Black

CAPÍTULO 50: Fuego.

Black

Todo se había salido de control y la ciudad de Cornwall era un completo caos en esa noche, tal cual como debía pasar.

La catedral había quedado en llamas, pero al mismo tiempo el centro de detención en donde se encontraban los científicos y el personal del laboratorio también se incendió ocasionando más de cien muertes y veintiocho heridos con quemaduras de gravedad. No solo es un forzoso trabajo en el mundo de los vivos sino también en el Rancho de Azrael.

Por otro lado, el laboratorio una hora antes de lo ocurrido en la catedral había emitido una alarma, para posteriormente una voz robótica anunciar la autodestrucción de la estructura del laboratorio con HIT bomba termobárica de alto impulso, es un explosivo aire-combustible, este explosivo consta de dos cargas; una carga central, núcleo y una carga secundaria rica en combustible. Cuando un proyectil explota contiene combustible ya sea en forma de gas, líquido o polvo, este combustible se dispersa en el aire formando una nube que es detonada para generar una onda de choque.

Por el reporte que recibí de lo que pasó posterior a abandonar la zona, las computadoras comenzaron a hacer un conteo regresivo de treinta minutos antes de la explosión y durante ese lapso de tiempo los equipos militares procedieron a evacuar siendo el objetivo primordial las víctimas encerradas en los bloques siendo llevadas a otro lugar haciendo uso de los protocolos de seguridad.

Pasados los treinta minutos el laboratorio quedó totalmente destruido y hecho polvo, la bomba produjo una completa desertización del terreno en donde antes estaba construido el laboratorio dando una apariencia de superficie lunar.

Era más que claro que todo lo ocurrido es obra del Científico Loco, estaba jugando con toda la autoridad de un país. Es como un tira y afloja, el gato y el ratón, pero él no es el ratón, es estratégico y va a un paso delante de todos. Es como si deseara que mordieran el anzuelo para luego lanzarles una bomba a la cara de todos.

Todo había salido a la perfección en el Rancho de Azrael y era algo bueno. Pero por otro lado, estaba Giselle, verla tan frágil y vulnerable generaba en mí una especie de sensación de repudio hacia lo que pasaba, detestaba que lo que yo estaba haciendo le hiciese daño, aún así, era lo único que por el momento la traía hacia mí después de que ha puesto una barrera entre ambos, me ha puesto en abstinencia obligatoria volviéndome completo descarrilado y cualquier mínimo acercamiento me generaba un inútil sentimiento de paz y tranquilidad.

Lo que acaba de pasar con Richard Wilding me ha tomado por sorpresa a mí también, en ningún registro se había anunciado prontamente su muerte, aún así, no es como que pudieran haber hecho algo para evitarlo.

Llevé a Giselle devuelta a la camioneta y la metí en el asiento del copiloto, de los bolsillos de gabardina que ella había agarrado saqué unas pastillas para tranquilizar sus nervios, no se negó y las tomó. Aquellos ojos azules que tanto extrañaba volvieron a mirarme y sus manos se aferraron a mis muñecas para impedir que me alejara.

—Tengo miedo —confesó.

—Lo sé, esto pasará y regresaremos al hotel.

—No. Quiero irme, quiero irme a casa.

No tuve que pensarlo y mi decisión fue rápida.

—Está bien, volveremos a casa.

Ella asintió, me soltó, se acomodó en el asiento mirando al frente y soltó un suspiro profundo. Abroche el cinturón de seguridad y bese su frente, para luego cerrar la puerta e ir por Emily para subirla a la camioneta.

No sé, pero sentí algo cercano al alivio cuando vi que Emily rompía en llanto en los brazos del exmilitar ucraniano quien recién había aparecido con la misma preocupación. El hecho de perderse mutuamente los aterraba al punto de creer que no habían vivido juntos lo suficiente como para despedirse tan prontamente. Me sorprendía que llegué a entender esos sentimientos de los detestables humanos y me odiaba por eso.

Richard me miró y asintió, no me quede más ahí, subí a la camioneta y conduje de nuevo al hotel en el que estábamos hospedados.

Al llegar subimos a la habitación de Gisell, ella empezó a hacer su equipaje mientras yo me senté en la cama a revisar el aparato en él había más de 109 llamadas provenientes de números distintos y justo en ese momento entraba una. Que fastidiosos todos, no se cansan.

Abrí un archivo que había sido enviado por el equipo de Halton Hills y mierda sabía que eso pasaría, pero no tan pronto.

—Giselle, tengo que decirte algo.

De una u otra forma iba a enterarse, es mejor que lo sepa por mí y no por los profesionales de Halton Hills y luego venga a mí a referirme como un insensible mentiroso por no decirle antes.

Ella me miró sin dejar de doblar su ropa, pero me hizo entender que tenía su atención. Que hermosa se ve.

—Alexis Washington fue puesto en cuarentena después de que presentara síntomas similares a los de las víctimas y de confesar haber tenido un accidente durante sus procesos de labor con los cadáveres teniendo un contacto directo con uno de ellos por unos segundos.

Gisell se detuvo y soltó lo que tenía en sus manos, la preocupación fue clara en el rostro, llevó una de sus manos a la boca y luego a la frente.

—Nos vamos ya.

Tomó todas sus cosas y las metió en la maleta en total desorden. Se cambió el uniforme por ropa normal.

 

***

 

Giselle

Desde la altura no lograba ver más que la neblina cubriendo Ontario, durante todo el vuelo solo hubo un silencio en el que mi mente solo me atormentó dándole gran paso a mis pensamientos para torturarme. Si le pasaba algo a Alexis yo no sé qué haría.

—Vas a arrancarte los dedos —dijo él apartando mi mano de la boca que hasta ahora me daba cuenta que las orillas de la uña sangraban. No dije nada solo lo miré por un momento y volví a apartar la mirada colocándola de nuevo en la ventanilla del helicóptero.



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En el texto hay: cienciaficcion, drama, muerte

Editado: 16.01.2024

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