Blog de Hik Son

Enero 2024: Recomendación. Una dosis diaria de Sol.

Mi publicación del mes en este blog iba a tratar sobre el significado de las ciudades que menciono en mis diferentes historias, pero recién terminé de ver una serie en Netflix que necesito que más personas conozcan. Primero les voy a dar contexto para que entiendan lo importante que se ha vuelto esta serie para mí.

Actualmente tengo 24 años, en mayo cumplo 25, y sospecho que he sufrido de depresión desde los 18, cuando ingresé a la universidad, también me diagnosticaron ansiedad a los 14, pero nunca me dio problemas hasta que entré a la Uni, aun así, yo era el tipo de persona que creía que todo era mental, que podía salir de eso con mi propio esfuerzo, "echándole ganas", pero había temporadas en las que caía cada vez más profundo y más seguido, en donde pasaba semanas en mi cuartito sin ir a la escuela, sin casi comer, y durmiendo 14 horas o incluso más al día, creyendo que un día me despertaría y todo estaría mejor, que solo necesitaba descansar.

A veces pasaba, a veces conseguía la fuerza para ir a la escuela, aunque el trastorno alimenticio que había desarrollado hizo que, al no haber comido, se me bajara la presión en el metro y llegué a perder la consciencia un par de veces mientras corría en los transbordos.

Era alguien que escondía su malestar, no le decía a nadie por lo que estaba pasando, aun cuando sabía que tenía amigos y una familia maravillosa que me apoyaba, pero es que, tenerlos a ellos de alguna forma me hizo más difícil decírselos, porque, creía que yo era una persona afortunada, que tenía todo para ser feliz, comparándome con otros amigos cercanos, yo estaba lejos de estar en una situación difícil, así que, no me sentí con el derecho de sentirme mal, y minimicé ese malestar.

Busqué formas de mejorar por mi cuenta, sabía que mi trastorno alimenticio era un problema, y me organicé mejor para cambiar mis hábitos, eso mejoró un poco las cosas, y llegaron temporadas en las que pasé meses sin sentirme terrible, pero los episodios depresivos regresaron, cada vez más fuertes, y yo no sabía por qué, y me frustraba, porque había veces en las que había tenido un excelente día, y, sin embargo, en mi camino de regreso a mi cuartito, de pronto todo se sentía mal.

Sabía que necesitaba ayuda, pero me dije que podía esperar, que necesitaba terminar la escuela, conseguir un trabajo, y entonces, cuando pudiera producir dinero por mi cuenta, cuando ya no dependiera económicamente de mis padres, entonces me atendería, porque la atención psiquiátrica es cara, porque tengo un hermano menor que también está en la universidad, porque mi papá está en proceso de pensionarse y habrá menos ingresos en la casa, porque jamás me ha gustado pedirles dinero a mis padres, porque no quería preocuparlos, porque no quería que creyeran que hicieron algo mal conmigo, o porque no quería contarles y que no me entendieran, que me dieran consejos que ya había aplicado miles de veces, porque de ellos aprendí que yo podía salir adelante sin pastillas.

Sabía que estaba mal, pero no quería que otros lo supieran, en especial mi familia, así que me dije que podía esperar, a cuando pudiera ayudarme con ayuda de un psiquiatra al que pudiera pagar por mi propio dinero, sin que nadie más lo supiera. Pero fue difícil, a pesar de mi introversión, por ciertas situaciones, aunque me encanta quedarme dentro de mi casa, me estaba ahogando dentro de ella, sufrí algunos ataques de ansiedad que me estaba costando trabajo ocultarlos, así que me armé con todo el valor que pude y, poco a poco, les hablé a mis padres de las cosas por las que estaba pasando.

Recuerdo mi rodilla moverse con rapidez, arriba y abajo, mis manos sudando, y el nudo en la garganta que sentí cuando se lo conté a mi mamá, también las ganas de llorar que tuve cuando ella me dio consejos que pensó que yo nunca había aplicado, porque no me entendía, pero yo sí a ella, porque de ella aprendí a aguantarte cuando te sientes mal, aguantarte hasta que te sientes menos mal y se vuelve soportable.

En 2022 pasó algo que marcó un antes y un después en mi vida. Era un lunes en la noche, 8 de agosto, faltaba una semana exacta para regresar a clases, yo estaba en la computadora cuando vi a mi celular vibrar, en las notificaciones de mi pantalla de inicio vi que había un mensaje de mi mejor amiga, "¿Te puedo llamar?", no me gustan las llamadas, así que pospuse mi respuesta unos minutos, pero luego de un rato, le dije que sí y ella me llamó de inmediato.

Tenía 13 años la primera vez que sufrí una pérdida de alguien cercano, mi abuelita, que vivía conmigo, sin embargo, mi abuelita solía decir que ya estaba cansada, que se sentía una molestia, y que ya se quería morir, de hecho, gracias a eso no tengo muchas ganas de vivir una larga vida, la cuestión es que, cuando ella murió, yo la vi, enfrente mío, acostada sobre su cama, pálida, tranquila y silenciosa. Ella murió un domingo, el lunes la enterramos en la mañana, y en la tarde fui a mi secundaria a tomar mis clases.

Tal vez es porque sabía que mi abuelita ya quería descansar, tal vez es porque sabía que ella ya había vivido todo lo que tenía que vivir, tal vez fue porque ella pasó años haciéndome consciente de que quería morir, tal fue porque vi su cuerpo inerte frente a mí, y tal vez fue porque en ese momento yo no tenía depresión, pero creo que manejé muy bien su muerte, le lloré lo que debía y seguí con mi vida, recordándola de vez en cuando, extrañándola, pero tranquila, porque me alegraba que ella por fin estaba descansando.

El 8 de agosto de 2022, a mis 23 años, casi 10 años de mi primera pérdida importante, sufrí la segunda. La conocí en primero de prepa, pero no teníamos tanta cercanía, éramos más como integrantes del mismo grupo de amigos, pero eso, por alguna razón, cambió cuando entramos a la universidad, cuando estábamos en facultades distintas, porque mi mejor amiga se encargó de ser un puente entre ella y yo, a veces iban a visitarme a mi escuela, y comenzamos a tener conversaciones que me hicieron consciente de mi depresión, y de que esas dos también la tenían, conversaciones importantes para mí que me dieron el valor de pararme por primera vez en un hospital de salud mental.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.