Big Blue Eyes
-"Hola Sun, ¿te parece salir el sábado en la tarde? Según el noticiero será un día perfecto, el 5 hará mucho frío y dieron lluvia para el 7. Así que será como burlarnos en la cara de la naturaleza"- escribió Trevor
-"Si, no tengo planes. Además siempre viene bien burlarse de la madre naturaleza"- contestó Sun sintiéndose un poco culpable después de haber enviado el mensaje
-"Genial, ¿a las 4 en los bancos de la plaza?"- volvió a preguntar Trevor
-"Si, no llegues tarde"- contestó Sun
-"Esa es mi línea jajaja"- contestó, pero enseguida volvió a aparecer el icono de "Escribiendo..." en su celular -¿No quieres que mejor pase a buscarte? Nos ahorraríamos el andar caminando- agregó
-"Si es un día lindo hacemos lo que planeamos antes, si no, me vienes a buscar, ¿trato?"- escribió Sun
-"Tenemos un trato"- replicó Trevor
Sun colocó su celular a un costado y siguió con lo que estaba haciendo. Tomó una de sus brochas y retomó sus trazados. Se encontraba pintando uno de sus cuadros favoritos de la infancia: una ciudad normal mezclando elementos fantasiosos. Un hombre paseando a su mascota Cerbero, una familia de hadas celebrando un cumpleaños; un goblin elevando la tapa de las cloacas con la mano mientras se asomaba con curiosidad; una ninfa dando un paseo con su esposo y unos niños que evidenciaban ser sus hijos; un dragón enorme posado en la cima del edificio más alto y un gran sol azul que iluminaba todo.
Limpió sus manos al dar por finalizado el dibujo y salió de su taller de trabajo. Alguien tocó la puerta, Sun bajó las escaleras algo extrañada pues ya era casi medianoche y sus padres llegarían en tres horas en el mejor de los casos. Al acercarse a la puerta principal, miró a través de esta por la mirilla y pudo ver que quien estaba afuera era un anciano con prendas de vagabundo. Se veía el peso de los años no solo en su rostro y cuerpo, sino en sus ojos; un hombre que había vivido muchas cosas y no había tenido suerte en la vida. La imagen de aquel anciano no daba en la absoluto la de un ladrón o asesino, así que Sun se calmó y abrió la puerta.
-Buenas noches tenga usted señorita- dijo el hombre con unos modales que dejaron algo estupefacta a Sunshine
-Igual usted señor. ¿Se le ofrece algo?- preguntó con la vaga idea de lo que respondería el anciano
-Bueno, como usted verá soy un desamparado. Al parecer al gobierno no le gustan mucho los veteranos del ejército. Y terminé en la calle debido a esto. Así viéndome en la necesidad de pedir dinero a las personas que vea y agradeciéndoles de corazón a aquellas que gracias a su misericordia y empatía me dan aunque sea el cambio que tenían en sus bolsillos. Así que como puede deducir estoy aquí pidiéndole por favor si sería tan amable de darme algo; no me importa si es dinero o un trozo de pan- respondió el indigente quitándose lo que alguna vez fue una gorra de lana, y que ahora parecía más bien un trapo sucio; la apretaba suavemente con sus manos en señal de buenos modales.
La educación que el anciano demostraba tener era algo que pocas veces había visto Sun, recordaba cierto lenguaje medianamente similar en las muestras que se organizaban en la capital, donde todas las familias adineradas del país que medianamente se interesaran en el arte iban, más a presumir sus fortunas y logros que a opinar sobre los cuadros expuestos.
-Pase señor, hace frío afuera- dijo Sun intentando no pensar en si sería mala idea dejar que un extraño entrara a su casa
-¿Está segura señorita?- preguntó el vagabundo bastante sorprendido
-Bastante, vamos pase. Puede dejar su abrigo en el perchero- dijo Sun abriendo más la puerta y señalando el perchero que se encontraba justo a su lado
-No sabe lo mucho que se lo agradezco señorita- dijo el anciano entrando a la casa -Es un hogar muy bonito, de pequeño soñaba con algún día tener una casa como esta- agregó luego de dejar su abrigo y echar un vistazo a su alrededor
-Le agradezco el cumplido señor. Dígame, ¿conoce la Sopa de Minestrone?- respondió Sunshine
-No, no la conozco. Espere... ¿va a darme un plato para cenar? ¿Comida caliente?- dijo el vagabundo con la voz algo entre cortada
-Pues sí, ¿qué esperaba que le diera?- contestó Sun
-Un trozo de pan, eso hubiera sido más que suficiente para mí- inquirió el anciano
-De eso nada señor, tome asiento- dijo Sun mientras tomaba la cacerola con los restos de sopa y lo llevaba a la cocina.
Encendió una de las hornallas y colocó la cacerola. A pesar de que el anciano le daba cierta sensación de confianza, no podía dejarlo solo cerca de la porcelana fina de su madre o las bebidas antiguas de su padre; así que mientras revolvía la comida para que no se quemara hablaba con él volteando cada pocos segundos de forma disimulada. Tomó un plato hondo y una cuchara sopera y la colocó frente al vagabundo
-Estará lista pronto, por cierto, ¿cuál es su nombre señor?- preguntó Sunshine dando un tema de conversación para que el tiempo se le pasara más rápido al anciano
-Disculpe que no me haya presentado antes, mi nombre es Emil Broekhuizen- contestó el anciano
-Un placer señor, ¿de dónde viene ese apellido? Si no le importa contestar- dijo Sun formulando otra pregunta
-Es oriental, mi madre que en paz descanse era de Asia Oriental, Uzbekistan para ser exactos, mi padre sin embargo era de Italia. Fue controversial para todos que cuando se casaron decidieron conservar el apellido de mi madre. Tiempo después volvieron a Italia donde yo nací, la bella Génova; tengo tantos hermosos recuerdos de aquella ciudad. Tiempo después decidimos venir a este país ya que mi padre tuvo una gran oportunidad de trabajo. Nos costó aprender el idioma, pero aquí estoy, puedo usar cada palabra en el correcto orden para darme a entender- contestó Emil
-Es una historia fascinante señor, de seguro a su edad tiene muchas cosas que contar. Y seguramente ve el mundo de una forma diferente al resto- dijo Sun volviendo a mirar a la cacerola
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Editado: 22.04.2024