Temblor
Silencio, silencio, silencio. Grito con todas mis fuerzas y golpeo el vidrio sigo golpeando hasta que me brota sangre de ambas manos. Solo me queda dolor, porque estoy encerrada en esta maldita pared de vidrio.
Me despierto asustada, y con la garganta reseca busco rápido en mi mochila y me duele el brazo cuando la abro. Me había olvidado de mi herida. La tengo en el brazo derecho y está envuelta en vendas donde quedan restos de sangre. Me la toco muy despacio y necesito un vendaje nuevo pero descarto ese pensamiento. Muy difícil de conseguirlo. Busco mi agua con cuidado y bebo un poco de ella.
Cuando me levanto, miro a Diman profundamente dormido y también con una herida en el lado derecho de su abdomen. Me asusto y comienzo a revisar si no está infectada, al parecer no pero decido limpiársela de nuevo. Así como el me cuido yo también cuidare de el. Parece estar sintiendo frio, le tapo con la cobija. Termino de curarle la herida y parece moverse un poco en ese momento abre los ojos y nos miramos.
-Dulce- se recompone con dolor y le detengo.
-Cuidado, este lastimado- se topa la herida y parece preocupado.- Te la volvi a curar, había mucha sangre y necesitaba una nueva curación. Parece que necesitamos mas medicinas- el también ve mi herida.
-¿Y tú como te encuentras?- aun con dolor, mareada y con mucha hambre, podría decirle eso pero mi culpa no me hace hacerlo.
- Me encuentro mejor que tu Diman- me levanto con todas mis fuerzas y le doy una sonrisa que seguramente es falsa.
-Segura Dulce – asiento y doy vueltas ignorando su mirada ya que con solo verlo hace que mi cuerpo se sienta raro. Aun no puedo creer que este hombre regreso por mi, y no se ni porque lo hiso. Si no me lo merezco más bien creo que es por mi culpa que estemos así, si no fuera por mi egoísta y terquedad el no estaría herido ni yo, pero hubiera perdido lo que quedaba de mi padre. Admito que no reaccione antes y quería hacerlo esto sola pero cada día se complica mas.
-Dulce- me llama con esa voz. Tan tranquila como si trajera calma y a la vez destrucción a mi pobre corazón.
-Diman- también lo llamo- tomo su mano arrepentida, quiero que vea que lo estoy. El mira nuestras manos y juntos nos miramos nuevamente- vamos a casa, a las cascadas- es hora de ceder y que no haya vuelta atrás.
-Vamos- aprieta mi mano- me ayudas a levantarme- asiento y lo levanto conmigo, se tambalea un poco, y toco su espalda para que no caiga y nuevamente esa mirada, que me hace sentir rara. Pero que no puede ceder. Desvió mis ojos hacia las maletas cuando ya esta bien parado.
-Yo las llego- niega y trata de quitarme la suya.
-Yo llevare mía- pero le quito justo a tiempo.
-No te hagas el fuerte no puedes, estas más herido que yo – se queja y le callo- ahora estás listo- afirmo.
-Siempre estoy listo- salimos despacio a su ritmo. La luz del sol está en lo más alto asimilo que estamos a medio día donde el sol brilla más fuerte que en las mañanas, observo mi entorno desolado y comenzamos a caminar de camino de regreso a lo que una vez fue mi hogar.
Le regreso a ver.
-Está bien, pero ahí ya no queda nada Dulce- mis ojos se poner vidriosos y lo sé. Sé que perdió todo y toca irse y nunca más volver. Además me pregunto si Diman vería a la extraña mujer de su pasado. Dudo y seguiré dudando de el aunque me sienta arrepentida.
Cuando llegamos sin lesiones y accidentes. Miro mi casa por última vez dejando de aferrame donde crecí, y soltando aunque duela. El hogar está destruido, hay montones de cemento en el suelo y señales que hubo un incendio aquí. Al fondo se una pila de zombis quemados y el hedor comienza a meterse por mi olfato.
Vuelvo a mirarlo y esta pálido. ¡Mierda!
-Vamos- digo con la cabeza en alto y siento su mirada puesta en mi.
-Ya era hora.
Pero todo sucede muy rápido.
El suelo comienza a temblar muy fuerte haciendo que los resto de las casa comiencen a desmoronarse. Diman cae y yo lo sostengo pero se resbala de mi mano y cae inconsciente. Me arrodillo y arrastro al chico a un lugar seguro mientras todo se mueve muy fuerte y naves aparecen por el cielo.
Es nuestro fin.