Billete de ida (narciso)

Capítulo 26: Seguir volando alto.

Capítulo 26: Seguir volando alto.

 

Soy incapaz de leer el mensaje, no puedo no me siento preparada.

Una llamada entrante. Dos. Tres.

O le cojo el teléfono o este no para.

Mi corazón va a mil hasta que al final hago acopio de toda mi fuerza de voluntad y con manos temblorosas respondo, dejando el altavoz activado.

—Técnicamente entiendo tus celos porque yo estaría igual. —habla de carrerilla, como si llevara un buen rato esperando a soltar las palabras y tuviera algo de temor a callárselo.

Nosotros y nuestros tecnicismos, era algo nuestro, algo propio, algo que me daba un poco más de vida por mi estúpido que sonara o pareciera.

Y qué le hacía yo si me había vuelto un poco dependiente a él.

Tenía sólo 17 años y había, no sólo perdido a mi madre en un accidente, sino descubierto que más que un accidente había sido un asesinato, había presenciado un tiroteo y el asesino y culpable de que vivir me diera miedo me había mirado cara a cara, conectando sus ojos con los míos y hablándome como si él no tuviera nada qué ver.

—¿Nela?

Su voz me devuelve a la realidad, a una realidad que odiaba y a la vez me había vuelto adicta a vivirla.

No respondo no puedo.

Preciosa —Friedrich sabe qué apodo usar en cada momento, me conoce más de lo que yo misma le he permitido conocerme—, tranquila.

Ni siquiera he mostrado un indicio de cómo me encuentro tras mi arrebato por Instagram, pero él intuye cómo me siento y sé que esa palabra es su manera de decirme que no me preocupe.

Empiezo a conocer sus reacciones, aunque lleve sólo unos cuantos meses siendo parte de mi vida, no obstante, yo juraría que Friedrich Vögel me conoce desde hace más tiempo.

Él a mí.

Yo a él no sé hasta qué punto le conozco.

A veces diría que mucho y otras veces diría que poco.

Aun así, no puedo evitar seguir sintiendo algo dentro de mí y no es bueno. Duele y no sé por qué.

Suspira.

—Nela, sé que estás ahí.

Y yo ahora, ¿qué le digo? Me muero de la vergüenza, del miedo y de todo.

¿Por qué no podía ser valiente?

¿Por qué no me permitía a mí misma ser como las heroínas que tanto amaba de los libros que leía tanto en físico como en Wattpad?

Admiraba a los personajes ficticios que las escritoras creaban, pero al mismo tiempo envidiaba no ser como ellas porque yo era una persona de carne y hueso y, muy a mi pesar, me sentía débil.

Quiero contestarle, pero es que no se me ocurre nada y tampoco tengo fuerzas. Había actuado impulsivamente como una tonta y ahora le tenía al teléfono dándome explicaciones.

Explicaciones que no me debía y que, aun así, él me estaba dando.

—Enia es sólo una amiga.

No lo digas, Nela, no lo digas.

—¿Lo has hecho para que te odie como prometiste hacer o para ponerme celosa?

Tonta.

—Porque es una muy buena amiga y ha venido desde Frankfurt a verme.

Una parte de mí sabía que no era quien para pedirle explicaciones, él no me las debía; por otro lado, mi corazón se había agitado al pensar que Narciso me estaba llamando y aclarándome el posible malentendido y, finalmente, estaba una Nela que no reconocía, una con celos y que se sentía fatal por tenerlos, pero que era incapaz de evitarlos.

—En fin, preciosa, descansa.

En otros momentos sé que él me obligaría a responderle, a que fuera consciente de sus palabras, pero ahora no.

Ahora está con Enia y ella es su prioridad.

Pensamientos intrusivos. Demasiada presión hacia mí misma.

Me había querido aclarar la situación, de quién se trataba. Pero sólo había dicho que era una amiga de su ciudad natal.  

Era suficiente para creerle y el tener la sensación de poder estar agobiándole con todo lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor, me hacía sentir mal.

 

~*~

24 de diciembre, 2019.

Era Nochebuena, mi primera Nochebuena sin mamá. Llamo a mi tía y nos felicitamos la fiesta.

Hoy ha nevado y termino de maquillarme antes de ponerme el nuevo vestido que Caroline ha dejado en mi puerta.

Un Rocco Pfeiffer, cómo no.

El sentido de la moda de Caroline Koch era fabuloso y envidiable y, Rocco Pfeiffer como diseñador me parecía un gran talento.

Nunca me había interesado la moda, pero siempre había admirado la ropa bonita y, esto era una maravilla.

El vestido era verde oscuro, de mangas con capa asimétrica y espalda abierta, corto y bastante sensual y elegante.




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