Billete de ida (narciso)

Capítulo 15: El diablo.

Capítulo 15: El diablo.

15 de noviembre, 2019.

El médico había dicho que todo estaba bien y el 17 por la mañana ingresaría en el hospital para ser operada.

—¡Qué ganas tengo de verla! —Candance Baltßun está emocionada.

Estamos esperando a que su vuelo llegue, nos encontramos en el aeropuerto de Berlín-Tegel. Según las noticias, el clásico aeropuerto dejaría de operar en un año. La razón era obvia, el aeropuerto está muy céntrico y no se puede seguir extendiendo sin molestar a los ciudadanos. Así que el aeropuerto de Berlín-Schönefeld está en obras y le queda poco para ser el aeropuerto de la ciudad.

Cuando veo a mi tía me echo a llorar. Le había preguntado dónde dejaría a sus perretes y Steffen iba a cuidarlos.

Sigo con la mosca detrás de la oreja, es que es demasiada casualidad. Steffen S. y Steffen Schrödez, ¿podían ser la misma persona?

—¡Mi guapísima Isabel! —Candance habla inglés perfectamente, un poco duro, pero pronuncia muy bien las palabras y da gusto oírla.

Mi tía Isabel se desenvuelve muy bien, trabajó durante un tiempo en un hotel de Benidorm y la condición era aprender inglés, así que también lo maneja bien, con el acento español que nos caracteriza, pero al menos lo hablaba y a quien no le guste, que rabie.

Lleva un equipaje grande, supongo que para poder guardar toda la ropa de invierno ya que, hace mucho frío y la ropa invernal abulta mucho.

Nos abrazamos las 3 y no sé cuál está más llorosa.

—¡Te he traído algo por tu cumpleaños, mi pequeña Nela! —Me abraza con fuerza, como si aún no se creyera que estamos juntas—. Recuérdame que te lo dé.

Isabel iba a quedarse en la habitación de invitados de los Baltßun y yo quería estar también allí, tanto a Erlin como a mí nos parecía una magnifica idea. Pero había un problema: Jhon Schrödez.

Ni siquiera su reciente compromiso le ha ablandado lo más mínimo.

Bastante le había fastidiado cambiar mi cita psicológica a la tarde y que faltara a clase. Por supuesto que, cuando a él le conviene, no le importa. Ahora, si está una García de por medio, la cosa cambia.

Me molesta. Lo reconozco.

Incluso se ofendió porque le dije que quería que mi tía fuera a la consulta con la doctora Dabrowska y no él. ¡Él siempre se está quejando de que pierde horas de trabajo y que tiene que cambiar juicios o citas con sus clientes!

—¿Vamos a desayunar como es debido y luego os dejo en la clínica? —propone Candance—, puedo llevar tu maleta a casa y luego recoger a Erlin del instituto e irnos las 4 a comer.

—¡Eso sería fantástico!

Estoy feliz y sonriendo. ¡Mi tía está aquí!

Caminamos por los pasillos hasta llegar a la entrada y subimos en el coche familiar de Candance. Para venir me había subido automáticamente en la parte trasera del coche y, aunque ella me miró raro, no me dijo nada.

Mi tía se sienta de copiloto y se lo agradezco. Yo me siento detrás.

Narciso: ¿Faltando a clase?

Nela: tengo q recoger a mi tía.

Narciso: ¿Vas a necesitar los apuntes?

Nela: m los vas a dejar??

Narciso: No has respondido a mi pregunta.

Nela: ni tú a la mía!

Si lo hiciera sería genial porque, seamos sinceros, él es el mejor de todos en esta materia y quiere dedicarse al para-nada-apasionante-mundo-de-las-matemáticas.

Narciso: No, yo no dejo nada porque sí.

Narciso: ¿Y bien?

Nela: No haces tratos.

Narciso: Podría saltarme esa norma por ti, sólo una vez.

Nela: también puedo pedirle ayuda a Erlin

Narciso: Puedes, pero no lo vas a hacer.

Nela: seguro??

Narciso: Por supuesto. Entonces, ¿quieres que haga la excepción contigo? Mi oferta caduca en menos de 15 segundos.

Narciso: Tic tac.

Debería preguntarle qué tipo de trato sería, pero yo realmente estoy interesada. Así que le digo directamente que sí.

Me responde diciendo que luego me mandaría foto de sus apuntes y anotaciones. Le pregunto incluso cómo es que está tan seguro de que le voy a devolver el favor y él simplemente se limita a decirme que lo sabe y que lo haré.

Maldito engreído con complejo de superioridad.

Candance aparca el coche en una plaza del parquin y nos bajamos.

—¡Aquí estamos! —Está feliz, no tenía tanta amistad con Isabel como la que tenía con mi madre, pero imagino que le guarda mucho cariño y que, al fin y al cabo, mi tía tiene un trocito de mamá con ella—. ¡Este sitio es de ensueño!




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