Bijoutier - La Yeminesa Bastarda

Capítulo 1

Las palabras y términos subrayados serán explicados al final del capítulo.

Me encontraba con mis papás comprando artesanías en Puerto Varas, una ciudad sureña ubicada alrededor del lago Llanquihue en la región de Los Lagos en

Me encontraba con mis papás comprando artesanías en Puerto Varas, una ciudad sureña ubicada alrededor del lago Llanquihue en la región de Los Lagos en. Mis papás debían volver a trabajar el lunes al ser la penúltima semana de febrero, era un sábado veinticinco de febrero de dos mil diecisiete, y las vacaciones de verano habían acabado para los tres. Este año debía centrarme en estudiar para mejorar el puntaje de la prueba de selección universitaria, no estaba conforme con los resultados en las pruebas de matemáticas y de ciencias modelo biología, si bien no eran mediocres no se acercaban a los ochocientos cincuenta como esperaba. Me decepcioné cuando vi los resultados en el computador de mi mamá el veintiséis de diciembre de dos mil dieciséis, dos días antes de que cumpliera la mayoría de edad como nueva adulta. Mi papá me dejó que me tomara este año con la condición que decidiera bien qué carrera estudiaría independiente de mi resultado, sino debía irme a trabajar para obtener más madurez.

Estaba buscando algo con algún diseño mapuche o de fauna nativa o ganadera, había en las tiendas artesanales cosas para la casa, adornos con el volcán Osorno que decía "Puerto Varas", otros con el ajedrez gigante de Frutillar, una ciudad más pequeña de la misma región; estuches, ropa de lana con colores, etc.; no me preocupaba alejarme de mis papás tenía mi celular conmigo, como cualquier persona adulta y adolescente en el dos mil diecisiete. Ya había comprado varias cosas: un estuche azul con un dibujo del volcán Osorno, un gorro de lana marrón con algunas ovejas y llamas bordadas, unos guantes también de lana, calcetines de lana para cuando hace frío y dos llaveros con una oveja y un zorro culpeo naranja hecho de lana, no entiendo por qué es naranja como Kurama, el zorro de nueve colas del anime de Naruto, cuando los zorros culpeos son rojizos con pelaje negro como un carbón quemándose en el fuego de un asado. Guardé los llaveros dentro del cierre más pequeño de una mochila grande negra con tres cierres, ordenados de menor a mayor tamaño; me la habían regalado junto a un computador portátil para la universidad en navidad.

No me interesaba lo demás, porque increíblemente en Chile puedes encontrar las mismas artesanías en cualquier rincón turístico del país, por ejemplo; moais en la ciudad de Punta Arenas, al extremo sur magallánico o gorros chilotes en Arica, ciudad que suele mantener un clima caluroso y fresco por estar cercana al mar, esta ciudad está cerca de la frontera con Perú.

Sentí un ligero ardor en medio de mi frente, me llevé una mano y palpé la zona sobre una bandana verde y violeta; era extraño, porque además del calor inusual no sentía resfriada. Era pleno verano, pero la región de Los Lagos se encuentra cerca de la patagonia chilena y tanto en la mañana como en la noche hacía mucho frío, que se sentía peor al ser tan húmedo y al llover casi todos los días, por lo que estaba obligada a usar polerón durante las horas que no se veía el sol en nuestro lado del planeta. Moví la tela de la bandana para meter la mano comprobando que la pequeña y romboide piedra blanquecina de mi cabeza era la causante de ese extraño ardor. Nunca me había pasado esto con la piedra.

"Qué raro ¿Me habré insolado? Esta mañana estaba bien" pensaba frunciendo ligeramente el ceño, extrañada.

La piedra de mi frente no dejaba de arder, se sentía más caliente y se volvía insoportable hasta doler.

Saqué mi celular de un bolsillo externo de la mochila, les envié un WhatsApp a mis papás diciendo: "Voy a salir de la tienda, me voy a quedar afuera en la plaza".

Mi mamá de inmediato me comenzó a llamar, rodeé los ojos y contesté la llamada.

-Aylén ¿Cómo que vas a salir de la tienda? —cuestionó mi mamá exigente.

-Eso po, voy a salir a la plaza un rato —le dije mientras me moví un poco del lugar para dejar a la gente pasar.

-Se supone que andamos mirando recuerdos porque mañana regresamos para Santiago ¿y para qué vas a ir a la plaza? —volvió a preguntar ella con un tono molesto.

-Es que ya me aburrí de mirar recuerditos y quería ir a la plaza a refrescarme un rato, hace mucho calor aquí adentro —le contesté quejándome.

-No me parece, andamos los tres juntos y tú no te mandas sola —me regañó por el teléfono.

Escuché a mi papá diciéndole a mi mamá: "Mary, ella ya no es una niña. Tiene dieciocho años, debe aprender a cuidarse sola".

Los oí discutir por el teléfono.

-Está bien, debes quedarte en la plaza en todo momento y contestar el celular cuando terminemos de comprar —oí a mi mamá dándome permiso a regañadientes.

Mi mamá es bastante sobreprotectora y mandona.

Una de las razones es porque soy adoptada, nunca me lo ocultaron, al principio me costaba aceptarlo, pero mientras iba creciendo y era consciente me fui dando cuenta que no había forma que fuera su hija biológica.




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