Bianco

Capítulo 33: Un nuevo rumbo

Alessandro Bianco

Había empezado el día con el pie correcto, pero eso no quitaba los nervios. La evaluación de desempeño sería hoy. Y eso iba a determinar mi futuro. Si todo salía bien, tal vez tendría que volver a Italia y eso me generaba un sentimiento de pérdida.

Golpeo la puerta de la habitación en donde se está quedando Blanca, esperando que ya esté despierta y lista. Pero no hay respuesta de su parte y eso me preocupa, ¿Se habrá quedado dormida? Así que sin pensar abro su puerta y no la veo por ningún lado, ¿Dónde está?

La llamo por teléfono; creo que debí empezar por eso. El sonido viene de abajo y mis cejas se arrugan con extrañeza, así que cuelgo.

Cuando llego abajo la veo sentada en el sillón con la espalda curvada mirando su teléfono. Sobre sus piernas está su Tablet y una agenda junto a un lápiz. Me doy cuenta que esta vez tiene uno sencillo de color negro, al igual que su conjunto.

Ella me percibe así que levanta su cara y rápidamente se pone de pie.

-Buenos días joven Bianco - dice dulce, pero muy profesional.

Se siente diferente.

-Buenos días Blanca, ¿Estás lista?

-Sí joven. Tengo todos los papeles que necesita, menos los de contabilidad.

-Esos lo llevo en el maletín, no te preocupes - me acerco un poco a ella y me embriago de su perfume - ¿Vamos?

-Si joven - ella toma su cartera negra y camina detrás de mí.

Se ve extraña, se oye extraña y se siente extraña. Cómo si fuera otra persona, como si no hubiéramos vivido todas nuestras peleas. Recuerdo que le dije que lo olvidara, pero duele su indiferencia.

Soy un tonto.

Camino al trabajo fui repasando todos los papeles que Blanca llevaba en su carpeta, mientras ella iba leyendo en su Tablet.

-¿Qué tanto lees? - pregunto y me digo que sólo es curiosidad, que no es la necesidad de escucharla hablar.

-Algunas palabras de índole profesional en italiano. Algo se me quedará ¿no?

Algo se calienta en mi corazón. Imaginarla hablando en mi lengua materna me llena de ilusión, aunque sean palabras del negocio.

-¿Qué palabra aprendiste? - pregunto.

-Algunas como: redditività (rentabilidad), esperienza del cliente (experiencia del cliente) y competitività (competitividad) - cuenta con sus dedos - los otros me resultan difíciles.

-¿Qué palabras quieres aprender?

Ella se queda en silencio y yo me pregunto cuál será y por qué sus ojos no brillan, al contrario pareciera que quiere decir mucho, pero nuestra conversación quedó inconclusa cuando el auto se detiene en el edificio de mi padre.

-Joven - dice Blanca cuando estamos caminando - le prometo que seré la mejor asistente de la vida - sonríe.

-Bien, eso espero - coloco nuevamente la pared entre nosotros al recordar sus palabras - aquí vamos - digo dándome ánimo.

Cómo todas las veces que he venido a la empresa, todos se giraron a verme. Las mujeres con deseo, los hombres con desprecio.

-Bienvenido joven Alessandro - dice la asistente de mi padre - su padre lo está esperando.

-Gracias. Blanca espera afuera un segundo - le pido con suavidad.

Ella asiente.

Al entrar puedo percibir el aroma de una vela relajante. Todo es claro, muy diferente a mi. Tiene una planta en la esquina a la que cuida con devoción. El lugar está adecuado para la presencia de mi madre, que va bastante seguido.

-Hola hijo - ¿A que hora se levantó para llegar tan temprano - ¿Estás listo para el escrutinio? - se ríe.

-No, pero no por las razones que crees. La empresa va bien - no le he dicho a mi padre de las dudas con respecto a heredar su cargo. Me da miedo hacerlo mal, pero no quiero que el negocio que tanto le costó caiga en manos de cualquier persona.

-Excelente. Antes de la reunión con la junta directiva quiero ver los datos de la empresa de Chile. Todos los papeles.

-Entonces déjame ir a buscarlo. No los tengo todos yo.

-¿Le confías los papeles a esa chica? - dice sorprendido.

-Es buena en su trabajo. Si Roxana aún no la despide es por algo.

Él hace una diminuta sonrisa que yo decido ignorar, porque no quiero saber que significa.

Mi padre revisó cada papel, cada dato, cada número y se vió satisfecho.

-Veo que los informes que mandas son correctos - un pequeño dolor se aloja en mi. ¿Él dudó de mí?

~~~

-Buenos días a todos - dice mi padre luego de sentarse en su puesto en la punta de la mesa larga.

Yo tomo asiento al lado de él y en una silla más atrás está Blanca, lista para escribir en su agenda.

-Buenos días Tomasso - dice uno de los inversionistas - ¿Cómo te encuentras? - pregunta él hombre que no pasará los 55 años.

-Bien, gracias por preguntar. Feliz de tener a mi hijo aquí - dice luego.

-Así es - me da una sonrisa cálida.

-¿Quién más falta? - pregunta quien recuerdo como Artur, un inversionista inglés.

-Mi padre - dice entrando una mujer de unos 30 años vestida con un traje color crema y un peinado tipo bailarina. Es imponente, tiene actitud.

-Mi bella Vittoria - la nombra mi padre - ¿Qué le ha ocurrido a tu padre? - suena preocupado, ¿Quién es su papá?

-Al levantarse se lastimó la espalda. Creo que la edad está avanzando rápido en él - dice con elegancia. ¿Hará ballet? Su postura, su peinado y la manera en que todo lo hace suave me impresiona.

Blanca Martínez

No ha quitado la mirada de ella.

Desde que la quien fue nombrada como Vittoria llegó, Alessandro no ha quitado su mirada. Tengo que admitir que es hermosa, su belleza es sin igual. Incluso más que Alesa.

Me siento pequeña.

Literal y figurativamente.

No soy la única asistente en la sala, pero ella llegó y nos opacó a todas, especialmente a mí. No es secreto para nadie que no soy tan alta a diferencia de Vittoria, no soy tan delgada como ella y mi rostro no es de porcelana como el de ella.



#710 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 03.08.2025

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