Black

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El Templo de Sombras

La trágica muerte de una mujer hermosa era sin duda uno los sucesos más llamativos e impactante en el templo de sombras, pero la muerte de un ser sin pecados era para los arcángeles el significado de un karma del que no se podría escapar nunca.

Aquellos seres traían con su alma caos y peligro.

—Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante vosotros hermanos
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén —rezó la mujer haciendo pausas cuando el nudo de garganta no la dejaba articular palabra.

Black hizo caso omiso al llanto de ella y esperó con cautela en aquel quirófano, mientras observaba los esfuerzos de los médicos por traer a la vida a la mujer que ahora yacía en el suelo a su costado, derrumbada y mencionando cuanto rezo se sabía.

—Tenemos que proceder a hacer una cesaría —habla uno de los doctores.

Pero una mujer que se encuentra de espaldas se niega alegando a que puede salvar ambas vidas.

—Por favor, por favor, señor —suplicó la mujer a sus pies juntando sus manos a modo de oración— Déjame tenerla, a la bebé, déjame tenerla y luego iré contigo a donde sea, al infierno si es eso lo que merezco.

—¿Sabes cómo es el infierno? —preguntó Black con un todo de voz gruesa mirándola desde su altura, ella negó con la cabeza— ¿Estaría dispuesta a ir allí sin saber cómo es?

—Sí —contentó de inmediato.

Black miró a Vincent que la observaba con gracia porque ambos sabían que nadie desearía estar en ese lugar si supieran con exactitud como era.

—Llévesela —le ordenó.

Vincent pronunció el nombre para luego decir su fecha de nacimiento y por último su fecha y hora de fallecimiento. Vincent se marchó con la mujer mientras Black esperó ahí.

Caminó para tener una mejor visión de la mujer que estaba junto al cuerpo, logró tener una mejor percepción de ella, podía ver algunos mechones de su cabello cobrizo, tenía una delgada figura y detallo el leve rubor de sus mejillas que le recordó a los atardeceres de Arizona y se percató de aquellos ojos azules llorosos que los asemejó a las aguas cautelosas del mediterráneo.

Pensó que jamás podía olvidar a una mujer que poseyera tanta belleza, la reconocía de distintas partes, no sabía con exactitud, pero suponía que ya había estado presente en distintos escenarios.

Ella estaba empeñada y aferrada aquellas dos vidas que su destino ya había escrito.

La doctora frente a ella le aviso de un descenso en el monitor fetal y que pronto perderían a ambas vidas, ella por fin se rindió se acercó y pegó la frente a la mujer sobre la camilla y le susurró un perdóname.

Dio unos cuantos pasos hacia atrás tomando distancia y miró hacia arriba y susurró:

—Si existe un Dios ahí arriba, por favor no me obligues más a vivir en la crueldad de este mundo.

A Black le pareció haber experimentado lo que parecía ser la lastima, pero de inmediato borro de su pensamiento aquella idea absurda.

—No hay una deidad que pueda cambiar lo que pasará —susurró.

BLACK
Urd, Verdandi, Skuld

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#1367 en Fantasía

En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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