Bianco

Capítulo 34: Cisne malicioso

Blanca Martínez

La reunión terminó sin mayor inconveniente. Se fijó una fecha para la siguiente semana para determinar si Alessandro queda como el CEO de la empresa de su padre. Y eso hace que piense sobre la posibilidad de que ya no lo vuelva a ver, seguramente tenga que quedarse en este hermoso país y eso me entristece.

Alessandro se levanta y se despide dando fuertes apretones de mano a cada uno de los inversionistas, conversa con más de uno y yo tengo estar a su lado esperando sin entender ninguna palabra.

-¿Vamos? - me pregunta y no entiendo en qué momento se volvió tan dócil ¿Y el enojo donde lo dejó?

-Alessandro - interrumpe mi respuesta Vittoria - Potrei parlarti un attimo? (¿Podría hablar contigo un momento?) - sonríe dulce.

-Chiaro (claro) - dice Alessandro con toda su atención.

Estúpido.

-Volevo sapere se uno di questi giorni, non so, potremmo uscire a bere qualcosa (Quería saber si un día de estos, no sé, podríamos salir a tomar algo) - me frustra no poder entender nada, sólo puedo notar que le está coqueteando.

Lo noto en su postura, en sus pestañas batiéndose más de lo que debería. Si sigue así va a quedar un problema de por vida.

-Eh - él se quedó perplejo - Non so se è comodo Vittoria (no se sì sea conveniente Vittoria).

-Penso che, al contrario, avresti il voto garantito (Yo creo que por el contrario, tendrías un voto asegurado) - acaricia su brazo. Alessandro se ve muy incómodo.

-Dovresti fermare Vittoria (deberías detenerte Vittoria) - dice con un hilo de voz.

-Perché? Siamo giovani single, non è vero? (¿Por qué? Somos jóvenes solteros, ¿Oh no?) - ella cada vez está más cerca.

¿Qué no se da cuenta que lo incomoda?

-Aspetterò quell'invito Alessandro, dico sul serio. (Estaré esperando esa invitación Alessandro, hablo en serio)

Ella se aleja con un paso lento, como si fuera un cisne. Uno oscuro y malicioso. No necesito entender italiano para saber que eso último fue una amenaza encubierta.

Él camina en silencio hacía el ascensor y yo camino detrás. Su paso es lento y corto, casi como si arrastrara sus pies.

Cuando ya estamos en el ascensor él comienza a tiritar. No sé si de miedo, rabia o un poco de ambas.

-¿Por qué? ¿Qué he hecho? - dice y temo que se coloque a llorar como la última vez, donde fui una total cretina.

Él sigue tiritando y yo me lamento, no ha pasado mucho tiempo desde el incidente del bar y ahora esa mujer lo estaba acosando, era evidente.

-Sé qué me odias, pero ¿Me podrías abrazar? - me mira con sus ojos profundos - sólo será un momento.

No me muevo, estoy sorprendida. Sé qué está pasando por una mala situación, pero abrazar a quien odia, con quien está enojado.

Aparte ¿Por qué dice que yo lo odio?

No se cuanto tiempo pasa, pero veo como él arruga su frente.

-Olvídalo - se gira - sabía que...

No lo dejo terminar cuando mi cuerpo se mueve involuntariamente y lo abrazo. Coloco mis brazos en su cuello, él me rodea la cintura y coloca su cabeza en el hueco de mi cuello. Siento una corriente por todo mi cuerpo.

Soy más baja que él así que aún con zapatos altos tengo que poner mis pies en punta, pero eso pasa a segundo plano cuando lo escucho sollozar y me parte el corazón. Me da ganas de volver y decirle unas buenas palabras a la italiana desabrida.

-¿Qué le dijo esa fea mujer? - le pregunto como si fuera un niño y él emite una pequeña risa.

Se aleja de mí y se siente un frio por todo el cuerpo, como si todo el calor del mundo se hubiera desvanecido.

¿Por qué siento que el abrazo duró muy poco?

Él suspira - no me amenazó, pero se sintió como una.

Yo arrugo mi entrecejo.

-Explíquese - exijo.

-En el auto.

-Pero ...

-Blanca...

-¿Qué?

-Ya llegamos al primer piso - se ríe suave.

-Oh.

Acabo de quedar como estúpida.

Él viaje en auto es silencioso, Alessandro no quiso seguir conversando sobre lo ocurrido y a pesar de que muero de curiosidad voy a respetar su espacio.

Tengo que seguir el plan y ser profesional.

-Blanca, muchas gracias. Ya sabes, por el abrazo - me dice tímido.

-No se preocupe, estamos para usted - hago un saludo militar - ¿Está mejor?

-Si, aunque no sé qué hacer. En todos los sentidos - suspira pesado - podría apostar que mi padre la va a invitar a la fiesta - hago una mueca y él ríe - me gusta ese gesto, muy apropiado, pero poco profesional.

-Disculpe joven Bianco - digo divertida y él ríe y me doy cuenta que nunca lo había escuchado reírse de esa manera. Parece de mejor ánimo - me alegro que de mejor ánimo, cualquier cosa sabe que puede contar conmigo.

-Gracias - toma un mechón de mi pelo y lo deja detrás de mi oreja en un gesto despreocupado.

Esta sensación de nuevo.

-Ella quería que la invitara a una cita - se sincera - y me dijo que me convenía, así tendría un voto asegurado - él baja su cabeza - necesito todos los votos, tiene que ser unánime. No se cuanto poder tiene sobre su padre que es quién votará.

-¿Y no puedes denunciarla? Eso es acoso - me quejo.

-No creo que sirva mucho, su padre es uno de los mayores inversionistas.

Bufo molesta y él emite una sonrisa cálida.

-Tienen expresiones muy graciosas - se ríe - ahora dime, ¿Qué es ese lápiz negro aburrido? ¿ Y tus lápices de colores?

-¿Está diciendo que mi lápiz es aburrido? Es igual a los suyos, o sea, está diciendo que usted es aburrido - lo apunto.

Creo que tiene que distraerse, pero que culpa tienen mis lápices.

-En mi se ve profesional, en ti aburrido - me mira intenso - es parte de ti. Ocúpalos.

Ambos sonreímos hasta que pienso en algo.

-Joven...

-Dime Alessandro. Al menos por ahora - suplica.

-Está bien - digo suave - Alessandro - él tiene una sonrisa en su cara - ¿Y si finge?

-¿Fingir? - él gira todo su cuerpo poniendo total atención.



#710 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 03.08.2025

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