Bienvenidos a Springvale

X . Encuentros desagradables

No pudieron evitar mirar exaltados en todas direcciones, inspeccionando cada ángulo con los ojos bien abiertos, como si esperaran que aquella cosa apareciera de nuevo en cualquier instante. Sus corazones latían con fuerza, descontrolados por la adrenalina del momento. Rose, sin embargo, permanecía completamente inmóvil, como si su cuerpo hubiera sido petrificado por el terror. Sus manos temblaban apenas perceptiblemente, y su respiración, entrecortada, parecía demasiado superficial, como si el miedo le impidiera inhalar con normalidad.

Slade, aunque agitado, se forzó a mantener la calma. Siempre había sido así, el que analizaba la situación antes de entrar en pánico. Inspiró profundamente, tratando de recuperar el aliento y sentir de nuevo el control sobre su propio cuerpo. Entonces, reparó en Rose. Sus dientes estaban apretados con tanta fuerza que sus mandíbulas se marcaban con tensión.

—Eh, oye, ¿estás bien? —susurró Slade mientras comenzaba a sacudirla con suavidad, intentando traerla de vuelta a la realidad—. Rose, reacciona —insistió, moviéndola con un poco más de firmeza. No podían quedarse allí mucho tiempo. Estaban demasiado cerca de la caseta. Demasiado cerca de lo que fuera que acababan de presenciar.

Pero Rose seguía en completo silencio. No emitía ni un solo sonido. Su mirada estaba clavada en el vacío, perdida en algún punto entre el horror y la incredulidad.

—¿También me vas a dar un bofetón a mí? —soltó a Slade de repente, recordando el episodio con Electra.

—No es momento para que te pongas a alzar la voz —espetó Slade en un susurro, rodando los ojos con impaciencia.

Rose parpadeó rápidamente, como si por fin hubiera procesado sus palabras. La ira comenzaba a aflorar en su expresión.

—Te he dicho que no era buena idea venir —murmuró ella, ahora notablemente molesta.

Slade alzó las manos, exasperado.

—Vamos, ¿me vas a echar la culpa a mí de esa cosa?

—Sea lo que sea lo que hemos visto… nos ha visto a nosotros —contestó Rose, ahora con un leve temblor en la voz—. Conoce nuestras caras. ¡Sabe quiénes somos!

Slade apretó los puños, negando con la cabeza.

—Si no te relajas, sí que te voy a dar, pero a modo de analgésico —gruñó, su paciencia empezaba a agotarse.

—¿Es que no te das cuenta de lo jodidos que estamos? —Rose elevó un poco la voz, incapaz de contener su creciente pánico.

—Que pierdas los nervios no va a cambiar nada —replicó él con firmeza.

Rose respiró con dificultad, sintiendo cómo el peso del miedo la oprimía por dentro. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando una salida, una solución, cualquier cosa que la hiciera sentir un poco más segura.

—Déjame gestionar las cosas a mi manera —le espetó, fulminándolo con la mirada.

Pero Slade no estaba dispuesto a seguir discutiendo. Le agarró del brazo con determinación, obligándola a moverse. Rose se estremeció.

—Vas a respirar, vas a calmarte y nos vamos a ir a tu casa pitando antes de que a Mister Sonrisitas le dé por aparecer de nuevo —dijo con un tono burlón, pero la preocupación en su voz era innegable.

Rose se estremeció ante la mención de esa cosa. No necesitaba que le recordaran lo cerca que estaban del peligro. Lo único que quería en ese momento era alejarse lo más rápido posible… antes de que fuera demasiado tarde.

Casi arrastrada por Slade, quien aún la sujetaba con firmeza del brazo, Rose trataba de recuperar la compostura mientras ambos se movían con cautela. No querían hacer ruido, no querían llamar la atención. Especialmente no la de Zac, quien aparentemente había convertido la caseta en su refugio. La sola idea de que estuviera viviendo allí, en ese sitio que ahora les helaba la sangre, hacía que un escalofrío recorriera la espalda de Rose.

Pero su inquietud no se limitaba solo a él. No podían perder de vista la zona. Algo en su interior le decía que debían permanecer atentos, que esa cosa —fuera lo que fuera— aún podía estar cerca. Cada sombra, cada crujido del viento entre las ramas secas, se convertía en una amenaza silenciosa que la hacía contener la respiración.

Descendían por la colina lentamente, con pasos calculados. Slade, con su temple habitual, iba marcando el ritmo. Su cuerpo se movía con determinación, con la postura de alguien que estaba acostumbrado a situaciones de peligro y sabía exactamente qué hacer para minimizar riesgos. Su firmeza contrastaba con la tensión de Rose, quien apenas podía pensar con claridad.

A pesar del miedo que le oprimía el pecho, no pudo evitar mirarlo de reojo. La tenue luz de la luna se filtraba entre las hojas de los árboles, iluminando su rostro con destellos plateados. Sus ojos verdes, siempre vibrantes incluso en la penumbra, parecían brillar con una intensidad inquietante. La determinación en su mirada era casi hipnótica.

Como siempre, dos mechones rebeldes de su oscuro cabello escapaban del gorro que llevaba puesto. Era un rasgo tan característico en él que resultaba imposible imaginarlo de otra manera. Aquel flequillo parecía desafiar cualquier intento de ser domado, igual que el propio Slade, cuya personalidad era igual de indomable y testaruda.

Su expresión seguía siendo seria, tensa, y cada músculo de su cuerpo reflejaba un estado de alerta total. Era evidente que estaba preparado para cualquier imprevisto. Listo para actuar si algo llegaba a suceder.

Y por extraño que pareciera, eso le transmitía una extraña sensación de seguridad a Rose.

Por muy testarudo, sarcástico o irritante que pudiera ser Slade a veces, había algo en él que inspiraba confianza. Tenía una presencia imponente, fuerte y decidida, como si el peligro simplemente no pudiera alcanzarlo. Su forma de moverse, de evaluar el entorno, de sujetarla sin titubear, le hacía sentir que mientras estuviera a su lado, nada realmente malo podría pasarle.

Por un instante, permitió que esa sensación la envolviera, tratando de aferrarse a ella en medio del miedo que aún persistía en su pecho. No sabía si realmente estaban a salvo o si solo se estaba engañando a sí misma, pero una cosa era segura: si alguien podía sacarlos de esta situación, era Slade.



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En el texto hay: paranormal, suspense, inquietante

Editado: 06.05.2025

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