Big Blue Eyes

Capítulo 22

                                                                 Big Blue Eyes

-Despierta Sun, tienes que hacerme el desayuno- dijo James mientras sacudía el hombro de su hermana
-¿Ya son las nueve? Que rápido- dijo mientras se refregaba los ojos por el sueño -James, ¿de verdad crees que son las nueve de la mañana?- dijo notando que estaba todo a oscuras y apenas podía ver a su hermano
-Pues sí, la linterna me despertó y decía que eran las nueve- dijo él con un evidente tono de sueño
-Son las seis James, vuelve a dormir- dijo Sun cubriéndose con sus sábanas en busca del reconfortante calor
-¿Puedo dormir contigo? El pasillo está oscuro- preguntó Jimmy
-No, si estuviera tan oscuro no hubieras venido a llamarme, te conozco niño. Vuelve a tu cuarto- respondió Sun justo antes de dormirse

Dos horas después sonó su alarma, por suerte había tenido un buen descanso y estaba de buen humor. Intentó voltearse para apagar aquella maliciosa cosa que la hacía despertar cada mañana pero algo en su cama la detuvo. Algo de 27 kilos, metro veintinueve y una cabellera rubio claro. Algo bastante similar a su hermano menor.
-James, te dije que fueras a tu cuarto- dijo Sun algo enojada
-¿Qué? ¿Quién me habla?- dijo James sin siquiera molestarse en despertar correctamente o abrir los ojos
-Soy yo, el osito de la montaña- dijo Sun con una voz masculina muy mal hecha, una voz amistosa muy similar a la de Winnie Pooh
 -Ahhh Bear; tengo frío, abrázame un ratito, ¿sí?- respondió James abrazando el antebrazo de Sunshine como si se tratara de un peluche.
"No puedo con ésta cosita tan linda" pensó Sunshine intentando no abrazarlo por lo tierna que la escena le había parecido. Alcanzó un peluche que siempre dejaba cerca de su mesita de luz, una conejita de nombre Carrot que su padre le había regalado hacía más de 12 años en navidad. La miró un momento recordando ese día, luego la dejó cerca de su hermano hasta que pudo zafarse de su mortal agarre y dejar como presa a su compañerita de peluche, quien en su imaginación se encontraba alegre de ser abrazada luego de tanto tiempo. "Tengo que dejar de fantasear conque Toy Story es real" pensó mientras arropaba a su hermano y se metía a la ducha.

"Espero que el anciano que ayudé el otro día esté bien, parecía feliz cuando se fue, pero siento que pude haber hecho algo más por él" pensaba mientras terminaba de secarse. Sunshine había recobrado algo de su magia en las pinturas a raíz de los últimos acontecimientos en su vida. Sus dos anteriores obras no se vendieron, Sun por nada del mundo quiso darles precio; su amigo Félix sonriente y la familia del anciano entre las nubes. Una sonrisa cálida se le formó al recordarlas; una lágrima escapó de su lagrimal derecho, luego una del izquierdo, seguido de una lluvia tormentosa que acrecentaba con el pasar de los momentos. Se sentó en el inodoro y miró al suelo intentando recomponerse, tenía una extraña sensación de ser feliz pero triste a la vez; pensar en lo horrible que debió ser la vida del anciano estando en la calle o pensar en lo que Félix sintió cuando entendió que algo no andaba bien, el miedo, el dolor, los gritos de auxilio. ¿Ella era feliz realimente? ¿Hace un buen trabajo como hermana? ¿Cómo hija? ¿Cómo ser humano siquiera? No encontraba respuestas, sin embargo toda esa nubosidad mental fue opacada por el recuerdo de su sueño con Félix. "Vive por los dos, te lo ruego. Haz lo que yo no pude y sé feliz" le dijo su amigo en su conciencia. Sin molestarse en ocultar el camino de las lágrimas, salió de su cuarto directo a su taller, vio las dos pinturas, colgadas en una pared que antes estaba vacía y empezó a pintar.

Terminó un rato después, a las 11:46 de la mañana para ser exactos. El lienzo mostraba a una joven cuya cara estaba dividida a la mitad de forma horizontal, la parte superior mostraba alegría, los facciones de los ojos daban a entender que se encontraba sonriendo, había luz en ella y una gran paz. Sin embargo la parte inferior mostraba un camino de lágrimas, mostraba como no estaba sonriendo sino aguantando los sollozos, sus dientes ya lastimaban la piel en la parte inferior de los labios al apretarla tanto. Los labios estaban secos, agrietados, la piel pálida a diferencia de la parte superior que mostraba un tono ligeramente más oscuro y vivo. El fondo tenía la misma división, solo que en éste caso la parte superior se encontraba destruida, como si la humedad hubiera afectado la pintura. La parte inferior era más alegre, mostraban personas felices, personas que pasaban el rato en familia.

Sun no era buena poniendo nombres a sus obras, sin embargo ésta junto a sus dos anteriores obras recibió un título. Colocó a "Polaridad" justo a la derecha de "Clemencia", quien se encontraba con "Cumplesueños" a su izquierda. Bajó las escaleras pensando en qué haría para el almuerzo, pero el olor a comida le llamó la atención; pensó que podría ser Janette en su papel de madre modelo. Se asomó por el marco de la puerta y vio que era Ed; parecía de buen humor.
-Que curioso verte cocinando a éstas horas- dijo Sun con un tono de picardía intentando molestar a su hermano
-Bueno, alguien tiene que hacer la comida cuando a la artista le dan sus toques de inspiración- dijo Ed en respuesta
-¿Viste el cuadro?- preguntó entre alarmada y sorprendida
-Nah, no veo nada tuyo que no quieras mostrarme- respondió Edward terminando de cortes unas cebollas
-Esa frase se presta a malinterpretaciones, ¿sabes?- volvió a atacar Sun
-Sabes lo que quise decir, no empieces con tus juego de palabras y ejercicios mentales. Siempre termino mareado- respondió Ed ya habiendo visto venir la respuesta de su hermana.
Sunshine se limitó a reír un momento y le dijo:
-Si quieres te muestro los 3 cuadros que no pienso vender, me gustaría la opinión de mi fan número uno-
Edward dejó el cuchillo y acompañó a su hermana hasta el taller.
-Si haces un comentario del desorden no te muestro nada- dejó en claro Sun antes de abrir la puerta
-Más te vale que no esté tan desordenado como me haces pensar que está con esa oración. Me pediste que limpiara todo hace menos de un mes- Ed aún hoy se enorgullece de haber podido limpiar todo sin caer en la tentación de levantar las sábanas que cubrían las pinturas de su hermana




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