Bienvenido a la familia

Lucy

Si no fuera una mujer de 27 años y profesional responsable, diría que vivo en una telenovela. Este sería el capítulo uno, y lo llamaría “Bienvenido a la familia”.

Mi nombre es Lucy, bueno, en realidad es Lucinda. Pero, ¿quién en pleno siglo 21 quiere que la llamen Lucinda? Mi madre me lo recalca cada día, cada hora, cada minuto. Ella está orgullosa de su nombre, que fue el mismo de su madre, su abuela, y así sucesivamente hasta la prehistoria de mi familia. Todas las primeras hijas se llamaban Lucinda. Tengo hermanas, Mina (Carmelina, 25 años) y Lucre (Lucrecia, 23 años). No son nombres originales, son los nombres de las segundas y terceras hijas de generaciones pasadas. Una “Reunión Familiar” en mi casa es como una sala de espejos, por eso nosotras rompimos esquemas y nos llamamos como queremos.

La abuela es muy traviesa, le gusta hacer bromas. La última fue ponerle sal en vez de azúcar al pastel de cumpleaños de mi tía Carmina. Sus 50 más salados. Claro, el verdadero pastel estaba bien escondido en la nevera, pero las velas y el canto fueron con el salado. Estaba hermoso, con muchas cintas de colores y un merengón blanco y rosa. Cuando lo partieron, le dieron a mi tía Lucrecia su alma gemela primero porque ya estaba metida en el ajo y podía disimular hasta que Carmina probara. La pobre lo que le dio fue un ataque de risa, ella sabía que era obra de su madre que siempre las tenía que fastidiar.

¿Por qué Lucrecia es el alma gemela de Carmina? Simple, son gemelas, pero una nació a las 11:50 pm y la otra a las 12:05 am. Aunque tienen la misma fecha de nacimiento porque las inscribieron así, ellas celebran un hoy y otra al otro día. Lucrecia siempre anda lento para todo, es la calma personalizada, nada le apura, nada la molesta, nada la sobresalta y a mí me pone de los nervios. Es medio hippie, siempre riendo y en paz. Mi mamá es la loca extrovertida, la divertida, hija de su mamá no lo puede negar, viven jugándole bromas a todo el mundo y me critican a mí.

Carmina es, a ver cómo explico, Carmina, ni pica, ni corta, es como un nivel medio, entre mi mamá y mi tía. Lo único es que las tres junto a la abuela son mujeres extraordinarias, brillantes mentes un poco maquiavélicas en ocasiones. Juntas son dinamita, lo que no se le ocurre a una lo hace la otra y así, mi vida transcurre entre el amor de esas mujeres que dan todo por la familia.

Los hombres de mi familia, los guerreros. Primero mi padre Alejandro y mis tíos son las almas más nobles que han parido en la tierra y menos mal porque para lidiar con esas mujeres, medallas les voy a poner a ese trío, sobre todo a mi tío Charly (Carlos), esposo de mi tía Lucrecia. Cada vez que ella necesita un retiro espiritual, él la lleva a un lugar exótico, con palmeras, arena o bosque, lo que ella necesite, sin mirar costo. Él trabaja mucho solo para ella y sus hijos, dos demonios que, unidos a mis hermanos, bueno, ellos salieron enteramente a mi padre. Robertico es mi mamá en carne, bello y diabólico, es el cuarto de nosotros, cuando todos pensábamos que la fábrica había cerrado, nacieron los guerreros. Tienen 12 añitos y son la candela todos los días. Esos cuatro hacen una de sus travesuras que para qué contar y mi abuela los justifica con que son pequeños, que ya aprenderán, aunque yo lo dudo.

Luego está Alfonso, el esposo de mi tía Carmina, dicharachero, bromista. Si se une con mi madre, por Dios, eran los mejores amigos en la escuela y todos pensaban que un día se casarían, pero ellos siempre supieron que serían como hermanos. Dicen que tienen historias y locuras que contar de su época que sacan canas a mis abuelos, bueno, a mi abuelo más bien porque mi abuela se divertía de lo lindo con esos dos. Dicen que cuando mi mamá llevó por primera vez a Alfonso a casa, mi tía Carmina tenía como 13 o 14 años y él le dijo que ella sería la madre de sus hijos. Todos lo cogieron como una broma más hasta que cuando se graduó de la universidad y se plantó delante de mi abuelo y pidió la mano de Carmina en matrimonio, se armó la grande. Ellos no eran ni novios, en fin, que se pasaron como tres años para lograrlo pues Carmina le dio una bofetada por fresco, ella no le había dado esa confianza, el muy bruto empezó al revés. Bueno, con ayuda de mi mamá y mi papá pues comenzaron a salir y hasta hoy siguen juntitos como dos caramelitos y con cuatro pequeñitos que no parecen sus hijos, parecen más hijos de Lucrecia, tranquilos, disciplinados, inteligentes, cumplidores. Vinieron de a dos, dos partos, cuatro nenes.

En fin, esa es mi gran familia. Yo estudié medicina veterinaria, tengo en mi casa un mini zoológico. Vivo sola desde los 23, mi familia no aguantaba una mascota más, y yo no puedo ver a esos animalitos solitos, hambrientos, en la calle sin familia que los cuide. A ver, que no me quedo con todos, los voy dando en adopción, pero primero los cuido, curo, alimento, baño, visto, peino, etc., etc., y les busco casita nueva y confortable. Así he tenido 16 perros, 20 gatos, tres loros, una iguana, 2 jicoteas, 13 hámsteres, pero en diferentes épocas, no todo junto por Dios. El caso es que he tenido que hacer una clínica anexa a la casa y ahí atiendo y resguardo a los animalitos.

Ayer me llegó un pony, es muy tierno, es de una niña muy linda llamada Abril. Su mamá se lo regaló antes de morir y ella lo cuida como su mayor tesoro, pero está enfermito, tiene gripe. Sí, los potritos también cogen gripe, es algo que puede ser leve, pero las fiebres son altas y el papá de Abril tiene miedo de que pase a mayores y ella vuelva a sufrir una pérdida más siendo tan pequeña. Pero no, Lucerito, que así se llama, está mejorando rápido. Creo que mañana ya podría regresar a casa. Solo fue necesario darle líquidos y heno blando. Temí al principio que debía darle algún antibiótico por alguna que otra bacteria que tuviera de más, pero sus exámenes estaban limpios de ello. Así que solo fue aislarlo un poco en un ambiente limpio de polvo y a mejorar se había dicho el pony. Hoy debe venir la niña a su visita del paciente y le podré dar buenas noticias. Qué feliz me hace poder ver la sonrisa de un niño cuando su mascota sale de mi clínica sano nuevamente. Cuando tengo que poner a dormir a un animalito, lo siento mucho y me deprimo por días como si fuera mío y ahí llega mi familia al rescate para alegrar mi vida. Hacen parrilla en mi patio, ponen música, bailan, brincan y hasta no verme reír y bailar no se van.



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En el texto hay: animales, amor, veterinaria joven

Editado: 23.08.2024

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