Capítulo 9

Es un sobre blanco, junto a él, una rosa roja fresca, su olor a recién cortada me lo dice. Me agacho y tomo ambas cosas, dentro del sobre había una nota. Miro a ambos lados para ver que no haya nadie cerca, saco la hoja del sobre y la leo para ver qué dice.

"Te vigilo día y noche". 

 —¿Qué es esto?  —susurré.

Inspeccioné la hoja y no vi nada más, así que no le tomé importancia, de seguro era para alguien más o era una tonta broma. Iba a tirar la carta junto a la rosa roja, pero me pinché el dedo.

—¡Auch! —grité mientras introducía mi dedo en la boca para evitar derramar sangre.

No hay problema si ingiero mi propia sangre, ya que no es la misma que la de los humanos. Escucho un grito de susto a mis espaldas, así que me volteo para ver de quién se trata.

—¿Quién eres y qué quieres? —respondí serio, es muy difícil asustarme.

—Sólo quería asustarte, pero veo que no lo logré —sonrió—. Soy Luck Faiter, mi habitación está junto a la tuya.

—Ah, qué bien. Yo soy Keyland Blood y ya me tengo que ir, adiós —empecé a caminar hacia el ascensor.

—¡Espera! ¿Vas a escuchar el anuncio de la directora? —me preguntó mientas se acercaba.

—Sí.

 —Yo igual, vámonos juntos.

Caminamos hasta la entrada de la Universidad, atravesando primero el camino rodeado de árboles. Los pasillos se encontraban vacíos, ya la gran mayoría de los estudiantes se encontraban reunidos frente a una pequeña tarima sobre la que se encontraba la directora Teressa con un micrófono.

 —Buenas tardes jóvenes —carraspeó su garganta —tengo que darles una muy mala noticia —todos hicieron silencio.

Visualicé que se acercaban apurados Ámbar, Keren y Dressler. Sus cabellos estaban algo mojados y los demás estudiantes los miraban extrañados.

 —¿Qué pasa, por qué están todos aquí?  —preguntó Ámbar extrañada.

 —La directora nos reunió, dice que tiene algo muy importante que decir —irrumpió Luck.

 —¿Y tú quién eres? —habló despectiva Keren. 

 —Un loco que me topé saliendo de la habitación —hablé.

 —Luck soltó una risa— Soy Luck Faiter, mucho gusto.

 —¡A ver, hagan silencio!  —espetó la directora.

Todos guardaron silencio nuevamente.

—Gracias, prosigo. Los mandé a llamar porque necesito que me digan quién fue o quiénes fueron los bromistas que escondieron a Mörder.

—¿Quién es Mörder? —preguntó un estudiante.

—El perro símbolo de la Universidad, se los presenté el día que vinieron a esta institución. Nos ha acompañado desde hace más de veinte generaciones que han pasado por este prestigioso lugar, es un preciado tesoro.

—¿Qué le pasó? —preguntó Dressler.

—Está desaparecido. Desde ayer por la noche que los cuidadores lo llevaron al bosque a hacer sus necesidades fisiológicas no aparece. Creemos que alguno de ustedes lo tomó para jugar una mala broma, pero créanme que esto es serio. Si me dicen quién fue, no tomaré cartas en el asunto, siempre y cuando me entreguen a Mörder sano y salvo.

El silencio abundó y nadie se atrevió a decir una sola palabra.

—Muy bien, veo que no lo quieren hacer por las buenas, así que será por las malas. Diríjanse todos para el comedor, en unos minutos se servirá el almuerzo —expresó furiosa y autoritaria.

Todos se marcharon para el comedor, el día se había puesto más oscuro y el clima era más frío. El cielo adoptó un tono más azulado y las hojas de los árboles parecía que bailaban una coreografía dirigida por el soplo del viento.

—Será mejor que vayamos a almorzar, no vaya a ser que nos metamos en problemas con la directora por no ir —sugirió Keren.

—Tienes razón, vamos —dijo Ámbar.

—Chicos, ¿puedo ir con ustedes? —preguntó Luck.

—Claro, no hay problema —habló Ambar.

Nos fuimos para el comedor y almorzamos. Las siguientes horas transcurrieron muy rápido, aprovechamos el tiempo que restaba del día para estudiar; ya que el examen de admisión a la universidad será mañana por la mañana, exactamente a las siete en punto.