Alessandro Bianco
Caminar por las calles empedradas de Roma tomado de la mano de la mujer con la que compartes historia, una historia cargada de peleas, discusiones y citas románticas. Eso no tiene sentido, pero lo tiene y eso me encanta.
Hoy el cielo decidió que era un buen toque que lloviera y no me quejo, le da un aire sentimental. El agua no es suficiente para un paraguas, así que no compramos y no salimos de la casa con uno. Estamos caminando con el agua acariciando nuestros rostros.
Miro a mi lado, a mi bella novia, camina con calma mirando todas las construcciones. Está tan distraída leyendo los letreros que no no se ha fijado que estamos cerca del imponente Colosseo Romano. El lugar al que tanto ha querido venir y al que tanto yo he venido, pero no me importa cuantas veces lo he visitado, esta vez es especial. Su presencia, su calor, es suficiente para hacerlo mágico.
-La mia vita - la llamo.
-Dime corazón - me mira sonriendo inflando sus mejillas.
-Mira al frente - le recomiendo.
Ella lo hace y sus ojos se iluminan y yo definitivamente morí. Esos ojos sinceros cargados de emociones. Veo que hay tanto que quiere decir, pero ella está absorta en la vista del Coliseo y mientras nos acercamos yo le hablo al oído.
-¿Es como te lo esperabas? - acaricio con el pulgar la mano que sostengo.
-Totalmente - dice - la lluvia lo hace diferente, que hayamos venido en esta época del año fue una buena idea. Hay pocas personas. Podemos tomar una buena fotografía.
-Te tomaré todas las que quieras - desvío la atención.
-Tú también saldrás - me apunta y yo sujeto su dedo y llevo su mano a mis labios y deposito un tierno beso.
Llegamos al borde del coliseo y puedo leer un “wow” en su boca.
-¿Entramos? -digo.
-¿Se puede? - pregunta incrédula.
-Si, ya compré las entradas.
Ella ríe - ¡Si! Vamos.
Su felicidad es contagiosa.
Entramos al lugar y tenemos que caminar con cuidado, ya que el suelo está muy húmedo. Es un gran espectáculo. El cielo está gris, lo que lo hace muy teatral.
-¿Te tomo una foto? - ella asiente -mira para acá.
Ella posa dándole la espalda al “escenario” del coliseo.
Ella se ve demasiado bella usando un pantalón jeans negro junto a una chaqueta verde limón, muy a juego. Hoy quise que estuviéramos combinados por lo que conseguí una chaqueta para la lluvia verde oscuro.
Después de ciento de fotos, sola y juntos abandonamos las ruinas. La lleve a comer una buena pizza a una de las pizzerías más famosas de la zona “Li Rioni a Santiquattro”.
Muevo el asiento para ella, para luego sentarme frente a ella. Coloco mis manos bajo mi mentón y la miro, encantado. Cada vez estoy más enamorado.
-¿Te he dicho que eres la mujer más hermosa del mundo? - ella ríe.
-Si - afirma - muchas veces.
-Muy bien, es importante que lo sepas de mi propia boca.
Ella ríe y yo la sigo.
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Después de almorzar esas sabrosas pizzas volvimos a casa, tomamos una ducha caliente y descansamos todo lo que restó de la tarde.
Estar en la cama con ella siempre me va a parecer un deleite. Su piel brillando, su respiración ahogada. Siempre será mi vista favorita.
-Esto no ha terminado - le advierto - te compré algo - suavizo mi voz.
-¿Qué es? - mira la caja que saco del closet.
-Ábrelo.
Ella obedece y saca de la caja un vestido corte sirena de color negro. Es elegante, especial.
-Wow - dice.
Le entrego otra caja.
-Es un abrigo de pelos - ella ríe - nunca he usado uno.
-Bueno ahora podrás.
Le entrego la última caja, esta vez más pequeña. Un collar delicado con una piedra blanca en el centro.
-Es precioso - se le va el aire - Alessandro esto es impresionante.
Amo como suena mi nombre en sus labios.
-Quiero que lo uses hoy - le acaricio el cabello - Quiero tener una cita contigo.
-¿Una cita? - ella sonríe de lado - ¿A dónde iremos?
-Es una sorpresa - beso su frente - te dejo para que te vistas.
-No tienes que dejar la pieza - me hace saber.
-Prefiero ver el resultado final - cierro un ojo coqueto.
Sé que me dará un infarto.
Ella sonríe y asiente.
~~~
Ella sube con cuidado las escaleras del restaurante, con elegancia. Parece la reina de una mafia y eso me parece divertido. Tan empoderada, tan fuerte.
Mi fiera.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana que nos proporciona una vista al coliseo. Tengo pedida esta mesa hace semanas.
-Te vez hermosa la mia vita.
-Tu también - dice sonriendo - te ves elegante con ese traje y esa corbata de moño.
-Tenía que ser algo diferente - ella asiente varias veces.
-Me gusta, aprobado - dice.
-Esto me hace acordar algo - digo cambiando de tema.
-¿Qué cosa?
-Te conocí en un restaurante.
-Si - ella ríe - ¿Qué pensaste de mí la primera vez?
-Qué eras odiosa, que no sabías de respeto - me río - sólo estaba viendo una parte de la película.
-¿Y te parecí linda? - ella sube y baja sus cejas.
-Hermosa, eso fue lo primero que pensé en realidad, pero luego saliste con lo de señor y todo se fue al traste - río.
-Perdón por eso, ahora tengo claro lo mucho que odias ser tratado con ese nivel de respeto. Todo lo contrario al normal de las personas.
-No tienes que disculparte más - juego un poco en mi bolsillo nervioso - si sigues haciendo eso no podremos avanzar. Te amo si, demasiado, ya está todo olvidado para mi.
Ella sonríe.
-¿Tanto es tu amor? - pregunta y yo tomo su mano derecha.
-Estoy tan enamorado que quiero que seas mi esposa.
Con calma, respirando profundo hago lo que estuve esperando todo el día. Coloco en su dedo anular un anillo con una piedra blanca en el centro.