Bianco

Capitulo 42: Entre la espada y la pared

Blanca Martínez

El agua helada baja por mi cuerpo. Estoy en una burbuja, pensando en lo incierto que es todo esto.

Pasan los minutos bajo el agua. Ya es hora de que salga, pero aquí me siento segura, no estoy preparada para que me rechace.

¿En qué momento mis sentimientos se volvieron tan fuertes?

A pesar de la hora el calor está siendo abrazador, pero de todos modos elijo un pantalón verde limón, una polera suelta blanca y un bolso del mismo color. No se donde iremos así que elijo unos zapatos con poca plataforma.

Mientras me arreglo el cabello llegan las nueve. Qué rápido pasa la hora.

-Hijita - habla mi padre entrando a mi habitación - llegó él muchacho, está esperando en el salón.

Eso me alerta.

Tomo mi bolso y corro.

-¡Mamá! - hablo alterada.

-Blanca, mira, él muchacho trajo este hermoso ramo de flores.

Miro a Alessandro sentado en el sillón de mi casa con un ramo de flores de múltiples colores con una sonrisa nerviosa.

-Es para ti - me extiende el ramo - espero que te guste.

Sujeto el ramo y lo acerco a mi rostro para sentir su olor. Es bellísimo.

-Muchas gracias, no debiste molestarte - digo nerviosa.

-No es una molestia, es lo mínimo que mereces - Dios, moriré si continua.

-Ya, vayan, vayan, no se queden mirándose como dos niños pequeños - nos pone en evidencia mi madre - cuídate, cuídala - dice observándonos.

-Después nos cuenta - dice el chismoso de mi padre.

-Por supuesto que no te contaré nada padre - Alessandro se ríe y adoro escucharlo reír.

Salimos de la casa, Alessandro me dirige a su auto, un auto negro descapotable precioso, es estilo antiguo, una maravilla.

-Es precioso - digo.

-Gracias, con este auto conocí a Lorenzo - revela.

-¿Cómo fue?

-Nos peleamos por el auto - él ríe - podrás ver quién ganó.

ambos reímos.

El viaje en el auto fue tranquilo, en silencio, pero esta vez el silencio era cómodo. Había tanto que teníamos que decir. Yo estaba nerviosa de que podría decir. Que quiere hacer con esto que estamos recién experimentando.

Alessandro eligió un restaurante de comida chilena y es un gesto tan bonito. Yo se cuanto ama la comida Italiana y la obsesión de sólo comer eso.

Yo pido una Pulpa de cerdo al horno con cerveza y él chico de ojos miel pidió Tallarines Saltados de pollo, muy italiano si me permites decir.

Yo rio - no puedes dejar la pasta.

-No puedo evitarlo, me encanta - se pasa su lengua por sus labios.

-¿Al menos te gusta, no se, los porotos con longaniza o la cazuela?

-Las probé cuando llegué a Chile y me encantó, pero supongo que me acostumbre a comer lo de mi tierra. Veintiséis años comiendo comida Italiana.

Eso me borra la sonrisa de mi cara.

-Aless - él afirma con un sonido - ¿Te irás a Italia?

Siento miedo, miedo de su respuesta.

Después de un silencio él responde.

-Si, tengo que hacerlo - él me mira triste - la sede central está allá.

-Entonces, ¿Qué pretendes conmigo? Necesito saberlo.

Él me mira con mucha intensidad que abruma.

-Quiero que seas mi chica, de aquí al fin del mundo - responde tan ligero que me hace pensar que lo tiene claro desde hace mucho tiempo.

-Aless - susurro.

-Te confesaré algo, mio caro, mi corazón ha sido tuyo desde aquel día, en aquella fiesta, cuando estabas envuelta en ese vestido negro mostrando más clase que cualquier persona. Tan bella, tan delicada, tan fuerte.

Estoy tan congelada, tan impresionada de su confesión, no me esperaba que fuera hace tanto tiempo. ¿Su corazón siempre fue mío? ¿A pesar de todo lo que yo hice?

-Alessandro - le interrumpo - ¿Me estás diciendo que cuando herí tus sentimientos tu ya estabas enamorado de mi? - digo con un hilo de voz, con el corazón doliendo.

Él asiente.

-Perdóname tanto amor mío, he sido la peor de todas.

-¿Amor mío? Qué me llames así hace que olvide cualquier cosa del pasado - su mirada brilla - eres por lejos la mejor de todas. Tu belleza está fuera de este planeta, tu personalidad es un deleite y tu sensibilidad me derrite. Las mujeres de mi pasado jamás me pidieron perdón, en cambio tu - me toma mi mano - veo en ti el arrepentimiento sincero.

-Alessandro - una lágrima suelta rueda por mi mejilla - eres demasiado para este mundo - él seca mi lagrima - Eres la persona más noble que he conocido. Gracias por tu paciencia, por esperarme.

-No me dejes nunca por favor, no te vayas de la empresa, se mi asistente - me suplica - vayamos juntos a Italia.

Eso me toma por sorpresa.

¿Irme con él a Italia? A uno de los países con mayor arte del mundo, justo cuando he sido aceptada en la agencia de mis sueños. No se que debería hacer…

-Alessandro he soñado con trabajar en esa agencia desde que tengo dieciséis años, no puedo simplemente dejar atrás mi sueño - él me mira triste.

-Pero en un año debo irme, aún tienes tiempo.

Su insistencia hace que siente un calor en mi cuerpo, me recorre y se aloja en el pecho.

-Piénsalo, piénsalo mientras nos conocemos mejor - toca mi mejilla con suavidad dejando pequeñas caricias - mientras fortalecemos nuestra relación.

-Aless.

-Prométeme que lo pensarás - dice y su voz suena rota.

-Te lo prometo, vida mía.



#5429 en Otros

En el texto hay: romance, italianos, asistentes

Editado: 03.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.