Giselle
“El misterio del amor es más profundo que el misterio de la muerte”.
La duda es una tortura que amenaza con matarme, es insoportable no saber qué está pasando en las cuatro paredes de esa habitación. Camino en círculos por el dormitorio.
En mi campo de visión aparecen los dos maletines grises que están en el suelo y ¡Zas! Esa será mi excusa. Agarro ambos kits y voy a la habitación del Dr. Keynes, cuando estoy frente a la puerta me empieza a sudar las manos, me abarca la inseguridad y una parte de mí me dice que me vaya. Sin pensarlo tanto doy dos toques a la puerta con los nudillos.
La puerta se abre y se asoma Danae.
—Oh, cielo.
—Amm, vengo a entregarle las muestras recolectadas esta tarde al Dr. Keynes —informo—. ¿No han terminado? Puedo volver luego.
Hago el amago de darme la vuelta, pero la voz gruesa y ronca de Elián Keynes me hace detener el paso.
—Ya hemos acabado, Srta. Wester, puede pasar. Dra. Stevens ha hecho un buen trabajo, ya puede irse si no tiene más que decir.
—No señor, eso ha sido todo, buenas noches.
Danae camina a pasos lentos hacia la salida, se detiene a mi costado y me susurra:
—Espero que hayas interrumpido para darle una buena revolcada a este hombre, porque si no te lo follas te matare por desaprovechar una excelente investigación sobre su anatomía.
Carraspeo y sonrió con disimulo.
—Igualmente, que tenga buena noche, Danae.
Ella sale y yo entro cerrando la puerta.
Hay un silencio incómodo por unos segundos, yo espero a que él tome la iniciativa de hablarme, pero al parecer él espera lo mismo de mi parte. Ok me toca a mí. Extiendo ambas maletas, él las toma y camina para dejarlas sobre una mesa.
—Esa son todas las muestras que pude recolectar durante la tarde, lo ideal sería que lleváramos el contenedor a las instalaciones del Baldorpharma, distribuirlo por partes y mandarlo a los laboratorios para hacerle estudios más detallados. Tome muestras de las paredes, techo y suelo del contenedor e incluso de los alrededores externos, cada una de las muestras está marcada en la parte externa con marcador negro permanente. El informe escrito se lo daré mañana antes de subir al helicóptero. Pero si voy a recalcar que el contenedor está en deterioro y el interior desprende un olor nauseabundo, como a podrido combinado con el olor a hierro por el material oxidado, por lo contrario, los cuerpos no, no tienen un olor y sabemos que no es normal porque según los estudios del médico forense llevan dos semanas de defunción y por lo regular los olores de un cadáver se perciben a los dos días de acaecimiento.
—¿Qué me puede decir respecto a eso? Hipotéticamente por qué cree usted que los cuerpos no desprenden olor alguno.
—Tendría que hacerle estudios en el laboratorio para dar una declaración verídica.
—No te estoy pidiendo que argumente algo verídico, te estoy pidiendo que me argumentes algo hipotético en base a su conocimiento.
—Todo indica que usaron a estas personas como voluntarias para diversos experimentos, algunas fueron expuesta a distintas dosis de radiación para determinar de qué modo afecta a los humanos y hallar una fórmula para que estos se vuelvan resistente a ella, es lo más obvio y por eso lleva por nombre el 'Proyecto A-9'. En cuanto el 'Proyecto RTB-3' podría ser la creación de una opioide muy letal, un virus o una enfermedad, aunque le voy más a lo del opioide letal, pues según las declaraciones de las familias, afectaba el sistema nervioso, células cerebrales y sangrado gastrointestinal, quizás esa misma droga congelo o quemo de alguna manera las bacterias, protozoos y nematodos que son los que construyen la descomposición. Es muy claro que sea, quién esté detrás de todo esto es una persona ambiciosa que no le importó en absoluto esas quince personas y las uso, incluso sin su consentimiento.
—Suena bastante lógico. Eso es todo, puede irse, Srta. Wester.
Hago un leve asentimiento y me es inevitable el sentimiento de frustración. Me doy la vuelta y camino a la puerta para abandonar la habitación, antes de que logre tirar del picaporte me gira de los hombros, toma mi cara entre sus manos y me besa con tanta fuerza que me hace dar dos pasos atrás haciendo estrellar mi espalda contra la madera de la puerta.
Suelto un gemido sobre sus labios a la vez que correspondo al apasionado beso. Lo empujó hacia un lado, su espalda choca con la pared blanca y continúo devorando sus labios con una necesidad vergonzosa. Mis manos se aferran a los pliegues de la camisa blanca, la abro con fuerza, los botones salen disparados dejando la mitad se su torso desnudo, mis manos tocan su pecho, inquietas se deslizan manoseando sus pectorales, hombros, nuca hasta terminar el recorrido en sus bíceps los cuales aprieto hasta clavar mis uñas en su piel.
Y en un movimiento rápido me empotra contra la pared, suelta la liga de mi cabello para que este quede suelto. Me alza y rodeo mis piernas por su cintura, una de sus manos se ubica en mi trasero y la otra se introduce por debajo de las prendas que llevo tocando mi piel desnuda. Su boca baja a mi mandíbula, pasa su lengua por ahí, levanté la cabeza dándole total ascenso a esa zona, mientras entierro mis dedos en su cuero cabelludo haciendo presión contra mi piel soltando jadeos. No quiero dejar de probar el pecado placentero que desprende de su boca al besarme y de sus manos al tocarme.
La puerta se abre, rápidamente aterricé mis pies en el suelo y empujo a el Sr. Keynes apartándolo de mí. Volteo a ver a la puerta que recién llega y se ha plantado en el umbral, dedicándonos una mirada de confusión que trata de disimular.
—Richard…
Mencioné su nombre en un aludido.
—No he visto nada.
Hace un gesto con las manos intentando que disminuya mi preocupación, pero lo que aumenta es mi vergüenza debido a la situación en la que nos encontramos, teniendo en cuenta que es su habitación de descanso con la que comparte con Elián, y yo soy la intrusa que la está irrespetando.