Blanca Martínez
Hemos pasado los últimos seis meses entre planificaciones y pruebas. Todo para que nuestra boda salga perfecta.
Decidimos celebrar nuestros votos de la forma más italiana que encontramos, o sea, de forma alocada. Tres días en total.
Hoy será la cena con nuestras personas más cercanas. Para eso mi familia y amistades viajaron a Europa. Mis padres llegaron hace una semana, al igual que mi amiga. “Es la labor de la mejor amiga estar ahí para ayudar en la boda”, fueron sus palabras.
La familia de Alessandro fue muy amable en pasar sus terrenos para hacer la cena. Ya que es Octubre y aún hay buen clima, es perfecto.
-¿Dónde está mi guante? - pregunto a mis damas: Cecilia y Leticia.
-Estaba en el velador derecho - dice Ceci.
-Lo encontré, gracias - digo.
Estoy nerviosa y aún no es la boda. ¿Cómo estaré mañana? No puedo creer que esté viviendo este momento, nunca pensé que me casaría, menos con un italiano, en Italia. Ha sido toda una locura.
Mis padres se emocionaron cuando vieron el anillo, estaban contentos por nuestra decisión. Mi madre lo esperaba. No le gustaba la idea de que estuviera conviviendo.
¿Lety? Ella me dejó sorda con su grito de alegría.
-¿Estás lista amiga? - pregunta Leticia y yo asiento.
Me decidí por un vestido rosado suave recto hasta la rodilla y unos zapatos blancos que combinarán con el collar y el anillo que me regaló Alessandro el día de su propuesta.
-Bajemos entonces - caminamos fuera de la habitación y bajamos la escalera larga.
Al llegar pude ver a mis padres conversar con mis suegros muy contentos. No hay señal de Alessandro.
-Dios, que preciosa te ves mi niña - dice mi padre llegando a mi - me harás llorar y aún no es el día de la boda.
-Que exagerado - se ríe mi mamá - pero si, te ves hermosa.
Ella me abraza y cuando me suelta es cuando comienzo a escuchar una melodía suave desde el exterior.
Mis suegros sonríen cómplices.
-¿Qué será eso? - dicen con la voz más falsa que encontraron.
-Vamos a ver - dice Ceci con una sonrisa amplia.
Salimos todos a ver cual era el alboroto. Apenas salgo de la mansión veo a un grupo de músicos tocando una sonata y en el centro está Alessandro con un ramo gigante de flores rosadas - él sabia que vestido usaría, es lo que único que puedo pensar - Alessandro está vestido con un traje de color crema con una camisa blanca con los primeros botones abiertos. Ese aspecto relajado le sienta tan bien, que me pierdo en sus ojos miel y no hay nada más para mi. Sólo es él.
Qué desastre
Qué desastre
Es porque amarás
Es porque te amo.
Es una emoción
Es una emoción
Que crece lentamente
Que crece lentamente
Abrázame fuerte
Abrázame fuerte
Y quédate más cerca de mí
Al mundo loco
Lo conozco bien
Sí, estoy bien
Es porque amarás.
Una lágrima cae por mi mejilla, siento tanto que me desbordo como un río después de una larga lluvia. ¿Por qué es tan perfecto? ¿Por qué hacer que lo ame cada vez más?
El coro entra y él se acerca a mí, nuestra familia nos da nuestro espacio y lo agradezco.
Sollozo.
-No llores la mia vita, no hice esto para que llores sino para que en tu hermoso rostro aparezca una hermosa sonrisa.
-Bésame por favor - le suplico.
-A la orden - yo río y nos fundimos en un beso cargado de muchas emociones. Nuestras palpitaciones se sincronizan en un baile perfecto mientras beso a mi novio, quien en un día se convertirá en mi esposo.
El día pasa entre comidas, brindis y muchas risas. Muchos grupos de conversaciones se han formado y me encanta ver a mis seres queridos alegres. Y no pasa desapercibido como Lorenzo corteja a la hermana de mi novio, cosa que no le gusta para nada.
-Se como es mi amigo y nunca lo he criticado porque es su vida, pero mi hermana es sagrada - dice - iré a hablar con él.
-Solo no armes un alboroto - le apuntó con un dedo - dile las cosas con calma.
-Solo lo mataré, no te preocupes - dice riendo y se aleja.
Lo que le da tiempo a Lety para acercarse a mi.
-¿Cómo te sientes? - pregunta.
-Feliz - respondo - muy feliz.
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El día empieza temprano.
Nos movimos a un hotel cercano a la primera parada. La sesión de fotografía. Y puede parecer exageración, pero he escogido dos vestidos, uno para las fotografías, uno ligero y otro grande para la ceremonia. No dejaré que me vea con el vestido antes de la boda.
Alessandro aparece en la habitación cuando ya estoy lista.
-Wow - sus ojos brillan -¿Ella va a ser mi esposa?
-Wow, ¿Ese va ser mi esposo? - digo riendo. Alessandro lleva un smoking negro que se le ciñe al cuerpo - ¿Eso usarás para la boda? - él asiente - te ves de muerte.
-¿No es de mala suerte ver a la novia antes de la boda? - pregunta por dicha costumbre.
-Tu crees que no pensé en eso - lo juzgo - este no es el vestido final.
-Pero si es hermoso - dice.
-Gracias, pero el otro es más hermoso, ya veras. Ahora vamos por esas fotos.
Nos dirigimos al Jardín de Los Naranjos, Alessandro y yo vamos sentados en el asiento de atrás y él no aleja su vista de mi y me está poniendo nerviosa.
-Puedes dejar de hacer eso, por favor - le pido.