Bitácora de un muerto #1

Capítulo 4 (mi último día)

El sonido del metal chocando me asustó pero me calme cuando vi a Magne, mi mejor amigo desde la infancia, con una sonrisa maliciosa.

 

Estaba más sensible el día de hoy y no sabía que era. Aunque yo siempre estaba sensible, o eso me dicen mis amigos, era una persona que en cualquier oportunidad lloraba, ya sea por tristeza o felicidad, por cualquier canción de Taylor Swift o porque me hayan regalado algo, siempre lloraba y Danea siempre se reía de mí por eso, aunque ella decía que era una parte tierna de mi personalidad. 

 

Pero ese día era diferente, no sabía si era porque me había dormido a las cinco y despertado a las siete o que tenía un mal presentimiento pesado desde la madrugada .

 

--Uh, amigo, te vez horrible. —comentó haciendo una mueca, suspire y cerré mi casillero.

 

--Muchas gracias, Mag, no lo había notado.

 

--Tienes un humor de perros, ¿Dónde estará Danea para que te alegre el día?—se alzó de puntillas, hizo con sus manos como si fueran binoculares y miró por todo el pasillo, aunque no hacía falta que hiciera eso porque el desgraciado media un metro ochenta.

 

Además con el pelo naranja que tenía Danea se veía desde el final del pasillo. Danea apareció con su sonrisa radiante acomodándose el cabello naranja corto detrás de las orejas, su perfume de vainilla me embobó. Y detrás de ella mi otro mejor amigo West me miró con las cejas en alto.

 

--Te ves horrible. —dijo tan frío como siempre, ni siquiera sabía cómo era que estaba enamorado de Magne. Danea le dio un codazo en el estómago, regañandolo con la mirada  y se acercó a mí.

 

--Mariposa. —la saludé pasando un brazo por su cintura y atrayéndola hasta besarnos, sus labios sabían a fresa y chicle, había algo mágico que me hacía no querer soltarla.

 

West fingió vomitar mientras que Magne lo abrazaba por detrás, pasando sus brazos por su cintura.

 

–Cursis. —Volteo a ver a Mag y lo miró con una sonrisa -- Hola. -- dijo y dejó un beso en sus labios.

 

--Si como si ustedes no fueran los malditos cursis. —contraataque.

 

--Yo no llamo a mi novio “mariposa”. —defendió West, Magne apoyó su mentón en su cabello, gracias a la diferencia de altura, y sonrió sabiendo que se venía otra ridícula pelea.

 

--Yo no llamo a mi novia “chocolate pasión”—mis dos mejores amigos se sonrojaron y Danea estalló en risas.

 

Como era costumbre yo agarraba la mochila de mariposa y la cargaba, pero hoy cuando la agarre me la colgué en el brazo, gesto que desconcertó a Danea.

 

--¿Pasa algo?

 

--¿Por qué tendría que pasar algo?—un sudor frío recorrió mi cuello, ellos sabían mi situación con mi padre pero no sabían que se muchas veces se pasaba, no quería preocuparlos, aunque lo hacían de todos modos.

 

--No te colgaste el bolso en la espalda.

 

--Es que ayer tuvimos un entrenamiento de fútbol pesado y…--inventé nervioso.

 

Danea me pinchó con su dedo mi espalda haciendo que el dolor subiera, di un pequeño salto acompañado de un chillido de dolor.

 

--Tu padre nunca te ha golpeado en la espalda. —dijo con un tono preocupado Magne.

 

--No fue el, solo me caí. —tarde, porque Magne me había atrapado las manos, West me estrujo contra mi casillero y Danea alzó un poco la camisa por mi espalda. Daba gracias al señor que los pasillos estaban desolados no quería que nadie viera esa escena. 

 

Había algunos cortes que estaban vendados pero otros no, papá se había desquitado mucho conmigo y algo llamado cinturón de cuero me golpeó la noche anterior. Nunca había usado algo para golpearme y no sabía si había sido la cantidad alta de alcohol consumida o que mi madre y mis hermanas se habían quedado en casa de la abuela esa noche lo que hizo que se comportara tan salvaje.

 

Pude ver la cara de Danea, se puso pálida, sus ojos se llenaron de lágrimas y tenía las manos temblorosas, oh no, no quería verla llorando.

 

--¿Por qué no lo has denunciado? ¿No quieres ser libre?—dijo con voz temblorosa, mis mejores amigos también me miraron con caras pálidas.

 

--Lo he tratado pero cada vez que llegó a la estación de policía me acobardo. —dije cuando los chicos me dejaron, atraje a Danea en un abrazo enterrando mi cabeza en el hueco del cuello con ganas de llorar.

 

--¿Y si vamos todos juntos hoy? ¿Qué te parece?—propuso Magne dándose aire para calmarse. Asentí atrapado en las caricias de la mano de Mariposa en mi cabello.




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