Black

CAPÍTULO 31: Diamonds Red. Parte 2

Giselle

La reunión transcurre entre música, cócteles, conversaciones fogosas y risas.

Cuando Elián me dijo que no era necesario estar pegada a él toda la noche mi corazón saltó de emoción, pero a la vez surgió una inseguridad y un miedo estúpido. No era que me sintiera menos que ellos, pues hemos tenido la misma educación profesional, pero ellos llevan mucho más trayecto en su carrera y más experiencia laboral, a comparación de la mía que ha sido demasiado corta. Está noche, en este hotel y en este salón se encuentran los mejores.

He tenido la oportunidad de conversar con algunos científicos, funcionarios de la salud y algunos activistas del VIH. Me ha tocado emplear el idioma francés para poder comunicarme con ellos debido a que el inglés de algunos no es muy bueno y yo no sé hablar el alemán que es el idioma que predomina en Basilea y es el idioma que ha empleado Elián en algunas conversaciones.

Tuve una charla con los tres científicos reclutados que se apellidan García, Ferrari y Clerc, aunque los dos primeros fueron demasiado esquivos en algunos temas, pero muy educados, la Dra. Alicia Clerc se mostró amable y tuve una conversación muy amena con ella.

—Dra. Clerc, no ha considerado con su equipo una vacuna contra el virus. El Instituto de Enfermedades Infecciosas en 2016 se realizó la creación de una vacuna HVNT 303, en donde se realizaron ensayos e indicaron que la vacuna no prevenía la trasmisión del virus ni reducía la cantidad VIH en la sangre. Si bien fue un fracaso, por qué no volver a intentarlo, por qué no abrir una nueva fase con el fin de investigar una vacuna contra el VIH y prevenir el virus en el futuro —sugerí en medio de la conversación.

—Además de hallar una cura, consideramos la investigación de una vacuna contra VIH sida que, aunque no está como objetivo primordial en la investigación sí está en consideración y se me hace que es de suma importancia la creación de una... —dijo para luego profundizar acerca del tema e hice algunas pequeñas aportaciones.

Ella al percatarse que tenía bastante conocimiento sobre el tema, se abrió y me comentó acerca de un avance que tenía ella durante unos años en los que estuvo trabajando independientemente acerca del virus de inmunodeficiencia humana. Yo no le dije nada sobre mi propia investigación. Al terminar la conversación se despidió con un beso en la mejilla diciendo que tenía que prepararse para la ponencia.

Un estudiante de bioquímica me habla acerca de una investigación vieja que llevó a cabo el Dr. Elián Keynes McLean del cual le escribió un artículo para la universidad y no sé qué más cosas. He dejado de escucharle cuando dos personas se han acercado a Elián, un hombre que parece ser más mayor que él y una mujer muy bonita de cabello rubio, piel preciosa y cuerpo curvilíneo. No los pierdo de vista y respondo a las preguntas del estudiante con monosílabos.

Veo que la chica se acerca a Elián, pone las manos en su pecho y lo agarra del traje, está tan cerca de su rostro que no sé qué es lo que siento, pero no me agrada del todo la escenita. Ella le dice algo apretando la mandíbula y los dientes, Elián responde con serenidad y la aparta.

¿Estaban discutiendo? ¿Pero por qué? ¿Quién es ella?

—...Ellos tres son los mejores ¿No lo crees? —dice con emoción y no sé qué es lo que ha dicho.

—Sí, eso creo. Santiago —hago uso de su nombre que aún me acuerdo— Me vas a tener que disculpar, pero tengo que retirarle.

—Oh, claro. Fue un placer haberla conocido, Dra. Wester, ha sido una grata conversación para mí.

—Igualmente —le sonrío con amabilidad— Espero que tengas muchos éxitos en su carrera.

El joven con una enorme sonrisa agradece mis buenos deseos. Me alejo y camino en dirección a la mesa, en el camino me cuestiono si debo saludarla y sonreír, no me ha agradado para nada y sería hipócrita si lo hago, pero maleducada si no. Al llegar, es ella quien saluda primero muy amigablemente y luego hago lo mismo, pero sin emitir sonrisa alguna. Se presenta como Zara Hess amiga íntima desde la universidad y del trabajo de Elián.

El ambiente se siente tenso e incómodo, por alguna razón cuando llegué nadie se inmuta a pronunciar palabra y reina el silencio escuchándose únicamente la orquesta del maravilloso maestro Gustavo Sánchez.

—¿Pasa algo? —inevitablemente, cuestioné ante la extraña actitud que tomaban ante mi presencia.

Mis ojos se desplazan entre ellos dos esperando una respuesta que no llega. Ella tiene una mirada lastimera, los ojos y la nariz roja como si hubiera llorado, mientras que Elián se mantiene inexpresivo. Cuando abro la boca para volver a hablar la cierro de golpe con la nueva presencia de alguien en la estancia.

—Aquí están los cócteles —dice el tipo que anteriormente había visto con ellos. Ahora tiene una bandeja en una mano, en la otra un limón exprimiéndolo en la boca y hace una mueca—. ¿Y tú eres? —pregunta con una sonrisilla colocando la bandeja frente a mí ofreciéndome uno de los licores que yacen sobre está.

—Soy Giselle... Giselle Wester. —respondo tomando una copa de Negroni— Gracias.

—Yo soy Jackson... Jackson Kluger, es un placer —se limpia la mano en su pantalón para extenderla hasta mí con la intención de que la estreche.

—Igualmente —sonrío y llevo la copa a mi boca para beber el contenido.

El tal Jackson se pone al frente de Elián, le ofrece una copa y toma un cóctel de Boulevardier.

—Es bonita, al menos puedo bailar con ella ¿No? —pregunta Jackson con una sonrisa cómplice.

¿Enserio ese idiota le estaba pidiendo permiso a él como si fuera de su propiedad? Agradezco que Elián se haya molestado tanto como yo, lo miro con un fastidio y resopló.

—No es a mí a quien tienes que convencer, basura —dice cortante sin cambiar la expresión anterior.

—Oye, no te pongas de mal humor, abuelo.



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En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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