Blanca

Capítulo 3


 

BLANCA


 

Genial


 

Teníamos a un civil en la guarida. No bastaba con sacarlo vivo de aquella casa abandonada, de salvarlo de las garras de cualquier abadón rondando por ahí, sino que teníamos que traérnoslo. ¿Alguna otra gran idea Azai?


 

—¿Qué vamos a hacer ahora? —dije caminando de un lado a otro por la oficina de Jasón.


 

—No lo sé. Nunca había sucedido esto. Jamás habíamos encontrado a ningún...


 

—Es por eso mismo que digo que aquí hay algo malo, pero nunca nadie me escucha. Es demasiado conveniente —dije exasperada.


 

—De acuerdo, escúchame. Debemos de tener mucho cuidado con esto...


 

—¡¿Mucho cuidado?! Jasón, afuera hay alguien que podría ser un infiltrado y tenemos a Bricio haciendo preguntas como loco, a Azai sin saber que hacer y a Nilah que si no la controlamos, va a terminar matándolo.


 

—No es a la única a la qué hay que controlar —me miró fijamente.


 

—Yo estoy bien. Escucha...


 

—No, escúchame tú a mi. Te doy exactamente diez segundos para que te calmes y para que comiences a tratarme por lo que soy, ya no como el simple médico que en varias ocasiones atendió sus heridas, sino como el jefe —hizo una pausa y respiró profundamente antes de continuar—. Escucha, estoy a cargo de ustedes. Mi deber es vigilarlos, controlarlos y sobre todo velar por ustedes. Ahora, déjame hacer mi trabajo.


 

—Bien —repuse—, pero si algo se sale de control...


 

—Si algo se sale de control, sabré manejarlo —interrumpió.


 

Salí a zancadas de la oficina, y me dirigí al centro de los problemas.


 

—Muy bien, comienza a hablar ahora —dije al llegar a donde estaban reunidos todos. Nilah sentada sobre la mesa, Bricio parado, el rey de los problemas Azai frente a él y el tal Dante estaba sentado.


 

—¿Crees que no estuve intentando eso todo este tiempo? —juro que Bricio cada vez está más insoportable.


 

—Pues si eres tú el que pregunta, ni yo hablaría.


 

—Está bien, me aburrieron los dos — dijo Nilah. Se levantó, tomó una daga y la apuntó al cuello del pobre interrogado—. Empieza a hablar pedazo de...


 

—Nilah ya basta. Suficiente —dije. No iba a dejar que ella hiciera el trabajo sucio. Mi trabajo.


 

—No, acabemos con esto de una vez por todas. Ha...


 

—Dale el cuchillo a Bricio y retírate —. Hasta que se dignó a aparecer el jefe.


 

Una Nilah iracunda obedeció y colocó el cuchillo en la mano de Bricio y, sin  pensarlo dos veces, se fue.


 

—Creí que tú también te irías —me dijo Azai.


 

—¿Y perderme toda la diversión? Claro que no.


 

—Bien ¿Dante verdad? —preguntó Jasón antes de tomar una silla y posicionarse frente a él.


 

—Ay, por favor. Ese ni siquiera es su nombre —inquirió Bricio.


 

—Si no quieres seguir los pasos de Nilah, será mejor que guardes silencio —respondió pacíficamente Jasón. Se volteó y centró su atención de nuevo en el civil, aguardando su respuesta.


 

—S-Sí. Mi nombre es Dante —tartamudeó.


 

—Muy bien Dante. Necesito que me aclares unas cosas ¿cuántos años tienes?


 

—¿Cómo demonios ayuda eso en algo? —repliqué.


 

—Me decías, Dante —dijo Jasón ignorándome.


 

—Veinte —. Genial, sigo siendo la menor aquí— Bueno, cumpliré veinte dentro de unos meses—. Hablé demasiado pronto.


 

—Bien Dante, entonces tienes diecinueve años y debo suponer que vives con tu familia ¿verdad? —preguntó Jasón.


 

—Vivía, o por lo menos eso creo.


 

—¿Eso crees? —dijo Bricio.


 

—Atacaron su casa ¿Tú qué crees? —acoté.


 

—¿Ellos están...bien? —preguntó con cierto temor en la voz.


 

—Revisé toda el área y analicé el perímetro de la casa —hice una pausa—,no había nada —. No hallé otra forma de decírselo.


 

—Oh por Dios. Oh Dios. Cielo Santo...Esto no puede estar pasando —dijo desesperado mientras se agarraba la cabeza. Y...comenzó a llorar.


 

—¿Qué fue lo qué pasó? ¿Lo recuerdas?


 

—Jasón.


 

—¿Lo recuerdas? —insistió— Déjanos ayudarte, debes decirnos qué pasó.


 

—Yo...nosotros —cada vez que intentaba hablar, se ahogaba con su llanto. Casi sentí lástima. Casi—. Estábamos cenando, todos juntos y...


 

—¿Quiénes son todos?


 

—Mi abuela, mis hermanos, m-mi madre, nosotros...Dios. Un segundo estábamos cenando y hablando acerca de nuestro día y al otro... —su voz flaqueó.


 

—¿Y al otro?


 

—Y...y al otro...de pronto llegó...llegaron


 

—¿Llegaron? ¿Eran varios?


 

—Tres. Eran tres. Tres cosas horribles, gigantes y...y esas cosas, esas cosas entraron por la ventana, la destrozaron...esas...mi madre, ella hizo que corriéramos a escondernos. Dijo que trataría de darnos tiempo. Que nos...que huyéramos...Yo traté de agarrar a mis hermanos...de llevármelos, esconderlos conmigo. Pero mi abuela...ella dijo que yo me escondiera...que me fuera, que ella cuidaría de ellos...que yo era la única solución...que yo lo entendería todo...ella...no lo sé. Recuerdo que me metí al armario y que no salí más...traté de no hacer ningún ruido, no sé durante cuánto tiempo estuve allí...pero solo sé que luego ustedes me encontraron.


 

Miente


 

Sí salió, para poner la trampa al menos.


 

—Escucha, Dante. Lo lamento en serio... —Jasón siguió hablando pero no lo seguí escuchando.



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En el texto hay: fanasia romantica, aventura magia y amor

Editado: 12.11.2020

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