Big Blue Eyes

Capítulo 12

                                                                    Big Blue Eyes
Sun despertó con un buen dolor de cabeza, estaba desorientada y casi se levanta de forma rápida y descuidada. Pero un pequeño peso a la altura del estómago le hizo detenerse, miró debajo de las sábanas y era James, Sun había olvidado que James había dormido en su habitación la noche anterior. Intentó levantarse quitando a su hermano con cuidado, pero este igualmente despertó.
-No quiero ir a la escuela, me siento mal- dijo James con voz baja y sobándose el estómago
-Hoy no hay clase Jimmy, es sábado- dijo Sun con una sonrisa ya sabiendo que ocurriría
-Ah, entonces me siento mejor- dijo James levantándose de un salto
-Me alegro, ahora ve a darte un baño, me babeaste todo el pijama anda- contestó Sun
-Ahhhhh, ¿no puedo solamente lavarme la cara?- protestó James
-No, ve a darte un baño vamos- contestó Sun
-Pero no me gusta bañarme, Sun- siguió James con su protesta
-¿Conoces la leyenda que cuenta que los niños que no se bañan por las mañanas les crecen sapos en el estómago?- dijo Sun persuadiendo a su hermano
-Espera, ¿sapos? No quiero sapos en mi estómago... ¿Sapos vivos? No, no quiero saber... ¿Vivos?- preguntó nervioso James
-Si, vivos. Al hermano de una vieja amiga mía le pasó porque no se bañaba, tuvo el sapo hasta que se bañó, y me dijo que fue doloroso en lo que duró- contestó Sunshine
-¡¿Cómoooooo?!- gritó aterrado James
-¿Quieres tener uno? Debe ser feo- dijo Sun con voz lúgubre
-No, no quiero un sapo en mi estómago- contestó James
-Pues ve a darte un baño y no pasará- dijo Sun
James corrió hasta el baño y Sun sonrió triunfante. Bajó las escaleras y ni bien vio a Janette supo que la guerra estaba por empezar.

-¡¿Cómo pudiste venir así a casa?!- gritó con voz tenue
-No empieces- dijo secamente Sun, los gritos de la mujer que tenía en frente la estaban irritando rápidamente
-¿Así vas a hablarle a tu madre?- volvió a rugir la señora
-Ja, ¿madre? Ya quisieras. No estás haciendo nada para que deje de hacerlo. Me hablas bien y yo haré lo mismo- contestó Sun intentando no empezar una guerra campal
-No puedo creer que una borracha me esté diciendo como tratar a mi familia- dijo irónicamente Janette
-¡Bueno ya está bien. Deja de gritarme Janette! Y no somos familia- protestó Sun perdiendo la compostura
-No me hables así jovencita- contestó acercándose más a ella -Parece que tengo que hablarte sola para que te comportes como una mujer- agregó
-Parece que tienes que hablarme cuando menos puedo alzar la voz, cobarde de mierda- gritó Sun reprimiendo la idea de escupirla
-¡Maldita borracha, no te atrevas a volver a gritarme. Soy tu madre!- gritó Janette mirando eufóricamente a su hija
-No eres mi madre, no eres nada para mí. Desde niña me has hecho la vida imposible, ya estoy harta- dijo Sun desahogándose después de tantos años
-Tú te lo buscabas, es tu culpa- respondió Janette
-Mentirosa de mierda, tenías envidia de que papá me quería más que a ti. Y cómo quererte si eres una bruja solamente- gritó Sun

El sonido de una bofetada se escuchó en el aire.
-Niña de mierda, no me hablarás así en mi casa- dijo Janette
Sun respondió con otra bofetada, más dura que el de su madre y más destructiva para el ego de esta.

-¿Te atreviste a pegarme maldita puta?- gritó Janette
-Me tienes harta, vuelve a pegarme y no me conformaré con un cachetazo. Que seas una cerda no es culpa mía, ojalá no estuvieses con papá- rugió Sunshine con odio puro;
Janette no supo que responder. Sun dio por terminada la pelea y se fue a sentar en la mesa, tomó unos cereales y desayunó, algo absurdo porque era mediodía y el almuerzo estaba listo.
-...te...- dijo Janette en voz baja
-¿Qué?- preguntó Sun
-Vete- volvió a decir Janette
-Vete tú. Yo serviré la comida si es demasiado trabajo para la ama de casa perfecta- contestó Sun poniéndose de pie y tomando los guantes de cocina
-No, vete de esta casa- contestó Janette enfurecida
-¿Qué? Púdrete, también es mi casa- dijo Sun también enfadada
-¡Tú te vas de esta casa AHORA mismo! Toma tus cosas y lárgate- dijo Janette explotando de ira
-Está bien, me voy. Pero quiero ver cómo le explicas esto a papá más tarde- dijo Sun caminando con la pisada fuerte hasta su cuarto
-Tu padre es otro pedazo de mierda que no va a hacer nada al respecto- contestó Janette con una sonrisa triunfal
-NO TE ATREVAS A HABLAR ASÍ DE MI PADRE, JODIDA PUTA- dijo Sunshine con odio y fingida calma
-Y tu no me vuelvas a hablar así o cancelo todas tus tarjetas de crédito para que termines en la calle como la zorra que eres- dijo Janette
-Pues al menos yo no dejo que una niña de la mitad de mi edad me deje la mano marcada en la cara...- dijo Sun haciendo enfadar aún más a su madre
-¿Cómo te atreves maldita?- gritó al mismo tiempo que le lanzaba otra bofetada.

Pero esta vez no llegó a ninguna parte, alguien había tomado el antebrazo de Janette deteniendo la bofetada, era Ed quien se había acercado a la cocina debido al griterío que se oía.
-¿Edward?- preguntó Janette al voltear y ver a su hijastro mayor con su mirada serena como siempre
-¿Qué pensabas hacer Janette?- preguntó Ed
-Yo... em... yo...- Janette se quedó sin palabras
-Está bien, me iré, pero tú le explicas a papá por qué no estoy en la casa cuando él llegue- intervino Sun subiendo a su cuarto para cambiarse de ropa

Edward la siguió y le dijo que no tenía por qué hacerlo, pero Sunshine se negaba a escuchar, no soportaba ni un minuto más esa casa y a su madrastra aún menos.
Tomó su bolso y salió de la casa dejando a Edward parado en el marco de la puerta, antes de doblar en la esquina pudo ver con la visión periférica como Edward cerraba la puerta con violencia. Al parecer comenzaría otra discusión.
Unos minutos más tarde a Sun le comenzó a dar hambre, así que se aproximó a un restaurante conocido para ella, pues lo frecuentaba bastante cuando salía con sus amigas. El dueño la reconoció y le ofreció una mesa como de costumbre, Sun pensó un momento y decidió comer algo simple, que le recordaba a su hermano: palitos de pescado. El mesero se extrañó por la petición pero no dijo nada, y el dueño del local quién también era el chef y un amigo de la familia rió al leer la petición pues entendió porqué lo había pedido.




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