Giselle
Quinto día en Cornwall
La camioneta se estacionó frente a la catedral, allí ya se encontraba la policía científica a la que acompañaría a hacer la inspección. Ellos tenían los permisos para hacer el chequeo general del lugar, aun así, no podían proceder sin la presencia de al menos un integrante de Elián Keynes.
Lo que yo suponía que era un pequeño templo parecido a un viejo rancho, resultó ser un edificio, casi parecía un castillo.
La estructura presentaba planta en cruz con crucero, cúpula octagonal y un campanario, además de una linterna de la corona que está sobre la cúpula. El exterior parece placado con mármol blanco y verdoso. La fachada principal tiene diseños geométricos como gabletes triangulares inscritos en cuadrados, circunferencias perfectas de óculos y arquivoltas, también decoraciones con elementos arquitectónicos como pináculos y cresterías, además del toque de color que le aportan los mosaicos a la estructura.
Bajé acompañada de Emily Buffet y saludamos cordialmente al grupo de Cornwall y de la detective Gutiérrez. Mientras no paraba de admirar la arquitectura, lo que más llamó mi atención fue que en el frontón principal en forma de triángulo había una imagen, la virgen estaba sentada, mientras estaba siendo coronada y había ángeles a su alrededor.
—Buenos días —saludé cordialmente al equipo. Emily hizo lo mismo.
—Buenos días —respondieron unos que otros.
Buffet y yo esperamos con ellos no por mucho tiempo hasta que salieron un par de ancianos muy carismáticos y un tanto afectivos a recibirnos. Ambos vestían de bata blanca hasta los pies y una especie de lazo en la cintura.
Uno de ellos tomó mis manos y las besó haciéndome sentir incómoda, los ojos avellanos del hombre más bajito se conectaron con lo míos, se abrieron y me enfocaron. Aunque sus ojos estaban viendo a mí era como si no me visualizará a mí precisamente. De repente embozó una sonrisa de fascinación.
—Maravilloso —dijo el mismo anciano.
Retiré sus manos sin ser grosera y miré a los oficiales que nos acompañaban para que dijeran algo y procediéramos con la inspección lo más rápido posible. Uno de los oficiales procedió a explicarles a los dos ancianos el procedimiento de realizaríamos, el oficial le habló en palabras técnicas, pero por las caras no entendieron nada, así que otro pasó a explicarles de una forma que ellos pudieran comprender lo que haremos. Ambos se colocaron a entera disposición, dejando en claro que estaban dispuesto a colaborar totalmente.
Nosotros procedemos a colocarnos los uniformes adecuados para adentrarnos a la catedral, colocándonos los debidos elementos de protección y cargándonos de herramientas necesarias. Los policías nos colocaron equipo de comunicación, audífonos y micrófonos que tenemos que permanecer encendidos.
Antes de ingresar, suspire mirando la estructura. Esta inspección tardaría unos días, no sé por qué decían que era una pequeña catedral, si está era la pequeña no quería imaginarme la grande.
Cuando ascendimos, Emily y yo nos separamos, yo me fui con un grupo y ella con otro, y el oficial con más rango se ocuparía del obispo de la catedral.
En el interior de la catedral se ve impecable, se nota que hicieron una compleja, pero espectacular labor decorativa con el pavimento en donde se encuentra una variedad de escenas religiosas y paganas que logran llamar la atención. También distribuidas por toda la catedral se admiran muchas distintas pinturas de reconocidos autores, además de algunas esculturas. La catedral también cuenta con un museo y una inmensa biblioteca en donde conservan fondos bibliográficos y documentales. Además, en la catedral se encuentra una casa de ancianos, un albergue el cual se sostiene de las grandes y pequeñas donaciones que hace la población de Cornwall, hay quienes donan dinero y quienes donan comida o ropa, nos explicó uno de los ancianos.
A simple vista no parece un lugar peligroso ni donde se practiquen cosas ilícitas. Parece un lugar tranquilo con el único fin de compartir y profesar la palabra de Dios. El equipo al que asistía empezó por la casa de ancianos que nos tomó medio día. No se encontró absolutamente nada fuera de lo normal.
A las dos de la tarde abandonamos la catedral, pero ésta seguía siendo custodiada por la Policía Nacional durante todo momento que dura la actividad. Aun así, ni Emily ni yo abandonamos del todo el sitio y comimos dentro de la camioneta en donde ya estaban las bolsas con nuestra comida enviadas por Elián Keynes.
—¿Qué tienes? —me preguntó Emily dándole un golpecito a mi rodilla con su pierna.
—Nada, solo pienso.
—¿En qué piensas? —volvió a preguntar dándole un golpecito a mi rodilla con su pierna.
—Tonterías —me limité a decir.
—Esas tonterías tienen que ver con Elián Keynes. ¿Ya no están juntos?
Sonreí y bufé con ironía.
—Nunca lo estuvimos.
—Entonces qué era lo que tenían. Veía a Elián bastante atraído por ti, incluso en el banquete de víspera de año nuevo parecía no querer soltarte en toda la noche.
—Sexo, solo teníamos sexo —le respondí de forma perezosa y suspiré—. No podía haber nada más, él es diferente. Tenemos proyectos distintos, ritmos de vida distintas y Elián volverá a Suiza y yo me quedaré en Canadá. Tenemos muchas diferencias, no funcionará. Supongo que eso del amor no es para todos —expresé.
—Sabe Giselle, cuando recién pasó lo de mi ex prometido, ¿No sé si supiste algo?
—Sí, algo escuche.
—Cuando pasó eso, pensé que ya no podría volver a confiar en nadie ni a amar tan intensamente a alguien como amé a mi ex prometido. Me resigne con el amor y simplemente me di a la idea de que me quedaría sola y que lo único que amaría tanto sería la ciencia. Pero entonces llegó… —sonrió bobamente feliz y emocionada—, Richard.