-Papá...

-Qué felicidad, me darás nietos muy hermosos - él toma sus manos y la mira sonriendo.

-Papá...

Blanca, ella se puso como un papel.

-Querido, escucha a tu hijo.

-¿Qué pasó, amada mía? - dice mi padre sin soltar a Blanca, que está demasiado impresionada para hablar.

-No es mi novia - aprovecho de hablar - es mi asistente.

¿Qué? - dice soltando sus manos mirándome alterado. Ha hecho el ridículo y se qué siente mal por eso - ¿Cómo es eso? - me mira.

Suspiro - no sé porque pensaste que era mi novia, pero no lo es.

-No sé, tal vez fue la ilusión de tener una nuera. Mis dos hijos solteros, así jamás seré abuelo - vuelve su mirada a Blanca - Te pido disculpas por este mal entendido.

-No se preocupe - dice ella tímida. ¿Dónde quedó la chica con carácter?

-Mamá, podrías indicarle a Blanca donde dormirá estás semanas - pregunto.

16 horas de vuelos son suficientes para cansar a cualquiera, necesita acomodarse y tal vez darse un baño, antes de comenzar con todo el trabajo que tendremos.

-Hoy no vayas a trabajar - ¿Ah? - acaban de llegar de un viaje largo, Blanca debe estar cansada. Mejor date este días y mañana empiezas a primera hora.

-Excelente idea - dice mi mamá - pediré que les preparen algo caliente, mientras se ponen cómodos. Ven por aquí muchacha, te llevaré a tu cuarto. Es hermoso, ya verás.

Blanca junto a mi madre caminan escalera arriba. Se ve cansada, tal vez es buena idea dejarme un día para renovar fuerzas. Podría ir a ver a mis amigos o simplemente dormir.



#713 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 03.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.