INMORTALIDAD CUANTICA.
SABAOTH.
MÁS ALLA DE LA VIDA Y LA MUERTE.
“El mayor enemigo de un científico, es creer que lo saber todo. Pero el mayor enemigo de una persona, es creer que es mejor que otros”.
Dahlas White, Director de la D.L.W.
Dewit solo recordaba un pequeño atisbo de su propósito en la vida; en un momento determinado había sido alguien, y de un momento a otro se había vuelto en un cadáver. Sin embargo, La oscuridad que lo embargaba era cálida, era como si la oscuridad lo estuviera consolando, podía escuchar voces en la lejanía, voces que lo llamaban, algunas veces lo llamaban amigo, en otras lo llamaban traidor, pero al final de todas esas voces e imágenes siempre auguraba la muerte, al final de ese viaje moría y el circulo se rompía.
Entonces desde esa soledad, otra voz se alzó en la oscuridad.
“¿Quién eres?”
La voz era como un eco procedente de la lejanía, y Dewitt solo levanto la mirada y abrió los ojos con pesadez, como si lo hubieran despertado de un largo sueño, se sentía pesado, cansado y con los ojos pesados.
“¿Quién eres?” Repitió aquella voz, esta vez con más fuerza.
--- Soy… Yo soy.--- Dewit intento contestar, pero no tenía fuerzas para hablar, apenas podía articular algunas palabras y después su voz se cortaba, como si se anulara por completo.
“Uhm…. Estas lejos; todavía no puedo alcanzarte”. Dijo aquella voz desde la oscuridad absoluta.
Entonces Dewit, abrió los ojos con más intensidad, como si le hubieran arrojado una cubeta de agua helada, alzo la vista buscando en la oscuridad. Dewitt se dio cuenta de que aquella oscuridad se parecía más a una masa espesa que lo envolvía todo, parecía una forma de neblina espesa que creaba formas y se diluyera conforme el avanzaba.
“Aun estas lejos”
Dewitt volvió a estudiar se entorno intentando observar al individuo que le hablaba en la oscuridad.
--- ¡Muéstrate!--- Exclamo, observando hacia la infinita oscuridad.
Entonces, tras un determinado momento escucho el sonido de unos pasos, como si algo no humano se acercara a él; de hecho no parecían pasos, parecía como si estuvieran arrastrando un cuerpo, y de la oscuridad se escuchó murmullos procedentes de las brumas. Parecía como si la niebla espesa se alejara.
“Ahora te puedo ver”. Dijo.
Dewitt volteo de manera inmediata y dio un salto hacia atrás asustado, retrocedió rápidamente solo para tropezar en el suelo, al tiempo que observaba aquella figura primigenia. La figura que se presentó ante él, tenía la cara de un molusco, parecida a un pulpo con múltiples tentáculos y llevaba una túnica que arrastrada hasta el suelo; de hecho más que una túnica parecía ser una especie de atuendo que fluía de arriba hacia abajo y se combinaba con la absoluta oscuridad, sus ojos eran como dos luces verdes que brillaban en aquella oscuridad y mostraba su verdadera forma; la criatura volteo su mirada hacia la oscuridad y asintió. Cuando efectuó esta acción otra serie de criaturas muy parecidas a la primera se arremolinaron rodeando a su contendiente.
Presa de un pánico y una desesperación hasta el momento desconocidas para él; Dewitt se levantó de un brinco y empezó a rogar por su vida. Algo iba mal, algo iba terriblemente mal. Entonces una de las criaturas se acercó a él, inclino la cabeza y lo observo con una mirada privada de emociones, parecía como si estuviera hurgando sus memorias, como si estuviera metiendo las manos en su cabeza. De manera inmediata e inadvertida la criatura se alejó detectando que su presencia era hostil para su captor. Sin embargo, antes de retirarse asintió a sus adentros.
“Es él”. Dijo.
El resto de criaturas reunidas levantaron las manos como si fueran a dar un juramento:
“Desde este momento, hasta el fin de las eras, juramos proteger al contendiente de cualquier amenaza, juramos ante la fuente y juramos ante la vida y la muerte anteponer nuestras vidas para defender al último contendiente, juramos protegerlo de cualquier influencia, ya sea dimensional o universal, y que este juramento quede grabado en nuestras pieles y nuestras carnes, hasta que el eón caiga y el cisma converja. Prometemos solemnemente consagrar nuestras vidas al servicio del contendiente, y que así sea hasta el fin de las eras”.