Black

CAPÍTULO 12: Dísir

Giselle

“Cuando afrontas una pena, evolucionas, ya sea para bien o para mal, pero no vuelves hacer la misma persona que eras antes, porque el dolor siempre se lleva un pedazo significativo de tu alma”.

Si antes no tenía apetito, ahora menos. Lo que había en las bolsas era pollo y no es que me apetezca mucho el pollo, solo comí un poco, la verdad casi nada y dejé el resto ahí.

Continúe trabajando, mientras que Elián en un momento recibió una llama, contestó su teléfono y habló un rato, aunque no se veía muy contento mientras vociferaba en la pantalla de su móvil. Luego de eso desapareció, no tengo idea que se hizo. La inspectora preguntaba a cada nada por él y yo solo respondo con un "No sé", "No tengo idea".

Al dar las seis de la tarde nada que aparecía, tenía todas las muestras necesarias y era hora de irnos. La inspectora esperó, pero luego se despidió y se fue con uno de sus oficiales dejando a dos ahí, pues el contenedor no se puede dejar sin supervisión.

Espero un rato más al ver que no llega y el cielo se torna oscuro, me despido de ellos y me voy directo a la camioneta, no tengo ni las llaves del coche ese idiota se quedó con ellas. Es un irresponsable de mierda, bueno para nada, inútil e inservible.

Abro la puerta del coche, pues por lo mínimo no la dejo con seguro, agarro mi celular y lo llamo, este de inmediato me manda a buzón de voz, hago diez intentos más y nada. Para que tienen un móvil si no lo vas a contestar.

Espero un par de minutos más y nada, salgo del coche y me acerco a los oficiales.

—Disculpen, si me voy caminando, cuanto tardaría en llegar a la carretera.

—Mujer, tiene que bajar de esta montaña, tardaría unos cuarenta minutos caminando, por ahí, la verdad no es que pasen muchos carros y la parada de bus queda a una media hora más. Si gusta uno de nosotros la lleva hasta la parada en la patrulla.

Muerdo mi labio inferior, miró a todos lados con una última esperanza, pero no. Lo pienso por un momento mientras miro al oficial que espera una respuesta de mi parte. Ya se está haciendo de noche, estoy cansada y ese idiota nada que se digna en aparecer. Qué más puedo hacer.

—Si no es molestia, te lo agradecería.

El oficial asintió, fue hasta donde su compañero que le entregó las llaves y se dirigió hacia la patrulla. Las luce del carro titilan y emite un sonido, abre la puerta, sube al asiento del conductor y yo al de al lado, coloco la cubeta sobre mis piernas y me pongo el cinturón de seguridad.

Cuando el joven oficial hace rugir el motor del carro, los focos de este se encienden con una luz brillante que logra iluminar gran parte del lugar. Estas mismas luces encandelillan la visión de una persona que se aproxima caminando, esa misma persona se colocó de frente junto al capo de la patrulla, su cabellera suelta cae a cada lado de sus hombros, tiene las manos empuñadas, la cabeza ligeramente hacia un lado y una mirada endemoniada.

—¿A dónde vas? —preguntó con un tono de voz que me hizo estremecer de miedo.

Elián Keynes McLean. Este hombre algún día me va hacer creer que estoy loca. Solo él puede llegar a causar miedo y placer a su vez. Qué humano normal puede llegar a sentir placer proporcionado por una persona que le transmite un ligero temor. Nadie solo la cabra loca.

Me bajo del coche, cerrando la puerta y voy hasta donde Elián.

—¿Dónde estabas? —pregunté demostrando mi enfado.

No respondió como cosa rara. Siguió caminando hasta donde se encontraba la camioneta.

Miré al joven oficial y le sonreí.

—Creo que él me llevará, muchas gracias, es muy amable —le digo.

—Oh, está bien, que tenga un buen viaje de regreso y una linda noche, Dra. Wester.

—Igualmente, oficial.

Le doy una última sonrisa acompañado de un leve asentimiento, me doy la vuelta y camino a la camioneta, apenas subo no me deja ni poner el cinturón de seguridad porque pisa el acelerador y arranca como un loco.

Imbécil.

Me pongo el cinturón como puedo y luego me dirijo a él.

—¿Dónde estabas? —pregunto—. La ins...

Pero antes de que logre completar la frase me interrumpe.

—No es de tu incumbencia —respondió groseramente, sin quitar la vista de la carretera—. Mira Srta. Wester, solo han sido dos besos insignificantes, no quiero que te confundas con tus ideas de humanos creyendo que tienes algún control sobre mí o que de alguna forma estamos relacionado, porque no, tu eres un insignificante ser humano y yo un individuo que no siente.

Suelto una risa amarga, para luego ponerme completamente seria.

—Mira Dr. Keynes, es de mi incumbencia cuando tus irresponsabilidades afectan en mi trabajo. Me estoy cansando de tus ínfulas de superioridad y tus aires de gran patán, o cambias tu actitud hacia mí o no voy a seguir cumpliendo ninguna orden que venga de usted, porque ya me tiene harta.

De repente pisa el freno y se escuchan las llantas chillar, pero el auto no se detiene, mi cuerpo se inclina hacia delante por la fuerza. Mi vista se posa al frente logro ver un enorme animal peludo, es un oso, Elián tira del volante hacia un lado rápidamente para no chocar, pero el auto termina salido de la carretera, y en un parpadeo nos vamos a un vació...

No respiro, me estoy ahogando.

Veo luces de colores...

Un sonido... ese sonido...

 

*Hace cuatro meses atrás*

15 de Julio

En la tarde del quince, urgencias estaba saturado de pacientes, era el turno más pesado que había tenido hasta ese momento. Me estaba quedando un poco difícil con las clases y el trabajo al mismo tiempo, gracias al cielo, después de un año solo falta poco para terminar el máster y convertirme en una biomédica finalmente.

La sirena de la ambulancia me activó, me puse rápidamente los guantes y espere en la puerta a que se estacionara, me acerque a la puerta trasera, ambas se abrieron de par en par y se asomó un paramédico bajando una camilla.



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En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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