Yoongi lleva un abrigo de tortuga blanco para ocultar los chupetones que le causan picor al estirarse. Un nuevo día más en la tortura medieval que era ir a la universidad en bus, tenía que ver cara a cara a los fumadores en la entrada y le da miedo solo pensar que ese asqueroso olor se va a enterverar entre sus ropas.
—Yoongi, hijo mío, entiendo que te sientas mal por tener que venir en bus—le dice la mamá, el aludido hace pucheros, sus piernitas le duelen, la cabeza le da vueltas y le pica la retaguardia.
—Mamá, lo entiendo, pero...—sus ojos navegan a un moreno alto que se encuentra entrando a la universidad, la mandíbula fuerte, su estatura, su figura dominante, hace cosquillas en la boca de su barriga. Finge no verle, porque a él le gusta Jeon, a él no le importa, lo que haga o deje de hacer el otro, se repite a sí mismo para no enloquecer más de lo que estuvo después de que Tae se fue de su casa.
—Te prometo que la próxima vez te traigo en auto—a la mamá de Yoongi, Jisoo, tampoco le parece que su hijo esté expuesto a esas personas de extraña procedencia que se fuman porros como si fueran copos de azúcar—Bueno, hijo, nos vemos—dice besando la mejilla de su hijo, como puede reacciona, su cuerpo no puede evitar pedir a gritos que cierto moreno se le acerque, sin embargo, su parte racional se opone definitivamente a eso.
El problema es que le gusta Jungkook, osea eso, su cerebro entiende muy bien, no puede evitar ilusionarse con cada gesto que él otro le hace, pero su trasero y piernas no entienden que no pertenecen a ese glotón que se come pizzas del basurero a cinco dólares. Niega con la cabeza, tal vez todo este deseo puerco se deba a que han compartido demasiados encuentros íntimos que le hacen que su cabeza no pare de pensar en lo dulce y cariñoso que es.
Suspirando se dirige a su casillero, convencido de que debe de dejar de pensar en ese pendejo, una carta cae en el suelo, la recoge y sonríe.
Faltan 10 días para tu cumpleaños.
Cumplirás 19, serás mayor, pero nunca dejarás de ser tan bello como cuando te conocí, con tu linda gummysmile, con tu increíble sentido de humor, y que siempre estás cuando te necesitan.
Te quiero muchisimo. Disfruta este pequeño regalo. El próximo será más grande.
—Hey, Yoongi—le saluda el dueño de sus sueños, el pálido se queda en shook, porque no puede dejar de ver los ojos castaños de su crushito, su boquita se abre en sorpresa de que le esté hablando y el más alto no puede evitar hacer cochinadas con esos labios rosaditos ajenos.
—¿Q-qué pasa?—el aludido tartamudea, coge todos sus cuadernos que necesita para la próxima clase, dejando encima de todo, la carta y el chocolate encima, el otro le mira lo que está escrito, su mente hace click y se le ocurre una gran idea.
—Tienes alguna idea ¿de quién sea el que te manda esas cartas?—pregunta el más grande, Yoongi lo mira extrañado, niega con la cabeza, unas palabras pasan por su mente, sin embargo, se niega a creerlas, no puede ser posible. Se vira a ver si el moreno está por ahí, sin embargo, una mano lo jala hacia delante, su rostro choca con el pecho del más alto, frunce los labios, aspirando el olor ajeno, no huele tan bien como Tae, es más bien un olor cítrico... se pinchan las mejillas ¿por qué es tan difícil dejar de pensar en el chico de la sonrisa cuadrada?
—No sé—susurra en el pecho de Jungkook, que suprime gritar lo tierno que se ve, parece un gatito al cual quiere proteger de este mundo cruel—Tal vez solo sea Hoseok que quiere alegrarme mi cumpleaños.
—No, bonito, soy yo—y lo estrecha de los hombros, el más bajo abre sus ojos de sorpresa, entre todas las personas que pensaban que podían ser, nunca se imaginó o mejor dicho nunca quiso ilusionarse con que era su crushito, osea es imposible ¿cómo es posible? ¿magia negra? Ese amarre que usó la otra vez ¿funcionó?
—Y como te decía... por esa razón las naranjas son mejores que las toronjas...—Jimin mira con enojo a su amigo que no le está prestando atención, ve dónde se dirige la mirada del moreno y sus ojos de medialuna se abren como platos—Diablos.
Editado: 24.12.2020