Alessandro Bianco
Nunca he decorado mi departamento, no era una prioridad, pero Blanca dijo que eso estaba por cambiar y que este año haría que mi hogar fuera el del mismísimo anciano rojo.
Por eso habíamos hecho muchas salidas para comprar diferentes adornos; guirnaldas, bolitas, luces y cuanta cosa encontró.
Pero nos faltaba lo más importante, el árbol y ella no quería cualquiera, quería el más alto, el más frondoso y yo por supuesto la iba a complacer.
El lugar que hemos elegido está dedicada especialmente a los árboles de navidad, pero para eso debemos recorrer un buen tramo.
Me pongo un short negro con una camisa blanca, mientras que mi chica está usando un vestido negro con florecitas rojas.
Se ve preciosa.
-Estaba pensando que el siguiente mes podríamos viajar a Italia para vacacionar - menciono - ¿Qué dices?
-Digo que acabo de comenzar en un nuevo trabajo, no creo que me lo permitan - va mirando por la ventana como cada vez la ciudad se vuelve más campo.
-Eso se arregla fácil - le cierro un ojo.
-No hagas eso, es deshonesto.
-La mia vita, en serio quiero ir de vacaciones contigo, es una necesidad - le acaricio la pierna tratando de calmarla.
-Veré si me dan el permiso.
-Solo necesitamos una semana - le digo - ya verás que te dan permiso - vuelvo a cerrarle el ojo.
Llegamos al lugar y hay cientos de árboles esparcidos por el lugar de diferentes tamaños. Hay varias personas eligiendo el mejor árbol y el más accesible.
-Elige el que más te guste - tomo un mechón de su cabello y lo dejo un tierno beso - pero que entre en el departamento.
-Tonto - ríe - elegiré el más grande. Quedarás chico a tu lado.
-Eso es decir mucho, ¿No crees?
Ella se pasea por todo el lugar, conmigo, siguiéndola, besándola cuando se detiene, acariciando su mano.
-No me dejas elegir - ella ríe cuando le doy dos besos en su mejilla.
-¿Por qué? Si no estoy haciendo nada.
Ella vuelve a reír.
Últimamente es más difícil permanecer lejos de ella. Es difícil no besarla, abrazarla, acariciarla. Ella se ha vuelto todo para mi, despertar a su lado es un regalo.
-Ya elegí - me despierta de mi ensoñación - es el indicado.
Ella señala un árbol gordo, con muchas ramas, perfecto para esconder algo.
Una sonrisa se posa en mi.
-Caballero, nos llevamos este.
Blanca Martínez
Llegó el 24 de Diciembre entre compras, decoraciones, caricias y besos.
Ambos nos hemos vuelto adictos al otro, pero Alessandro, él siempre está rondando a mi alrededor. Escuchándome parlotear sin parar, siempre con una sonrisa en el rostro.
Hoy mis padres vendrán al apartamento - idea de Alessandro - así que nos hemos levantado temprano para comenzar a preparar todo.
Mis padres llegarán después del almuerzo, así que tenemos poco tiempo para limpiar la casa y preparar el almuerzo. Ya soy toda una dueña de casa.
-Colorcito - me habla Lorenzo desde el baño - ¿Me podrías traer la toalla? - inventa.
-No caeré esta vez - lo reprendo - no hay tiempo ahora.
-Bien - se ríe - tú te lo pierdes.
Alessandro se ha vuelto adicto a mi cuerpo, siempre deseándome y me encanta, me encanta sentirlo, pero siempre hay un momento. Y hoy estoy alterada, es la primera vez que mis padres vienen a nuestro hogar y tiene que ser perfecto.
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Ya el cielo se ha oscurecido, la noche está agradable, perfecto para cenar afuera en la terraza. Pusimos una mesa blanca redonda con diferentes velas blancas y rojas, como si fueran bastones de dulces.
Me encanta.
La comida es agradable, las conversaciones son amenas. Nos ponemos al día. Les cuento como he avanzado dentro de la agencia.
Ya he pasado al siguiente nivel, pero no puedo evitar sentir que me he equivocado, no es para nada lo que imaginé, pero da miedo asumirlo, eso complicaría las cosas. Pero a pesar de que Alessandro me contrataría de nuevo, me sentiría como una fracasada.
Y eso me genera una crisis existencial y ¡Dios! No puedo evitar compararme con Alessandro y su éxito. No desmerezco todo su esfuerzo, las horas sin dormir, sus interminables viajes, pero me siento tan pequeña a su lado. Una diseñadora junior con una crisis laboral.
¿Elegí mal la profesión o elegí mal el rubro?
No puedo evitar pensar.
-¿En que tanto piensas, amor de mi vida? - me susurra al oído Alessandro.
-En nada, no te preocupes.
-Bien, ¿Por qué no abrimos ya los regalos?
-¿No es muy temprano?
-¿Y eso que importa? El tiempo es relativo. Míranos a nosotros.
Yo río.
-¿Abrimos los regalos? - pregunto a mis padres que asienten ansiosos.
Caminamos al salón y a diferencia de ellos que toman asiento en los sillones, yo me siento en el suelo. Tomo los regalos unos por uno y se los paso a sus dueños.
Alessandro recibe corbatas y un buen vino de parte de mis padres. Ellos recibieron unos boletos para un crucero.
-¡No te creo! - grita mi madre.
-No podemos aceptar esto - dice mi padre estirando los boletos para devolverlo.
-Los regalos no se devuelven - dice muy tranquilo - disfruten.
Ellos agradecen. Mi madre al borde de las lágrimas.
Yo recibo un vestido negro con forma de sirena precioso, tiene hombros caídos y un escote en forma de corazón. Además de nuevas acuarelas.
-¡Es precioso! - exclamo - Gracias, me encanta.
Estoy encantada con mi vestido, ya estoy pensando en una oportunidad para usarlo. Podríamos tener pronto una cita en algún lugar elegante.
Miro a Alessandro y lo veo con una sonrisa traviesa y a diferencia de otras oportunidades, no puedo adivinar qué está pensando.
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Comemos el postre en el salón. Yo elijo una porción de helado que decido comer sobre el piso en la alfombra.