Giselle
"La ciencia no nos ha enseñado si la locura es lo más sublime de la inteligencia".
Después de todo, Alex y Vanya no notaron nada raro, más bien había algo raro entre ellos dos que no me tome la molestia en averiguar qué. Continuamos trabajando, aunque fue algo muy incómodo, incómodo solo para mí porque el Dr. Kynes estuvo muy tranquilo el resto de la tarde con su normal rostro inexpresivo.
Cuando dieron las ocho el cielo ya había oscurecido y una suave llovizna caía sobre la isla dejando así las carreteras empapadas y un olor a tierra mojada. Recogimos todo nuestros equipos de trabajo y las camionetas no llevaron de regresa al hostal. Al llegar todos con sus caras de cansancio se dirigieron a sus habitaciones.
Yo hice lo mismo y apenas crucé el umbral de la puerta, me retiré el uniforme dejándolo sobre la cama, entre al baño y coloqué a llenar la tina, mientras esta se llenaba me pare frente al espejo, cerré por un instante los ojos y mi mente me transportó al acontecimiento de esta tarde.
Aparto todo tipo de pensamientos, me quito el sostén y entro en la tina solo en bragas. Me siento, recuesto mi espalda, dejando mi cabeza fuera del agua y coloco mis brazos en los laterales de la bañera.
Fue un día muy largo y me siento demasiado cansada, aparte de que me duele la cabeza. Cierro los ojos y me dejo ir…
Giselle, Giselle, Giselle.
¿Quién es mi doctora favorita?
Doctora, tenemos que proceder a realizar una cesárea o perderemos al bebé.
Te quiero, Giselle.
Un estruendo en la puerta hace que abra los ojos de golpe y vea todo borroso. No sé en qué momento pasó, pero estoy totalmente sumergida en la tina de pies a cabeza.
Una figura se detiene en frente, lo veo borroso por el agua, se sumergen unas manos que me toman de los hombros y me sacan sentándome en la tina. El oxígeno llega a mis pulmones y solo estando fuera es cuando noto la ausencia de este en mi sistema. Toso y toso, mientras mi pecho sube y baja con fuerza.
Cuando me repongo miro a mi costado en donde se encuentran dos personas, Amanda que está en la puerta con la boca entreabierta y me mira con preocupación, y Elián Keynes quien me ha sacado de la tina. Me mira fijamente, sus ojos se ven más oscuros de lo normal, su pecho sube y baja con intensidad, se ve bastante serio podría jurar que molesto.
Él no mira otra cosa que mis ojos, aun así, me encojo de hombros y trato de cubrir el torso con las manos cuando caigo en cuenta que estoy desnuda. Él relaja la expresión y levanta el mentón.
—Pickett, encárgate —le dice y se da la vuelta saliendo del baño.
Amanda agarra una bata de baño, se acerca a mí y me ayuda a ponerme de pie.
—¿Qué te pasó? —pregunta, mientras me ayuda a colocar la bata de baño.
—Me quedé dormida —respondí—. ¿Qué hacía él acá?
—No sé, él tocó la puerta como un loco, cuando abrí preguntó por ti, le dije que estabas en el baño, entró atropellando lo que se encontrara, fue directo al baño, toco y toco, y como no obtuvo respuesta le dio una patada a la puerta y así te encontramos. No sé qué hubiera pasado si esa bestia no hubiera llegado... —se queda callada y pensativa por un momento, luego suelta una pregunta: —¿No notas algo raro en los hermanos Keynes?
—Eso creo... —murmuré para que no se escuchara.
—Vístete, tenemos que bajar a cenar, además de que la bestia esa va a emitir un comunicado —dice refiriéndose a Elián.
Cuando estoy en la habitación, me coloco unos vaqueros azules claro de tiro alto, con una blusita corta amarilla de tiras anchas, tienen un nudo en medio de los pechos que realza mi busto, por último, me coloco unos tenis blancos.
Acompañada de Amanda salgo de la habitación en dirección al restaurante del hotel. Bajamos al primer piso y llegamos, mis ojos recorren todas las mesas buscando a un rostro en específico hasta encontrarlo. Todos están ocupando la misma mesa que nos sentamos.
Alex y Danae se percatan de mi presencia en el restaurante y de inmediato se levantan de la mesa para venir a mí.
—Cielo, ¿Estás bien? —Danae fue la primera en preguntar, tocándome por todas partes.
—Amanda.
—¿Qué? Estoy preocupada, les informe que...
—¡Querías suicidarte! —le interrumpe Danae, diciendo dramáticamente.
—No quería suicidarme, por Dios, solo me quede dormida.
—Cielo, hasta al baño voy a tener que acompañarte.
—No hay exagerar las cosas, solo me quede dormida.
—¿Estas bien? —preguntó Alex esta vez. Asentí y él me abrazó besándome la cabeza—. No me preocupes, Gise.
—Estoy bien —afirmé para ambos—. Vamos a cenar.
Caminé hasta la mesa donde estaba el resto y me senté en uno de los asientos libres. Todos me miran, saludo con un "Hola" y ellos me responden con la misma palabra.
Evito ver la cara de cierta persona que está en la cabeza de la mesa.
Los meseros colocan la cena y por unos minutos todos se dedican a comer en silencio. Los únicos que no prueban bocado son los hermanos Keynes que no tocan la comida, así fue la vez pasada, simplemente se quedaron viendo el plato, me parecen demasiado melindrosos y me pregunto en qué momento se alimentan entonces, qué comen y a qué hora lo hacen, tal vez tienen poco apetito.
Cuando estoy lo suficiente llena, termino dejando un poco en el plato, me levanto y voy al baño, lavo mis manos y vuelvo a la mesa. Los meseros del lugar retiran los platos y los cubiertos dejándonos el espacio libre.
Elián Keynes carraspea la garganta, coloca los codos sobre la mesa y entrelaza los dedos.
—Algunas cosas cambiarán en el trabajo para el día de mañana. Voy a ir al lugar exacto donde se fue encontrado el contenedor, me acompañará la Dra. Wester —dijo el mayor de los Keynes. La mención de mi apellido hace que mi ritmo cardiaco se acelere y los nervios se instalen en mi abdomen—, por lo tanto, Pickett va a trabajar con los cuerpos junto a Vanya y Alexis, el resto trabajara en lo suyo. ¿Alguien tiene una objeción?