Esta historia mayormente estará narrada en primera persona, en los dos primeros capítulo emplee el narrador omnisciente porque claramente los muertos no hablan.
La luz lunar se cuela por los ventanales del viejo rancho, las cortinas de tussor se elevan por la brisa que logra infiltrarse y el olor metálico combinado con la tierra mojada se impregna en todo el salón.
Frente al ventanal se encuentra Black, un hombre físicamente temible. En su rostro irradia miedo y oscuridad. Su tamaño es intimidante haciéndote sentir inferior a él, sus facciones son rudas, de poca barba, ojos cafés dorados y tiene una cabellera negra ondulada que cae sobre sus hombros.
El hombre con cierta concentración, observa serio como el líquido rojo cae de arriba y salpican en los charcos que cubren el jardín conformando una piscina. Los murmullos a su espalda se escuchan y hacen un eco en la habitación, pero predomina el sonido de la lluvia haciendo que ignore por completo su entorno.
El rubio de nombre Vincens se acercó y colocó la mano sobre el hombro de Black, él giró la cabeza para verlo. El rubio con una sonrisilla divertida colocó el broche que tiene en la palma de su mano frente a los ojos de Black.
—No te pongas sentimental, este trabajo siempre será cruel, es nuestro castigo por pecadores —dijo el rubio con un toque de burla.
Black miró a la cara del rubio con aborrecimiento, para luego posar los ojos en el broche, parpadea un par de veces antes de sacar las manos de sus bolsillos y tomarlo.
—Somos sujetos inexistentes por ende no tenemos emociones —comenta Black, manteniendo en su cara la anterior expresión, prosiguió a colocarse el broche en su pecho sujetándolo en el bolsillo de la chaqueta del traje de lino—. Soy la muerte, y la muerte no siente.
Vincens ensancha la comisura y asiente levemente con la cabeza.
Son ángeles de la muerte, también se les conoce como arcángel o la muerte. Tienen la misión de recibir las almas de los muertos y conducirlas para ser juzgadas.
Estos ángeles fueron seres humanos alguna vez, almas que al morir y ser juzgadas fueron condenadas por sus pecados mortales cometidos en su vida, obligándolas a servir a tres Dioses superiores como castigo para luego ser perdonadas. Puesto a que el castigo lo llevará a detestar el pecado cometido con la resolución de no volver a pecar en sus próximas vidas.
Black camina dejando al rubio atrás hasta llegar donde se encuentra una mesa de madera con un vestido de seda que se halla en el gran salón, sobre ella yace un jarrón con unas rosas lilas casi marchitas y una caja de madera reposa a su lado. El hombre toma la caja del lateral con una sola mano, para luego voltear en dirección donde se encuentran los demás arcángeles con sus espléndidos trajes negros a la espera de la orden que será dictada por su superior.
Además de los tres Dioses, entre los arcángeles hay superiores llamadas 'Las Parcas' son tres que personifican el nacimiento, la vida y la muerte, la tercera parca se encarga de conducir las fallecidas a los lugares donde pertenecen y este es el superior de los ángeles, tomando siempre el mando sobre todos los misioneros; los nuevos, los ángeles SC (suicidios), y los ángeles incógnitos que son los que sus cuerpo no han sido hallados en la tierra prohibiendo el descenso a los cielos, infierno o purgatorio, estos últimos no tienen trabajos pesados su trabajo es ordenar las almas por número de identificación.
Todo arcángel o parca tendrá que completar un número de almas para culminar el castigo, luego arrodillarse frente a los tronos de sus superiores y finalmente ser perdonados. Les concederán la entrada a los cielos y posteriormente podrán regresar a la tierra de donde fueron tomados.
Black es la Parca que personifica la muerte, es el Lord y superior entre los arcángeles, pero inferior entre los tres Dioses.
Él levanta su mentón con superioridad y en la mesa del centro deja la caja que contiene 234 sobres negros adornados con un hilo dorado. Cada ángel pasa a tomar uno y antes de poder abrirlos les explica con detalle cómo será el procedimiento que se llevará a cabo en orfanato. Minutos más tarde al terminar la charla da la señal de que pueden abrir los sobres, el contenido de dichos sobres es una pequeña tarjeta de cartón blanco y en ella está plasmada el nombre, edad, fechas y causa de muerte bordado con el mismo hilo dorado del alma que le corresponde recoger a cada arcángel en el reino de los vivos.
Al momento en el que todos abrieron el sobre y vieron el alma asignada una oleada de quejidos toma el salón, mientras otros suspiran con alivio.
La parca procede a abrir el último sobre que queda en la caja:
N° ID: MD. 002658
Daniel.
Edad: 6 años.
Nació: 5 de febrero 2012, al 8 de agosto 2018. Hora: 19:15 PM.Causa de muerte: severa infección de E. Coli.
Le echa un vistazo y volvió a guardar la tarjeta en los bolsillos del saco.
—Prepárense, salimos en cinco minutos —anuncia la parca en voz alta.
Todos captan su orden, proceden a colocarse los broches y las túnicas sobre el traje, subiendo la capucha que ayuda cubrir gran parte del rostro de los arcángeles.
Los arcángeles no tienen un rostro, solo son una silueta humana, una sombra negra, no son humanos, pero los arcángeles que bajan al mundo de los vivos se les exige tomar una para recoger a sus almas asignadas, tienen que asegurarse de que no se asusten y huyan de ellos, sería el mayor de los problemas y una falta grave ante los ojos de los tres dioses. Pero escoger un rostro que los hunos perciban como agradable suele ser bastante complicado.
Los ángeles de la muerte y parcas tienen una serie de normativas rígidas por la RAMC son normas que tienen que cumplir. Al faltar a una de ellas no serán perdonados y serán lanzados al lago de fuego para disolverse y finalmente desaparecer. A esto se le denomina muerte eterna, han sido pocos los lanzados al lago de fuego. Estás almas que son condenadas reposan en el infierno hasta las primeras semanas de cada mes hasta que se realiza un ritual de evaporación.