Big Blue Eyes

Capítulo 2

        Big Blue Eyes

-Ya llegué- dijo Sunshine mientras cerraba la puerta tras de sí.

Se quitó la mochila y se dispuso a subir a su cuarto, pero su hermano menor James la detuvo diciéndole:
-Sun... perdón- con cierto aire de pena
-¿Perdón por qué?- dijo Sunshine con cierta incomodidad y preocupación
-Intenté cocinar algo y quemé la comida-
-¡¿Qué demonios hacías cocinando James?!- gritó Sunshine nerviosa mientras se aproximaba casi a saltos hasta la cocina
-Es que mamá y papá no estaban, tampoco estabas tú y tenía hambre así que pensé que podía hacerme algo de comer.... lo intenté, de verdad quería que saliera bien, de verdad lo intenté- dijo James dejando caer algunas lágrimas

Sunshine se aseguró de que las hornallas estuvieran correctamente cerradas  y se acercó a su hermano menor:
-Mira Jimmy, lamento de verdad no haber podido estar aquí para cocinarte algo, pero sabes que no debes acercarte al horno, podrías haber incendiado algo- dijo Sunshine mientras sentaba a su hermanito en una silla y limpiaba lo que se había quemado en la sartén -Además mira, esta sartén está arruinada, a mamá no le va a gustar-
-No lo notará, el poco tiempo que pasa aquí es para dormir, no recuerdo la última vez que hicimos algo juntos los cinco- dijo James casi deprimido

Sun se preocupó de que su hermano con tal edad haya sido capaz de hablar de forma tan melancólica, hablaba como si ya fuera todo un adulto. Algo para nada normal en un niño de 9 años.
-Escucha Jimmy, sé que mamá y papá no pasan mucho tiempo con nosotros, pero lo hacen por nuestro bien, para que vivamos con las comodidades de siempre- dijo Sun sin creerse lo que le decía a su hermano
-Sé que trabajan por nosotros, pero cuando no están durmiendo y están en casa los puedo oír pelear, no me gusta que peleen Sun, de verdad no me gusta- dijo James mientras miraba a su hermana a los ojos.

Sun no sabía qué decir, simplemente se quedó en silencio y pasados unos segundos le dijo tratando de animarlo:
-¿Qué quieres cenar hoy Jimmy?-
-¡Barritas de pescado!- dijo Jimmy mientras volvía a comportarse como un niño de su edad.

 Un rato después su hermano mayor Edward llegó a la casa, Sun le dio la bienvenida como siempre, él simplemente le contestó con una mirada.
-Si tienes hambre te dejé barritas de pescado en el horno- dijo Sun mientras terminaba de colocar la losa en el lavaplatos.
-Ya comí- dijo su hermano con la frialdad que tanto odiaba Sun.

Siguió con la mirada a su hermano mientras subía las escaleras e iba a su cuarto. Sunshine no terminaba de entender como su hermano Edward había pasado de ser su protector contra pesadillas y niños malos, a ser alguien tan extraño e indiferente para ella; era como si alguien hubiera cambiado a su hermano por alguien más, alguien frío y serio todo el tiempo.

Cerca de la medianoche cuando Sun se encontraba hablando con sus amigas en su celular escuchó el sonido de la puerta abriéndose, de seguro eran sus padres, o al menos uno de ellos. Sus sospechas fueron acertadas ya que apenas terminada de cerrar la puerta comenzó otra de sus populares discusiones. Sunshine ya harta de sus discusiones abrió la puerta de su cuarto, miró por el barandal de las escalera a sus padres y les gritó:
-¡Ya cállense!- seguido del sonido de las puertas de sus hermanos abriéndose
-Vuelve a tu cuarto Sun, esto es cosa de adultos- dijo su padre sin siquiera mirarla a los ojos
-No, no es cosa de adultos. Son como niños peleando por todo, no pasa una noche en que no oigamos sus gritos. ¿Por qué pelean ahora? ¿Alguno cerró la puerta demasiado fuerte?- la rabia contenida de Sun ya había sido liberada y hablaba sin tapujos a sus padres
-Mira Sunshine, no te importa lo que tu padre y yo hagamos, si dejamos o no de discutir. ¡Así que vuelve a tu maldito cuarto de una vez!- gritó furiosa Janett
-¡No te atrevas a hablarle así Janett! ¡No te lo voy a permitir!- rugió su padre
-¡No me importa si lo permites o no Joe, es mi hija también!- dijo Jannet con la misma rabia que su esposo
-¡Ya basta!- dijo Jimmy mientras salía de su cuarto y se paraba en la punta de sus pies para poder mirarlos por encima del barandal

La casa quedó en silencio mientras sus padres miraban anonadados a su hijo pequeño
-Jimmy...- dijo Jannett mientras se iba calmando
-Lo siento Jimmy, mamá y yo somos tontos y peleamos por nada. Vuelvan a dormir, ya no pelearemos más...- dijo su padre mientras abrazaba a su esposa

Era evidente para Sun que estaban fingiendo, pero Jimmy se dirigió a su cuarto con una gran sonrisa, así que no se atrevió a decir nada, al fin y al cabo ya habían parado de pelear y por esa noche iban a estar en paz. Odiaba que Janett dijera que ella era su hija, no lo era, sentía un palpitar en la sien cada vez que su madrastra intentaba usarla a ella o a cualquiera de sus hermanos como escudo contra su padre.

Al día siguiente Sunshine se encontraba dibujando en su cuaderno como de costumbre, este dibujo era el de una sirena; o su visión de lo que eran las sirenas más bien, es decir: una aberrante malformación humano-pez, fea como pocas cosas y con una sonrisa aterradora. Ese tipo de dibujos le gustaban porque era como joderse en las ideas comunes de ciertas cosas, un centauro horripilante, un fauno capaz de aterrar a cualquiera y una medusa digna de la mente de H. R. Giger. Sin embargo sus pinturas favoritas eran los paisajes que solía realizar muy de vez en cuando, de pequeña más que nada. Ahí era cuando de verdad demostraba no ser una depresiva post-modernista de esas que tan comunes son hoy en día; sus paisajes tenían un toque único, mezclaba realidad con ficción de tal manera que parecía real, era como si de verdad hubiera un dragón encima de tal edificio o como si un enorme tallo salido de una habichuela atravesara tal calle mientras que enredaderas se le abarrotaban al rededor; niños escalándola tratando de alcanzar el arcoíris que tenía en la cima y un duende esperándolos con grandes ollas de oro.
La maravilla de esa pintura era tal que una vez fue expuesta junto a muchas de sus obras en un museo especializado cuando ella tenía 9 años, recuerda perfectamente que su hermano Edward se enojó con sus padres porque no lo quisieron llevar:
-¡Quiero ir!- gritaba Edward mientras dejaba el tenedor a un lado de su plato
-No puedes Ed, solo pueden ir los artistas y sus representantes, como tu hermana es pequeña y no tiene representante iremos nosotros- explicó su padre para calmarlo un poco
-¡Pero yo soy quién la apoyó, fui el único que le dijo que siguiera adelante, mientras ustedes trabajaban y le decían que no debía dibujar! ¡No son más que unos hipócritas!- dijo Ed mientras se incorporaba de su silla
-¡No nos hables así jovencito! Y cálmate porque estás asustando a tu hermano- dijo Janett mientras tomaba en sus brazos al pequeño James quien solo tenía tres meses de edad




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