Blanco

BLANCO

Era un 12 de junio. El calendario apuntaba a un lunes quejumbroso, nublado hasta en sus más inéditos rincones, todo  apuntaba a lo ocurrido días antes; cuando los faroles ya no encendieron, cuando el sol ya no apareció, desde que la vida del ser humano pasó a ser… blanco.

El pueblo de Okoboa temió desde entonces, las familias rezaban por la aun existencia de cada uno de sus integrantes, pues sabían que: la suerte no apremiaba ya en ese mundo, ese era un hecho inexistente.

Los pactos no existían, ¿la pena? Esa era ajena, después de todo si un día no fuiste tú, de inmediato pasabas a formar parte de la interminable fila, pues el blanco eres en todas partes. Eso la familia Caillan lo sabía, conformado por siente integrantes, siete verdugos que tarde o temprano tenían en cuenta que serían un blanco, el blanco de la muerte.

¡Lloraba! ¡Sufrían! ¡Le pedían a Dios misericordia!

¿Dónde está nuestro Dios?

Esa era la pregunta que retumbaba con frecuencia, no había quien los escuche, y la fe yacía desaparecida. 

Por otra parte alejados de los lamentos, los gemelos Caillan jugaban en el patio trasero de la pequeña casa, tan ajenos a lo que ocurre para el infierno de los adultos, ¿a ellos que caso?

Son niños, con cinco años poco saben sobre lo demás, poco importa. Mateo juega con su coche de plástico sobre el asfalto, él es el menor por dos minutos y veinticinco segundos, mientras que Matías el mayor se encarga de derribar todos sus soldados de papel. Aquellos niños inocentes sin duda alguna eral los más indefensos humanos, sus dientes de leche eran inservibles al acecho, no debían… sin embargo los más débiles suelen ser el blanco perfecto, el blanco ganador.

La neblina espesa, el ambiente gélido, sus débiles corazones palpitantes, el tibio tacto de sus suaves manos… nada.

No hay nada que hacer, el blanco ha sido escogido.

La noche llega y la luna se esconde, sabe lo que sucederá. ¡El terror se filtra en el viento!

El cielo llora y los tristes árboles se mojan, el cementerio va a llenarse, ¡el blanco ya viene!

Los Caillan se despiden al partir a sus dormitorios con la esperanza de estar completos un día después, con la esperanza de verlos existir en el siguiente amanecer.

Sufren, todos en silencio sufren.

Y eso al blanco le encanta.

Los padres temerosos están, los gemelos no quieren dormir, quieren jugar. Mateo y Matías saltan, ríen y festejan, lo que no saben ellos es que en esos momentos no debería ser así.

Un sonido, ¡la canción!

La canción de la llamada de la muerte. Son dos minutos de agonía para los moradores, aquellos que esperan impacientes el finalizar de una vida más.

Siendo las 11:57 minutos el suspenso en cada hogar crece, la melodía cesa. ¿Por qué los gemelos parecían disfrutar aquella melodía triste?

El hogar de los Caillan se llena de neblina.

Los niños están en brazos de sus padres, los demás asustados se abrazan, se funden de cariño con urgencia.

La neblina se hace más espesa y la melodía regresa con más ímpetu, más fuerza; retumba en las paredes, las tiernas risas se mezclan al compás… y luego llanto.

Un llanto ensordecedor aclama salvación, ¡salven a los niños!

Un crujir espantoso se oye, sus huesitos se rompen. Los débiles cuerpos flaquean en los brazos de sus padres, se les va la vida,

Lloran, gimen en protesta, ¡ellos no!

Y de pronto la neblina densa se va. El vapor de un crimen desaparece sin quien culpar, la sangre oscura que desprende en gruesos hilos desde los orificios oculares no deja de brotar.

Sin vida.

Los pequeños no respiran, lucen tan pálidos como el día.

Los cuerpos inertes ahí están.

Fueron dos. Dos niños sin alma, blancos, tan blancos sin despertar.

Desde un rincón de la habitación la muerte expectante sigue allí, ansiosa e intranquila, saboreando los últimos segundos de vida entre sus falanges monstruosas, embriagándose del sentimiento del dolor, de los lamentos reprimidos. Volverá, el blanco volverá a aterrizar.

Son las 00:00 del martes 13 de junio no cabe duda que el miedo regresará a destilar.
 

 



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En el texto hay: terror, suspenso y paranormal

Editado: 04.10.2020

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