Había estado escribiendo una bitácora; la bitácora de un muerto.
Escribía todo lo que recuerdo de mi pasado y lo que pasaba en el presente, para desahogarme de mis penas y lamentos.
Pero un día ese libro se cayó de mis manos y traspasó el piso.
--¿Qué vamos a hacer? ¡Se ha caído mi diario al mundo de los vivos!—le dije a Roma un poco alterado—espera ¿ellos podrán leerlo?
--Depende. Es que no se mucho del tema porque casi nunca pasan este tipo de cosas pero un día en el infierno el dios de la muerte se le cayó su diario y cuando un chico lo agarro lo pudo leer y todos los que lo tocaron lo podían leer—dijo Roma sentada en el panel buscando donde había caído mi diario.
--Pero ¿Qué pasa si alguien lo lee?—dije con nerviosismo jugueteando con el collar en mi cuello.
--Nada, tal vez no le de importancia, pero si tendríamos que preocuparnos si lo encuentra…mierda. —dijo y mire el panel.
No lo entendí hasta que vi a mis amigos que estaban en el parque sentados bajo un árbol, en ese entonces no tenían mucho tiempo ya que estaban en la universidad pero habían hecho tiempo para ir al parque y despejarse un poco.
Danea bebía una malteada con la cabeza en el hombro de Braden quien leía un libro y de vez en cuando participaba en la conversación, era una persona callada e introvertida para la personalidad extrovertida y despampanante de mariposa. West tenía la cabeza en el regazo de Magne quien le acariciaba el cabello y de vez en cuando se daban uno que otro beso. Algunas veces habían personas desubicadas que pasaban y los miraban con asco o soltaban unas maldiciones pero ellos lo ignoraban.
--Maricones de mierda. —grito un chico que pasaba por su lado.
--Por lo menos yo si tengo pareja—le gritó Magne haciendo reír a todos.
Pero de repente una cosa, mi libro, bajó del cielo y aterrizó en el pasto justo en el centro del círculo que habían hecho, eso les llamó la atención, Danea y West gritaron, Magne y Brandon a la vez lo tocaron intentando ver que era.
--Mierda, ¿Qué es eso?—preguntó Danea con miedo.
--“Bitácora de un muerto”—leyó en la portada Branden-- ¿creen que sea una broma?—todos miraron hacia arriba para ver si no había alguien desde el árbol pero no había nadie.
--¿Qué? No me mires así, Roma, quería ponerlo bonito. -- dijo al sentir la mirada de reproche por la portada, poniéndome rojo de la vergüenza.
Danea lo agarró y abrió la tapa para ver que decía, se llevó la mano a la boca temblando, pálida y con los ojos llenos de lágrimas.
--¿Qué pasa?—preguntaron al mismo tiempo los chicos.
--“Bitácora de un muerto por Brais Shepard”—con la voz entrecortada. Los chicos uno por uno agarraron el libro y tuvieron la misma reacción que Danea al leerlo.
--¿Tú crees que sea de él?—preguntó la chica.
--¿Pero cómo es posible?—preguntó Magne—,cayó de la nada.
--Tal vez sea un regalo de él—murmuro West—tal vez lo mando para nosotros para leerlo.
Pasaron toda la tarde leyendo con lágrimas, risas y anécdotas.
Danea ese día fue a visitarme con el libro en la mano y sonriendo me dijo:
--Gracias, amor mío, por este regalo lo guardaré siempre no lo dudes.
--De nada, mariposa. —murmure con una sonrisa.