Black

3

Los Steiner McLean

Giselle

Año 2020, octubre.

"Entonces, como una magnífica nota musical, se insinuó en mi imaginación la idea del inefable reposo que nos espera en la tumba".

Terminó de pronunciar la mujer frente a mí haciendo una mención de una frase propia del autor, Edgar Allan Poe. Cierra el libro que contiene varios de los cuentos del mismo escritor.

—¿Qué te pareció? —me preguntó cuando estaba más concentrada en terminar aquella bufanda con las lanas que había tomado de la habitación antes de salir a dar un paseo al aire libre.

Levanté la cabeza, entrecerré los ojos para que Dios me iluminara, pero ella me escudriñó con aquella mirada azulada.

—Increíble —mentí asintiendo varias veces con convicción.

—Mentirosa —dijo mal humorada— Nunca me pones atención, ¿Para qué viene, doctora Wester?

—Auch, ya no soy Giselle nieta favorita.

—Eres la única que tengo por si no lo sabias.

—Sigo siendo tu favorita —sonreí— Es que mira, te hice esto, para ti.

Levanté la bufanda ya terminada ante sus ojos y ella la detallo en unos segundos.

—Esta horrible —dijo con seguridad lo que hizo desvanecer mi sonrisa.

—No esta tan mal —dije.

—Gracias —dice recibiéndola y doblándola— Me la pondré… nunca.

—Eres terrible, Margaret.

—Bueno, para que no te sientas mal quizás la luzca en mi funeral, las salas de velación a veces son frías.

—Te odio —le digo.

Inevitablemente me fijo en su cabello blanco como un copo de nieve y sus mejillas flácidas, su aspecto es como una marca que deja el paso de la edad. Es una marca que a todos nos dejará en algún momento nuestras vidas.

Margaret Wester es la única familia que me queda, fue una excelente investigadora y desde sus años joven había planeado donar su cuerpo a la investigación a sus 70 años, hace dos años finalmente tomó la decisión y hoy yace en los bloques de Baldorpharma como una beta para todo tipo de experimentos, pruebas, análisis y exámenes.

Hace dos años había terminado la medicina con especialización en infectología, así que empecé a ejercer en esta industria farmacéutica, biotecnológica y de investigación con el fin de estar más cerca de ella y adquirir experiencia en la investigación teniendo mis objetivos propios a largo plazo.

Arrastre la silla de ruedas de vuelta al bloque.

—No esperas ni que pase una hora para volver a encerrarme en esa habitación, ¿verdad? ¿te estorbo o qué?

—Te has vuelto muy quejumbrosa, Margaret.

—Y tú muy contestona.

—Tengo que volver a trabajar, vine porque era mi hora de comida, pero vendré a visitarte con más constancia si eso quieres —le digo al llegar a la habitación.

—Ay no, gracias, con tus visitas anuales esta bien.

—Vengo cada mes —chillo con injusticia.

—Enserio —finge sorpresa— Parece que vinieras cada año y eso que trabajas acá —recrimina.

—Ok, vendré más seguido, lo prometo.

—Adiós, doctora Wester —se despide mi abuela con cordialidad y respeto a mi profesión. Desde que empecé a estudiar la medicina patrocinada por ella, desde el día uno de clases me llamó así y jamás dejó de hacerlo.

Me despido y vuelvo al edificio de la industria subiendo a la planta siete donde está mi sitio de trabajo.

Mi trabajo puede variar dependiendo del área o la investigación que me asignen la industria. Puedes ser investigar el cuerpo del ser humano, hallar la cura a enfermedades severas, desarrollar vacunas para el ser humano o a veces realizar pruebas para comprobar los efectos de los fármacos o medicamentos.

Baldorpharma no es una industria del todo desconocida, pero si se mantiene en total privacidad las investigaciones que se llevan a cabo con el fin de que no se presente actos de corrupción y no se interrumpa la investigación.

Vuelvo a mi trabajo y me acerco al microscopio confocal y analizo unas muestras de cerebro que he tomado unas semanas antes, las muestras están marcadas con diferentes fluoróforo que son una molécula que emite fluorescencia, mi objetivo es tomar varias fotos para luego contabilizar aquellas neuronas que se han marcado con lo que a mí me interesa.

—¡Buenas, buenas! —saluda Danae con entusiasmo llegando a mi sitio de trabajo.

Lleva puesto su uniforme vinotinto perfectamente aplanchado y por encima una bata quirúrgica. Ella es muy meticulosa en cuanto a su apariencia, no es vanidosa, pero siempre le gusta estar bien arreglada, limpia y su ropa en perfectas condiciones.

Danae Stenves en una mujer delgada, alta y tiene una preciosa piel color oliva, su cabello es muy abundante y ondulada. La conocí por mi amigo Alex, estudiaba Antropología forense en la misma universidad que nosotros y ellos eran amigos de pequeños.

Detrás de ella entra el rey de roma con una sonrisa de oreja a oreja tarareando una canción de Michael Jackson mientras invoca sus pasos.

Alexis Washington, alto, cuerpo atlético, piel morena, cabello corto por lo carrasposo y ojos marrones oscuros, es bastante atractivo. Con Alex estudié medicina, luego yo hice mi especialización en infectología y él en patología teniendo ambos objetivos distintos.

Danae se acerca a mí y me da un beso en la mejilla dejándome la marca de sus labios rojos.

—Hola, Cielo, te extrañe esta mañana.

—Me imagino que sí, muchísimo —le respondo con sarcasmo.

Alex se hace detrás de mí y me da un beso en la coronilla. Son muchos besos. Esto huele muy raro. Ya que necesitan o qué estupidez hicieron.

—Mérida —me dice molestando mi cabello, siempre lo ha dicho por mi cabello cobrizo y esponjoso.

Están muy melosos, así que, sin darle tanto rodeo pregunte:

—¿Quemaron mi casa?

Ambos sueltan reír y niegan con la cabeza. Bueno, al menos no quemaron mi casa.

Alex se aparta y se hace a mi costado.



#602 en Fantasía

En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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